Acaso puedas leer este texto como una confesión desde el abismo. Una tentativa a priori infructuosa por exorcizar el desbarrancadero. Si te digo que mi vida se derrumba o que es en sí misma un derrumbe podrás crearte una imagen estereotípica la cual será, en cualquier caso, mucho mejor a la real, o por lo menos más poética.
El estereotipo de un testimonio abismal va a asociado al demacre y al exceso. Debes imaginarme chupado y decadente, escribiendo al filo de la navaja en una vorágine de excesos. Para aspirar a ser maldito debo, ante todo, cumplir con el requisito de la delgadez extrema, ser un cadáver caminante cuya piel sea el mal forro de un esqueleto. Ojeroso, con cara de ángel caído, surcado por las marcas de un hedonismo peligroso. Si te hablo desde el fondo de un barranco debes imaginarme como un huésped del infierno, inmerso en la redentora ilusión de caer en lo más bajo. Yo no tuve ese privilegio.
Saturday, September 30, 2017
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