No es mal número el diecisiete. No trae aparejado consigo el mal augurio aunque numeralias vemos perros años no sabemos. Por ahora todo el entorno arrastra la patraña inherente a estas jornadas, el mentiroso rostro de todo primer día. El pino es un condenado aguardando su hora en el corredor de la muerte. Hace unos días era el acogedor huésped. Hoy es monserga extemporánea, encarnación del fuera de lugar. Me queda el vago y débil propósito de reinventar un diario de prófugos garabatos y rayadero naufrago en un cuaderno Moleskine de corazón tan blanco, (también la firme y seriecísima promesa de no usar más las palabras “prófugo”, “náufrago” “improbable” y “aleatoriedad”, además del compromiso de usar más superlativos y recurrir a compulsivos paréntesis). Quisiera invocar una dosis de disciplina y estoicismo, pero no puedo poner a correr vana palabrería cuando no hay siquiera embrión de barro para una trama. Vamos a ver si las músicas me hablan, si hay destellos de cetáceos frente a la silueta de las islas. Cazar al vuelo tanto huidizo aletero, tanta mentirosa iluminación que irrumpe sin llamar a la puerta. Cosas de esas, pues.
Sunday, January 01, 2017
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