Sobre los futbolísticos conocimientos
No es fácil ni frívolo saber de futbol. Al contrario, creo que es un conocimiento que requiere mucho estudio y capacidad de observación. En México poca gente sabe de futbol. No importa que sea un de-porte que siguen millones de personas. La realidad es que casi nadie lo entiende. No es posible que los medios supuestamente especializados le den tal importancia a las mierdozas grillas derivadas de la sucia politiquería que invade este hermoso deporte. No concibo que se gaste tanto tiempo y esfuerzo en publicar y discutir sobre el asunto Ramos Rizo- Codesal y las amargadas rabietas de Hugo Sánchez. Mientras el Esto siga alimentando portadas como la de hoy, exaltando de manera por de-más morbosa el pleito entre La Volpe y Hugo será comprensible que millones de personas sigan pe-gadas al futbol sin entender nada de él.
Sí, te puedes pasar la vida pegado a Acción y DeportV tomando caguamas mientras gritas tirititito y zambombazo, creyendo que un partido de siete goles es necesariamente un buen partido y que un 0-0 es aburrido por definición, sosteniendo que la calificación o eliminación de México es una cuestión de patriotismo u orgullo nacional, pero sin saber distinguir, detectar o explicar exactamente las fun-ciones de un lateral o de un medio de contención.
Puedes afirmar que sabes de futbol el día en que ves un partido en el que los 22 jugadores son abso-lutamente desconocidos para ti, careces de un merolico que esté gritando al oído las incidencias del juego y aún así, tu eres capaz de descifrar y definir a que está jugando cada equipo e interpretas su formación, además de distinguir, luego de algunos minutos, las cualidades y características propias de algunos jugadores desequilibrantes.
Un buen conocedor de futbol se interesa en formaciones, movimientos, tratamiento de balón. Para ello es recomendable partir de lo individual a lo particular. Si vas a ver un partido de futbol, en vivo por supuesto, observa los movimientos con o sin balón de un jugador, de preferencia un lateral. Ob-servar los movimientos de los laterales es una de las formas más rápidas de ir entendiendo la pro-puesta de un entrenador, aunque el o los contenciones y el medio armador son una buena manera de compenetrarse con la idea o sistema del equipo. Observar el juego sin balón es clave, pero por obvias razones, nuestros ojos son esclavos de la pelotita y rara vez seguimos los movimientos de un jugador que está lejos del balón. La televisión por desgracia no te lo permite. Por ello el privilegio de la con-templación global de un juego de futbol solo me lo puedo permitir cuando acudo a ver los partidos en vivo. Observar un partido de esa manera te permite tener un disfrute más global de este hermoso deporte. Te darás cuenta de lo obsesivos que son algunos entrenadores que colocan cadenas en las piernas de sus pupilos o lo liberales que son otros, que simplemente dejan que su jugador se mueva y se divierta. Distinguirás lo férreo de una doble marca personalizada o la exactitud geométrica de una marcación zonal, la libertad de un central que se agrega a remates en jugadas de pelota parada o la esclavitud de aquel que se queda prácticamente confinado en su área, la vista periférica de un típico 8 distribuidor y la importancia de los movimientos sin pelota. Ah que bello es contemplar desde lo al-to y en línea una defensa que sale ordenadita para dejar en fuera de lugar a sus contrincantes. Esa jugada requiere una precisión, coordinación y visión periférica que cuesta trabajo pulir.
Por ello detesto con el alma a lo los detractores del futbol que lo señalan como un juego primitivo propio de ignorantes. Además de habilidades técnicas tienes que tener mucha inteligencia para jugar este deporte. Ya no digamos para aquel que se dedica a dirigir equipos. Además de ser un motivador por excelencia y usar mucha psicología, debes de tener una visión de estratega militar y ser un analista casi matemático de los movimientos de tu rival.
Nunca destaqué como jugador de futbol, pero siempre he soñado con poder ser entrenador. Si algún día tengo el tiempo tomaré el curso de director técnico, al menos como cultura general, curso que deberían tomar muchos de los que escriben y narran sobre este deporte. Tienes que conocer el deporte a la perfección, pero tener además un buen arsenal de cultura general en materia de goegrafía po-lítica, historia y sociología. Entender el futbol es casi como entender a la humanidad. Aquí en nues-tro país no hay un solo cronista o columnista de futbol que me agrade. Y es que cuando lees las cró-nicas que escriben en El País de España o El Clarín de Argentina, te das cuenta de que nuestros espe-cialistas en futbol viven en la calle de la amargura. Carajo, esos colegas de El País escriben como poetas con doctorado de director técnico. Ahora sí que yo quiero llegar a escribir como ellos. Si mi trabajo fuera reseñar partidos de futbol y no buscar el hilo negro de operaciones corruptas, mi vida, tal vez, sería más feliz.
