Son esas serendipias con cara de magia lo que alimenta mis compulsivas exploraciones en bibliotecas magras. No era probable topar de frente con el diario de Cesare Pavese en una biblioteca tan yerma como la de Rosarito y sin embargo el libro estaba ahí, sonriéndome cómplice entre ejemplares de otra colección. El oficio de vivir es el título del diario que el escritor turinés escribió casi sin interrupciones desde 1935 hasta su muerte, en el verano de 1950. El de Pavese es un testimonio introspectivo, honesto hasta el desgarro, un ejercicio de mayéutica interior casi nunca complaciente. Sus palabras finales, escritas el 18 de agosto de 1950, se han inmortalizado como uno de los epitafios más desoladores de la historia de la literatura: “Todo esto da asco. No palabras. Un gesto. No escribiré más”. Y en efecto, no escribió más. Las letras no consumaron el exorcismo; los demonios interiores ganaron la partida. Tres semanas después se suicidó. Federico Campbell fue un gran lector de Pavese. También Ricardo Piglia, cuyo cuento Pez en el hielo (el primero en el que aparece su alter ego Emilio Renzi) es un homenaje a El oficio de vivir. En la biblioteca de Rosarito hay un ejemplar de este diario y acaso en Islandia viva alguna serpiente tropical. La improbabilidad existe.
Wednesday, August 06, 2014
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