El primer libro no eclesiástico publicado en México trata sobre un terremoto. ¿Sabe usted cuál fue este fundacional texto no sacro salido de la imprenta de Juan Pablos en 1541? Se llamó “Relación del espantable terremoto que agora nuevamente ha acontecido en la ciudad de Guatemala”. Antes que cualquier poema, novela o relato épico de la conquista, circuló en la Nueva España esa crónica de la destrucción. Eso sí, el primer gran temblor que inspiró una obra mayor y también los primeros estudios de sismología moderna fue el de Lisboa en 1755, que casi alcanzó los nueve grados y destruyó por completo la capital portuguesa. Hasta el mismísimo Kant formuló teorías sobre el mismo. Entonces como ahora había un montón de mojigatos y oscurantistas que atribuyeron el movimiento telúrico a un castigo divino, pero por fortuna existía el gran Voltaire, que en su Poema sobre el desastre de Lisboa y en el mismo Cándido, se encargó de ridiculizar la idea. Tiempo después, Theodor Adorno diría que el de Lisboa fue un terremoto tan contundente, que tuvo la fuerza para barrer de la mente de Voltaire todo vestigio de la teodicea de Leibniz. Heinrich von Kleist, el suicida romántico por excelencia, escribió en 1807 Terremoto en Chile, relato de ficción sobre un sismo que sacudió al colonial Santiago en 1647, antecedente directo del extraordinario 8.8 El miedo en el espejo, de Juan Villoro, una crónica ensayística sobre el terremoto chileno de 2010. La bibliografía histórica sobre temblores es vasta. Aquí tenemos el clásico Nada, nadie, las voces del temblor de Poniatowska o el No sin nosotros: los días del terremoto de Carlos Monsiváis o el poema Miro la tierra del gran José Emilio Pacheco. Crónicas del 85 hay muchísimas y muy buenas. La crónica incluida en El último mundo de Laura Emilia Pacheco tampoco tiene desperdicio. Yo ahora he estado releyendo Después del terremoto del popular Haruki Murakami, donde incluye seis historias de ficción sobre el terremoto de Kobe en 1995 y recordé El suelo bajo sus pies de Salman Rushdie, que comienza con un ficticio terremoto que destruye Guadalajara y sorprende a la cantante Vina Apsara en una hacienda tequilera. Los temblores inspiran y dejan huella literaria. ¿Quién narrará este nuevo 19 de septiembre? ¿A quién inspirarán las bromas siniestras del Eterno Retorno?
Thursday, September 21, 2017
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