En involuntaria sintonía con las apocalípticas caricias de tanto ciclón caribeño con nombre de mujer, terminé hace unos días de leer Temporada de huracanes de Fernanda Melchor. No exagero si les digo que la sensación fue casi idéntica a la primera vez que escuché el Reign in Blood de Slayer o el Vulgar Display of Power de Pantera o (para hablar el mismo idioma) cuando leí Dios en la Tierra o El luto humano de Revueltas. Así, sin adornos literarios se los digo: esta novela es un soberano chingazo, duro y sin piedad. De verdad, no es común encontrar un libro tan potente y tan crudo, capaz de mantener semejante tono y semejante ritmo. Si alguien cree que la generación ochentera es frívola y banal, Temporada de huracanes le va a callar el hocico de una patada. Sentí lo mismo que en un concierto de Slayer en 4&B cuando el encore fue tocar completito el Reign in Blood, sin pausas, sin cortes, sin descanso, sin concesión, sin respiro. Un Blitzkrieg de trancazos prosísticos, un nocaut absoluto. Así es el libro de Fernanda. Es morbidez en bruto, sin adorno ni matiz. Es el México profundo descarnado. Más allá de la trama, aquí lo rompedor es la atmósfera de miseria y deprave, de violencia y podredumbre ontológica. La historia ocurre en la costa petrolera del Golfo, pero igual podría ocurrir en la sierra o en el desierto. La entraña podrida es la condición humana, las pulsiones oscuras y las absurdas ilusiones siempre rotas. No todos los días se beben tragos narrativos capaces de hacerte escupir fuego.
Sunday, September 10, 2017
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