Y una invernal mañana de junio (coronada por el cielo gris de la costa bajacaliforniana que a veces también parece una negra flor carnívora) retornas a casa tras dejar a tu hijo en la escuela y así, sin decir agua va, te encuentras con que en la entrada te aguarda un cardumen de Peces Banana. Peces voladores y rejegos que salieron furtivamente de Hermosillo y cual salmones anarquistas cruzaron el desierto de Altar desafiando la Rumorosa hasta hacer su arribo a la playa tijuanera. Hierves un café de tiniebla y al azar pepenas un ejemplar en donde te pierdes a la deriva sin reparar en que las horas son devoradas por este cardumen facineroso aferrado a no soltarte. Y te enfrascaste tanto en la piscívora lectura, que hasta la noche te acordaste de darle la gracias al gran Iván Ballesteros Rojo por tan poderoso cargamento. Creí que sería una pecera pero ahora tengo un acuario.
Tuesday, June 06, 2017
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