Se siente como si el Diablo mismo soplara desde la puerta del Infierno, porque sólo el aliento de un demonio enfurecido puede levantar tanto fuego en tan poco tiempo. Es un aire seco, rasposo, como un abrazo de arena; un aire cargado de presagios y malos augurios. Llegan en otoño, a veces en primavera y dejan la región sembrada de incendios y premoniciones. Los antiguos les llamaban vientos de brujas; en la región se les conoce como vientos de Santa Ana.
(Pie de página del diario de Amber Aravena)
Thursday, April 28, 2016
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