La Muerte está aquí, con su manto de humo, compartiendo contigo el enésimo cigarro de la madrugada…Muerte chacuaca, terca tabacalera…
La Muerte está aquí, negra y blanca, yaciente en el humo del enésimo cigarro de la madrugada. Muerte chacuaca, terca tabacalera, compañera de infinitas fumadas e insomnes tanguarnices. Así se han ido hermanando.
Siempre has sostenido que tu condición de fumador aferrado es culpa de la cotidiana convivencia con los muertos. Nunca tus ganas de encender un tabaco son tan intensas como cuando estás frente a un cadáver y a lo largo de tu vida has estado frente a miles. Aquello fue por décadas un reflejo condicionado: al llegar frente al muerto lo primero era tomar la foto y acto seguido buscar la cajetilla; las preguntas solías hacerlas arrojando humo, pero hoy ya ni siquiera debes preguntar nada y nadie te obliga a retratarlos. Juraste que te rehabilitarías del vicio cuando dejaras la nota roja, pero ahora que la has dejado estás fumando el doble. Puedes echarle la culpa a los muertos: antes los veías solo en la escena del crimen a la hora de enfocar la cámara, pero hoy te acompañan a toda hora. Fumas, bebes y duermes con ellos, consciente de lo poco que te falta para sentir el abrazo final de tu compañera fumadora e irte con tus 130 kilos a hacer bulto con los fiambres.
De pronto, la Muerte se multiplicó por miles y se volvió una monserga. Sí, la Parca siempre ha estado ahí (blanca, en la silla, con su rostro) pero lo de ahora se ha vuelto desquiciante. La Muerte como una infestación, una plaga sinfín.
Saturday, July 25, 2020
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