Hay (no puede no haberlo) un viaje en puerta y la convicción (acaso sea la manda) de utilizar el mismo pantalón durante toda la travesía, de viajar ligero, con espacio de sobra en la mochila huichol, con un solo libro compañero. Hay (cada vez con mayor frecuencia) un furtivo gallito y un parque a oscuras, de solitarias porterías y paredes grafiteadas por donde al caer la noche caminamos sin tener muy claro quién trae a la mano cerillos o encendedor, con un par de posibles cómplices en plan Bartleby… y yo, desprovisto de fuego pero con ganas de alucinar, caminando con el menos indicado compañero de fumada, guardando una magra bocanada en los pulmones, cartografiando rutas de escape a otros mundos, conjurando forzosos aterrizajes.
Una libreta perdida. Uno de tantísimos errabundos cuadernos olvidado en manos de alguien, acaso una no tan extraña y no tan confiable mujer. Perder mi cuaderno me sumió en la devastación y desencadenó la angustia ante la inminencia de una persecución fiscal, un pago compulsivo en línea y la inmediata respuesta de los sabuesos hacendarios. ¿De dónde viene el dinero?
Monday, June 05, 2017
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