Un soplo extra de vida que se le agotó esta mañana a Norzagaray
Una escena que sin duda quedará grabada para siempre en
la historia de la cultura bajacaliforniana acaeció el pasado domingo 15 de
agosto en el teatro del Centro Cultural Tijuana. Se estaba celebrando un
concierto a beneficio del dramaturgo Ángel Norzagaray, quien acababa de sortear dos complicadas cirugías de altísimo
riesgo para extirparle un tumor cerebral. Un grupo de músicos dirigidos por
Eduardo García Barrios unieron sus talentos para llevar a cabo esta velada musical
filantrópica. Semanas antes, un grupo de amigos encabezados por su colega Daniel
Serrano se dieron a la tarea de reunir fondos para ayudar a costear las
carísimas cirugías. La gran sorpresa de la noche fue cuando al final del
concierto, de manera totalmente inesperada, el propio Norzagaray apareció en el escenario, con cicatrices en la cabeza
pero moviéndose por su propio pie y en franca recuperación. El aplauso fue
apoteótico. El dramaturgo cumplió esa
semana 60 años de edad y aquello fue para él como una auténtica resurrección. Una resurrección
de poco más de cuatro meses en los que pudo palpar el cariño de tantísimos compañeros
de andanzas en el camino del teatro, un soplo extra de vida que se agotó esta mañana.
Hace unos minutos he recibido la noticia de su muerte.
Nunca he olvidado y nunca olvidaré que fue Ángel Norzagaray
quien me llamó la fría mañana del 8 de diciembre de 2010 y me soltó la buena nueva a
bocajarro: “Daniel, pues con la novedad de que acabas de ganar el Premio
Estatal de Literatura”. Era el día en
que Iker cumplía su primer año de vida, yo venía retornando de la Feria de Mochis
(mi primer viaje libresco) y Norzagaray me anunció el primer premio literario
que gané en mi vida. Fue el inicio de una vereda. Ángel me apoyó mucho con la presentación
y difusión de mis dos primeros libros,
en la época en que dirigía el Instituto de Cultura de Baja California. Lo
recuerdo ligero, bromista y siempre dado al chascarrillo, con ese acento
Guasave que jamás perdió. La última vez que hablé con él fue en la presentación
del documental sobre Federico Campbell en el cine Tonalá. También es fría la mañana
de diciembre en que recibo la noticia de su muerte. Tiempo de escribir cartas y
dejarlas al pie de un árbol.