Me llamo Daniel Salinas Basave y soy una catástrofe, pura y vil esencia de derrumbe y desbarrancadero. Según la mirada y las circunstancias podrías concluir que mi vida es la apoteosis del desastre o el éxtasis místico de la realización. Ante tus ojos puedo representar la más mórbida estampa de la ruina pero también la sonrisa socarrona de quien ha empezado a ganarle partidas al destino.
Cierto, la facha habla por sí sola y no es favorecedora: soy un gordo zarrapastroso, greñudo y barbón que carga a cuestas 43 años vividos a punta de letras y alcohol. Hay varios miles de cervezas y una tropa de botellas de whisky sonriendo con desparpajo desde mi anatomía. Hubo un tiempo en que el whisky fue malísimo pero desde hace algunos años es bastante bueno en realidad.
No siempre he sido panzón, pero siempre he sido zarrapastroso. Claro, con el paso de los años mi vocación por los andrajos ha refinado. Mi imagen puede parecerte el non plus ultra de la decadencia, pero si miras bien podrás descubrir también elevadas dosis de libertad y libertinaje. Tal vez no me espera nada bueno con este peso y estos hábitos, pero eso sí: mal no la he pasado.
Saturday, October 14, 2017
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