Eterno Retorno

Sunday, January 05, 2025

Los amantes de Sunset Park y el postergado Réquiem por Gutenberg

 


Un espontáneo correo de mi colega Diego Arrellanes me hizo recordar un texto escrito en 2010 que forma parte de Réquiem por Gutenberg y hace alusión al 2025 como una suerte de lejanísimo futuro.  Confieso que había olvidado por completo que anoté esa fecha. Entonces me parecía taaaan distante el 25. Me aterra de sobremanera pensar que hoy estamos a la misma distancia de 2040, pero esa es ooootra historia.

El capítulo en cuestión, titulado Los amantes de Sunset Park, toma como ejemplo el ficticio encuentro entre dos jóvenes personajes de Paul Auster – Pilar y Miles- quienes se conocen e inician un romance en un parque de Brooklyn donde ambos están leyendo El gran Gatsby de Fitzgerald. En el texto pregunto si la posibilidad de que dos jóvenes se conozcan leyendo libros en un parque sería considerada una extravagancia absoluta  o una escena deliberadamente retro en 2025.

Pues bien, 15 años después el libro y los lectores seguimos vivitos y coleando.  Somos y seremos la misma fiel y aferrada cofradía. Seguimos siendo una terca minoría, pero estamos lejos de extinguirnos.  Incluso, puedo afirmar que en 2025 hay muchos más clubes de lectura que en 2010. Esos clubes virtuales fueron la mejor herencia de la pandemia.

En el mismo texto me pregunto si acaso los romances en las novelas del Siglo XXI iniciarán cuando los personajes aparten la vista de sus Blackberry. ¡Blackberry! Es  entonces cuando reparo en que el chiste se contó solo. En su forma y técnica de interacción, el libro como objeto sigue siendo igualito al del 2010 e igualito al del Siglo XVIII. ¿Y la Blackberry? Por favor, es un puto cadáver, una antigualla obsoleta. ¿Qué es una Blackberry en 2025? ¿De qué carajos te puede servir? Ni para matar moscas como el periódico.  Recuerdo cuando una Blackberry era el último grito de la moda geek. Recuerdo cuando los odiosos radios Nextel formaban parte de la vida cotidiana (nunca tuve uno y siempre los detesté). Recuerdo los celulares Nokia, las tablets Palm. ¿Cuál fue su miserable periodo de vida? El equivalente al de un insecto en verano. Sé que mi iPad actual será obsoleto dentro muy poco tiempo (ya lo es en realidad).  Los juguetitos digitales deberían traer fecha de caducidad como el yogur.

¿Y los libros? Pues miren colegas, aquí junto a mí tengo un ejemplar de Los Lusiadas de Luis de Camões impreso en 1914 y nada me impide leerlo cómodamente en su forma en que fue diseñado hace 111 años. El libro sigue siendo un objeto con olor a eternidad. Cierto, existe Kindle (yo tengo uno y me encanta) pero no sustituye ni desbanca la navegación en barco de papel.

Los objetos que forman parte de nuestra vida cotidiana están condenados a ser efímeros y desechables. Mi celular es casi mi oficina, una herramienta indispensable de mi vida diaria y sin embargo sé que su fecha de caducidad es inmediata y que dentro de muy poco será un objeto inútil.

Cierto, no pocos capítulos de Réquiem por Gutenberg envejecieron y caducaron. En aquel entonces Obama era lo más vanguardista del mundo en materia de manejo político de las redes sociales y todavía era una gran novedad que un pronunciamiento presidencial oficial se hiciera vía Twitter. Sin embargo hay pronósticos y teorías que no envejecen y por las que meto las manos al fuego.

¿El libro impreso seguirá vivo en 2040? Mi respuesta es un descomunal y contundente SÍ. Nuestros celulares serán harto distintos y tal vez tendremos implantados en la cabeza nano chips con inteligencia artificial, pero el libro seguirá siendo el mismo y los lectores también.

La última frase de Réquiem por Gutenberg dice sobre el libro: Algo me hace sospechar que ese objeto inseparable, compañero fiel por el que la vida ha valido la pena ser vivida, ha firmado un pacto con la eternidad.