Eterno Retorno

Monday, August 04, 2014

Una de las más gratas sorpresas literarias de los últimos dos años ha sido descubrir los relatos del escritor israelí Etgar Keret. En sus cuentos (casi todos brevísimos) la más descabellada fantasía se desliza como cuchillo en mantequilla entre las más ordinarias estampas de la vida cotidiana. Un útero que recorre los mares del mundo; un camionero con delirio de deidad; un purgatorio para suicidas con cara de parque temático. Me Gusta Keret; basta leer los primeros párrafos para palpar la creatividad que derrocha el colega. La editorial Sexto Piso se ha dado a la tarea de darlo a conocer a los lectores de habla hispana. Keret, quien vive en Tel Aviv, tiene decenas de miles de seguidores en todo el mundo, principalmente entre los jóvenes. Este domingo, suplemento Palabra (http://www.elvigia.net/palabra/) reproduce una carta de Etgar Keret en donde condena la matanza de niños palestinos y pide al gobierno de su país que ponga fin a este holocausto. Lo peor de todo es que Keret ahora es atacado e insultado por los “patriotas” israelíes quienes lo acusan de traicionar a la patria y ponerse del lado del “enemigo” solamente por oponerse a la carnicería. También a su esposa Shira Geffen le llaman “cómplice de terroristas” por sentir compasión hacia los niños palestinos inmolados. En su momento el patrioterismo sionista pidió hoguera para los escritores Amos Oz y David Grossman, que como miles de judíos se opusieron a esta matazón demente. Todos los genocidas (al fin y al cabo dignos aprendices de Goebbels) dominan el arte de condenar por traición a la patria y complicidad con el adversario a quien se opone a sus crímenes. Paul Auster, escritor judío de Brooklyn, ha señalado una y otra vez la sinrazón de la ultraderecha asesina y mojigata que gobierna Israel. En su momento, el portugués José Saramago y el sueco Henning Mankell se opusieron públicamente al nazismo israelí y por supuesto fueron tachados de antisemitas por los merolicos sionistas. Si miras mi biblioteca, encontrarás no pocos escritores judíos. He sido por años lector de Auster; también de Philip Roth, de Bellow, ya no digamos de Kafka. Tengo amigos judíos y he trabajado con judíos. Soy ateo, no creo en dios alguno y considero a los nacionalismos tan nocivos como las religiones. No pienso que una raza tenga más derechos que otra, pero resulta que si manifiesto mi repulsa a que Israel mate niños, entonces soy antisemita y defensor de terroristas. Esa es la lógica del genocidio legal. ¿Cuál es el propósito de esta matanza? ¿Se trata de borrar al pueblo palestino de la faz de la Tierra? ¿Podré soñar algún día con ver a Benjamín Netanyahu en una corte penal internacional? ¿Se atrevería mundo a llevarlo a juicio en La Haya como criminal de guerra? ¿Cuál es la diferencia entre el serbio Milosevic y Netanyahu? ¿Qué principio del derecho penal internacional es el que justifica y legaliza bombardear escuelas y matar pequeños? ¿Por qué el gran jurado internacional mide con otra vara a Israel? ¿Por qué tienen impunidad para matar? Bajo esa lógica de combate al terrorismo y a los enemigos públicos, entonces vamos a bombardear escuelas de Tamaulipas a ver si ahí se esconde alguna célula de los zetas o vamos a incendiar guarderías en Michoacán porque a lo mejor ahí se refugian los templarios. La wehermatch sionista puede decirnos cómo. DSB