OCTAVA MARAVILLA
Ocho ligas ganas, como el # de Tommy Boy. Ocho vueltas olímpicas, seis de ellas de visitantes. Ocho y casi nunca como favoritos, pero la de esta noche ha sido de las más espectaculares y cardiacas de las que se tenga memoria. Sí, lo confieso, iba a echar carrilla y a decirles que los mariachis y los villamelones callaron, pero la realidad es que Chivas fue un grandísimo rival. Pudo habernos matado con un 3-0 en el primer tiempo, pero este hermoso deporte psicología, fortaleza mental, manejo de las emociones y en algún momento intuí, como quien mira un lejano islote en altamar, que si Tigres acortaba distancia remontaría, que el milagro era posible.
Gente muy querida por mí le va a las Chivas y solo puedo
decirles que estén orgullosos de estos jóvenes que sin duda serán base del
tricolor en 2026
Nunca olvidaré que este equipo Campeón fue el primer
Tigres que Ikercho vio jugar en vivo y que el primer gol que vio de nuestro
equipo, estando atrás de la portería, fue de Gignac, así como yo no olvido que
el primer gol Tigre que vi en mi vida fue un penal de Tomás Boy hace casi 40
años. Tampoco olvido a Robert Dante Siboldi levantando los dos trofeos del
ascenso.
Llegué a pensar que ya no nos sería dado volver a ver a
Nahuel, a Gignac, a Aquino y a Pizarro con una medalla en el cuello, pero a
este Tigre le quedaba un gran rugido en el arsenal y retumbó en Guadalajara. Un
gran equipo es un accidente tan atípico como el más bello arcoíris. Es una
verdadera alineación de astros donde basta un factor en contra para que todo se
haga pedazos.
Las pasiones no se basan en la razón, el análisis, la
reflexión o el cálculo. Las pasiones son arrebatadoras, a menudo absurdas e
inexplicables, emparentadas con la demencia y no con la cordura. Así ha sido mi
afición Tigre aunque Borges considere el non plus ultra la simiesca ignorancia
el emocionarse hasta las lágrimas por unos desconocidos que levantan un trofeo
y dan una vuelta la cancha, como es posible emocionarse con una imagen poética
o una arquitectura prosística matadora, aunque las palabras también sean
construcciones alegóricas cuyo significado y trascendencia inventamos nosotros
y hoy, como dice Mago de Oz, toca ser feliz