No es fácil ni frívolo saber de futbol. Al contrario, creo que es un conocimiento que requiere mucho estudio y capacidad de observación. En México poca gente sabe de futbol. No importa que sea un de-porte que siguen millones de personas. La realidad es que casi nadie lo entiende. No es posible que los medios supuestamente especializados le den tal importancia a las mierdozas grillas derivadas de la sucia politiquería que invade este hermoso deporte. No concibo que se gaste tanto tiempo y esfuerzo en publicar y discutir sobre el asunto Ramos Rizo- Codesal y las amargadas rabietas de Hugo Sánchez. Mientras el Esto siga alimentando portadas como la de hoy, exaltando de manera por de-más morbosa el pleito entre La Volpe y Hugo será comprensible que millones de personas sigan pe-gadas al futbol sin entender nada de él.
Sí, te puedes pasar la vida pegado a Acción y DeportV tomando caguamas mientras gritas tirititito y zambombazo, creyendo que un partido de siete goles es necesariamente un buen partido y que un 0-0 es aburrido por definición, sosteniendo que la calificación o eliminación de México es una cuestión de patriotismo u orgullo nacional, pero sin saber distinguir, detectar o explicar exactamente las fun-ciones de un lateral o de un medio de contención.
Puedes afirmar que sabes de futbol el día en que ves un partido en el que los 22 jugadores son abso-lutamente desconocidos para ti, careces de un merolico que esté gritando al oído las incidencias del juego y aún así, tu eres capaz de descifrar y definir a que está jugando cada equipo e interpretas su formación, además de distinguir, luego de algunos minutos, las cualidades y características propias de algunos jugadores desequilibrantes.
Un buen conocedor de futbol se interesa en formaciones, movimientos, tratamiento de balón. Para ello es recomendable partir de lo individual a lo particular. Si vas a ver un partido de futbol, en vivo por supuesto, observa los movimientos con o sin balón de un jugador, de preferencia un lateral. Ob-servar los movimientos de los laterales es una de las formas más rápidas de ir entendiendo la pro-puesta de un entrenador, aunque el o los contenciones y el medio armador son una buena manera de compenetrarse con la idea o sistema del equipo. Observar el juego sin balón es clave, pero por obvias razones, nuestros ojos son esclavos de la pelotita y rara vez seguimos los movimientos de un jugador que está lejos del balón. La televisión por desgracia no te lo permite. Por ello el privilegio de la con-templación global de un juego de futbol solo me lo puedo permitir cuando acudo a ver los partidos en vivo. Observar un partido de esa manera te permite tener un disfrute más global de este hermoso deporte. Te darás cuenta de lo obsesivos que son algunos entrenadores que colocan cadenas en las piernas de sus pupilos o lo liberales que son otros, que simplemente dejan que su jugador se mueva y se divierta. Distinguirás lo férreo de una doble marca personalizada o la exactitud geométrica de una marcación zonal, la libertad de un central que se agrega a remates en jugadas de pelota parada o la esclavitud de aquel que se queda prácticamente confinado en su área, la vista periférica de un típico 8 distribuidor y la importancia de los movimientos sin pelota. Ah que bello es contemplar desde lo al-to y en línea una defensa que sale ordenadita para dejar en fuera de lugar a sus contrincantes. Esa jugada requiere una precisión, coordinación y visión periférica que cuesta trabajo pulir.
Por ello detesto con el alma a lo los detractores del futbol que lo señalan como un juego primitivo propio de ignorantes. Además de habilidades técnicas tienes que tener mucha inteligencia para jugar este deporte. Ya no digamos para aquel que se dedica a dirigir equipos. Además de ser un motivador por excelencia y usar mucha psicología, debes de tener una visión de estratega militar y ser un analista casi matemático de los movimientos de tu rival.
Nunca destaqué como jugador de futbol, pero siempre he soñado con poder ser entrenador. Si algún día tengo el tiempo tomaré el curso de director técnico, al menos como cultura general, curso que deberían tomar muchos de los que escriben y narran sobre este deporte. Tienes que conocer el deporte a la perfección, pero tener además un buen arsenal de cultura general en materia de goegrafía po-lítica, historia y sociología. Entender el futbol es casi como entender a la humanidad. Aquí en nues-tro país no hay un solo cronista o columnista de futbol que me agrade. Y es que cuando lees las cró-nicas que escriben en El País de España o El Clarín de Argentina, te das cuenta de que nuestros espe-cialistas en futbol viven en la calle de la amargura. Carajo, esos colegas de El País escriben como poetas con doctorado de director técnico. Ahora sí que yo quiero llegar a escribir como ellos. Si mi trabajo fuera reseñar partidos de futbol y no buscar el hilo negro de operaciones corruptas, mi vida, tal vez, sería más feliz.