Slayer. Antes del primer trago de café y antes que otra cosa suceda debo recordar que hoy se trató de Slayer. Ayer amanecimos con Ciudad Cachanilla. Hoy con Repentless. Nuevo disco de King y Araya. Brutal y sin clemencia. Pura rabia jardcorera. Ese desparrame de furia debe impregnar las nuevas creaciones, sean metaleras o literarias. Después un improbable y fallido solo de guitarra flamenca para ligar dos rolas que iban de la improbable Jihad a un incierto Caravana española que al final no salía ante la sonrisa de Araya frente al ocaso en la Monumental de Playas. Lo indudable es que era Slayer en pleno proceso compositivo y Slayer presentando en sociedad sus nuevos exabruptos. Pura carne, espíritu y esencia del Core más callejero. El que quiera entender que entienda.
¿Mexicali city blues? Anoche me perdí en oníricos laberintos de Ciudad Cachanilla y fui un errabundo condenado a deambular entre calles rectas y planas; un furtivo explorador de jardines de altas bardas entre aires acondicionados prófugos del ártico. El desierto encarnado en los palacetes de la aristocracia ranchera. Por un momento respiré la esencia del viejo San Pedro, calles Bravo y Suchiate. Me perdí entre la cachanillada y el detalle terrorífico de la historia fue la oferta de trabajo en La Crónica. Cubrir la calle mexicalense, sustituir al partisano Lima y reparar en que aceptar ese empleo sería mi derrumbe, la peor de mis pesadillas.
Tuesday, January 10, 2017
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