Seguimos siendo los fieles descendientes de los bibliotecarios de Alejandría.
En torno al mejor
libro que leí en el año yo no tengo duda alguna: se llama El infinito
en un junco y lo escribió la filóloga aragonesa Irene Vallejo. Aquí no hay
relativismos ni categorías. Fue el mejor y punto.
La vida vale la pena ser vivida cuando algo nos apasiona.
En este mundo nuestro hay infinitas pasiones posibles: el deporte, la música,
la tecnología, el cine, los viajes, la gastronomía. Pues bien, mi gran pasión es la lectura y la única constante
de mi vida, es que a cualquier edad y en cualquier momento me la he pasado con
libro en la mano. El infinito en un junco narra el origen de esa pasión que ha
volado las cabezas de tantos Alonsos Quijanos. Inmersos en la era digital, seguimos siendo los fieles
descendientes de los bibliotecarios de Alejandría.