Eterno Retorno

Tuesday, December 24, 2024

La Distorsión Social es ultra profeta en su terruño


 

A veces el rock saca sus ases bajo la manga y te da un inesperado regalo navideño. Una noche de diciembre llegas a Disney después de un día mega intenso y como si tal cosa, te enteras que al día siguiente toca Social Distortion a dos cuadras del hotel. Envuelto para regalo el toquín. Imposible no estar ahí. La Distorsión Social es ultra profeta en su terruño. Vaya que los quieren en el sur californiano. Pueden tocar cinco noches seguidas por estos rumbos y las cinco se soldoutean. Por lo que pude platicar espontáneamente, la raza los ha visto decenas o hasta cientos de veces y no se cansa. El esqueleto fumarolo del sombrerito se bebe su martini de hidalgo y los californios se vuelven bien pinches locos. Una horda variopinta la que convocan estos canijos. Mucho cincuentón barbón como yo, pero también punkarras jovenazos, bikers Sons of Anarchy, rockabilleros, paisas made in East LA y nerds universitarios. Abrió una banda angelina muy competente y cumplidora llamada The Hangmen con un bataco muy perro y un guitarrista parecido a Ramírez Heredia. Una onda medio stoner and roll con riffs híper densos. Grata sorpresa. Social D irrumpió a las 21:30. Dos guitarras eléctricas, una acústica,y hasta un teclado. Mike Ness, su carismático líder, cantante y guitarrista, fue un tazo dorado que se metió mil madres, que ha rodado de acá para allá y fue de todo y sin medida, incluido el cáncer al que sobrevivió. Con su voz nasal y aguardentosa canta y tira unos chorotes entre nostálgicos e irónicos antes de cada rolita. Un setlist poco convencional. A los cientos que le pedimos Ball and Chain nos dijo que por una pinche vez le diéramos un descanso con esa rola, pero a cambio tuvimos la inesperada Prision Bound, una de mis favoritas. Reach for the Sky, So faraway from nothing, Mommys little monster, Story of my life y Ring of fire sonaron matadoras. Aunque surgidos de una semilla de punk hard core radical, SD es pura esencia Johnny Cash rockabilllero, sangre de blues y bourbon, carne de calle brava californiana, el alma ruda de Orange. Una mega chingona experiencia verlos siendo profetas en su tierra.