Por pura ley de probabilidad el primero en caer debía ser tu padre. Ríos de pendencieros tanguarnices y trincheras de grasa en las arterias invocaban cada noche el arribo de la muerte y ésta no se hizo del rogar. Lo pepenó a medio camino entre un incierto potaje que por nombrarlo de alguna forma se hacía llamar mezcal y el botín extraído a la cabeza de un marrano comprada entera el Día de los Inocentes. Como habitualmente no había quien le siguiera la cura, tu padre comía, bebía y bailaba solo y así ocurrió la noche del 31 de diciembre en que se dio a la tarea de pellizcar la cabeza del cerdo mientras escuchaba danzones y bebía del tanguarniz a pico de botella. Punto pedo quiso bailar sin pareja, pero la muerte se invitó a compartir la pieza y llegó a él ataviada con su mejor traje de infarto fulminante.
Thursday, January 05, 2017
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