Tener un consejero literario, un tallerista de cepa, una persona con la honestidad y el criterio suficientes como para desgarrarte un texto a cuchilladas y reconstruirlo de sus sangrantes retazos. Eso es lo que requiero en este momento.
Encontrar alguien así es mucho más complicado que encontrar un buen mecánico para un viejo carro mañoso. Un verdadero diamante en el carbón.
Hace algún tiempo yo di con un buen tallerista, el mejor tallerista que este país ha parido. Se llamaba Rafael Ramírez Heredia. Extraño al Rayo Macoy. Como me gustaría enviarle una amorfa criatura que se niega a germinar, para que su pluma, transformada en cuchillo de jade, le abriera las entrañas y me dijera de una buena vez si es que hay alguna sangre corriendo por las venas de este texto empantanado.
Encontrar alguien así es mucho más complicado que encontrar un buen mecánico para un viejo carro mañoso. Un verdadero diamante en el carbón.
Hace algún tiempo yo di con un buen tallerista, el mejor tallerista que este país ha parido. Se llamaba Rafael Ramírez Heredia. Extraño al Rayo Macoy. Como me gustaría enviarle una amorfa criatura que se niega a germinar, para que su pluma, transformada en cuchillo de jade, le abriera las entrañas y me dijera de una buena vez si es que hay alguna sangre corriendo por las venas de este texto empantanado.