Trump y López no tienen partidarios; tienen feligreses. No se puede hablar realmente de republicanos y morenistas sino de trumpistas y amlistas. Lo que los une no es una ideología de partido sino el culto a la personalidad de su líder. Apoyan a una persona, no a una causa. Trump dijo alguna vez que él podía ponerse a dispararle a la gente en la Quinta Avenida y no perdería ni un solo voto. Con López pasa igualito. Ya me quedó claro que el tabasqueño podría abrir fuego en el Zócalo con una ametralladora y sus acólitos lo justificarían y aplaudirían. No importa cuántas pifias o aberraciones cometan, pues su base sectaria no los dejará de apoyar.
Fuera de algunos mantras difusos como el “make América great again” o “primero los pobres”, lo que verdaderamente exalta y mantiene unido al núcleo sectario de trumpistas y amlistas es el odio al adversario. Tal vez no tengan muy claro lo que apoyan pero sí tienen clarísimo lo que odian. El odio de los trumpistas a Obama, los Clinton, las élites liberales y la prensa crítica es igual de intenso que el odio de los amlistas a Calderón, los fifís, los empresarios y la prensa crítica. A trumpistas y amlistas los mantiene unidos, sobre todo, el profundo resentimiento y su rechazo tajante al liberalismo.
Thursday, July 09, 2020
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