Nuestros demonios permanecen ahí, eternos e inmutables, contemplándonos desde las portadas de los libros o desde el cartel del cine. De vez en cuando juegan a adaptar a la época algunos accesorios de su ropaje, pero al mirarlos bien a los ojos y encontrar esa expresión familiar descubrimos a nuestros viejos diablos de toda la vida, los omnipresentes compañeros de viaje y pesadillas. Míralos, son los mismos monstruos que nos acompañaban hace un par de siglos, los mismos entes que buscaban perturbarte y hacerte mirar con horror tu lado oscuro. Es como un reciclado Flautista de Hamelin que toca los mismos acordes y nos sigue fascinando con su hechizante canción
Mientras los profetas del Apocalipsis de Gutenberg se deleitan tratando de adivinar la fecha en que redactarán el epitafio final de los libros, en los aparadores de las librerías o en las tiendas virtuales de e- books hay ejemplares que se venden como pan caliente. Poco importa si la superficie es papel o fibra óptica. El personaje, por cierto, es el mismo de hace 200 o 300 años. Señoras y señores: con ustedes su viejo amigo el vampiro, acompañado del asesino en serie y el bandido.