Eterno Retorno

Saturday, December 11, 2021

náufragas borracheras proletarias

 


Bajo las sombras del puerto de Hamburgo, las furtivas luces rojas inmolaron el lastre de mi castidad. Entre náufragas borracheras proletarias y baratas dosis de lujuria no tan ampliamente recompensada, encontré algo parecido al hedonismo vedado a mi familia en Aalborg. Casi de inmediato debí pagar la venérea factura de mis correrías mientras recorría los puertos del Báltico. El pene me ardía, mis músculos se atrofiaban y los mil demonios del mal vodka me hablaban al oído en las insomnes madrugadas de tormenta.

 

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Hasta los 30 años fui un marinero pobretón sin  gloria ni hedonismo más allá de mis melancólicas veladas bañadas en alcoholes baratos y las furtivas incursiones  al barrio rojo de Hamburgo. La vida no me sonreía, las resacas del mal vodka letón eran infernales y mis deslices prostibularios cobraban su venérea factura. Un hombre en mis condiciones difícilmente habría podido vivir más de medio siglo y sin duda yo hacía méritos para una muerte temprana, hasta que en 1752 me embarqué por vez primera en una expedición cuya misión no era ir a vender arenque y comprar vodka en los puertos del Báltico. Era una misión cartográfica  cuyo objetivo era localizar los vestigios de las antiguas colonias vikingas en Groenlandia, una auténtica nave de los locos en donde a mí me tocaría hacerla de lacayo. La comandaba el capitán Peder Olsen Walløe.