Ajmátova y Tsvietáieva
La frontera entre el 24 y el
25 se diluye navegando (y naufragando) en la poesía de dos mujeres rusas prófugas
de todo, hasta de sí mismas. Se llaman Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, hijas
ambas de familias nobles, nacidas en Odesa y Moscú durante la agonía del
zarismo. Espíritus precoces e indomables, ambas debutaron y dieron de qué
hablar con desafiantes poemas en la adolescencia. La Revolución las sorprendió
siendo veinteañeras y recién casadas y después el terror estalinista les mostró
las fauces. Sus respectivos esposos fueron fusilados, sus hij@s enviados a
Siberia, su obra proscrita y destruida. Inmersas en perpetua persecución, asfixiadas por el régimen y acosadas por
espías, Ajmátova y Tsvetáieva escribieron en hojas arrancadas y en servilletas,
en trenes y hoteluchos de estaciones. Siempre en fuga, dejaron por herencia el
canto y la ceniza. Anna sobrevivió a Stalin
pero Marina no sobrevivió a sí misma. Hoy me ha dado por leerlas.