Eterno Retorno

Monday, May 29, 2023

Pura doble T

 


 

Pura doble T viejón: Tigres- Toscana. Digamos que no es la cosa más ordinaria del mundo que en el mismo día, en la misma ciudad y casi al mismo tiempo, un escritor y un equipo de Nuevo León se coronen campeones. Qué grato es leer El Norte y ver que la portada de Cancha es la Octava Maravilla Felina y la portada de Vida la Bienal Vargas Llosa para David Toscana por un libro que en lo personal disfruté muchísimo como es El peso de vivir en la tierra. Yo sé que Toscana es monje literario de la purista estirpe borgiana que considera al futbol una pasión pueril y mundana y también sé que ningún jugador de Tigres ha leído El peso de vivir en la tierra (aunque Nahuel, sépanlo ustedes, es un gran lector) pero yo soy y he sido seguidor de ambos y con brutal honestidad les digo que no pensé que ninguno de los dos ganara ayer en la Perla tapatía.

Vaya, si el espíritu de la época hubiera sentado sus reales, era mucho más probable que el premio lo ganara Cristina Rivera Garza o Brenda Navarro. Era lo obvio. También la comentocracia patriotera y villamelona actuaba como porrista de las Chivas, pero anoche los mariachis callaron y la historia fue distinta en Guadalajara.

Con David Toscana empecé por el principio. El 21 de abril de 1993, día de mi cumpleaños 19, alguien me regaló su primera novela, Las Bicicletas, recién publicada entonces en Tierra Adentro. Así comencé a recorrer su sendero narrativo, uno de los más sui generis y atípicos de nuestra literatura.

¿Es posible ser un Alonso Quijano de la literatura rusa? Pregúntenle a Toscana. Miguel de Cervantes creó un personaje que se enfrascó tanto en la lectura de libros de caballería, que acabó él mismo creyéndose un caballero andante y salió a los caminos de La Mancha a buscar encarnar a Amadís de Gaula o a Tirante el Blanco y vivir en carne propia sus aventuras. David Toscana, devoto lector de literatura rusa, crea a un personaje que bien podría ser su hipotético alter ego, Nicolás, un burócrata del Monterrey de 1971 tan enfrascado en la literatura rusa, que un día decide cambiar su nombre a Nikolái Nikoláievich Pseldónimov, ponerse a beber vodka en una cantina de mala muerte, contraer tuberculosis y encarnar la vida de un Raskolnikov o un Aliosha Karámazov. La única forma de vivir al máximo la literatura y fusionarse con ella, es actuar como sus personajes y vivir sus aventuras. Nikolái representa por una parte a los personajes de Pushkin, Dostoievski, Gógol, Tolstói o Chéjov, actuando como un proletario del Imperio Ruso de Siglo XIX, pero al mismo tiempo se obsesiona con Yuri Gargarin y sus contemporáneos cosmonautas que emprenden la carrera por la exploración espacial, todo ello en el Monterrey de los años setenta, sumido en la crisis echeverrista y las revueltas estudiantiles. David Toscana derrocha imaginación y acaso parodia su propia y confesa obsesión por la literatura rusa clásica. Satirizar o parodiar es en cierta forma una declaración de amor. Tengo la certidumbre de que Gógol, Tolstói, Dostoievski y Chéjov seguirán siendo leídos dentro de muchísimos años. Sospecho que Toscana también. También dentro de muchísimas décadas, cuando yo ya no esté vivo, se seguirán evocando las hazañas de Nahuel y de Gignac e incluso los niños que no han nacido hablarán de este Tigres de leyenda. La inmortalidad existe. Pura doble T colegas.