El 2006
Vengo retornando de un acto de campaña de Santiago Creel y carajo, lo único que puedo decir es que siento lástima de nosotros mismos por la pesadilla que nos espera con este circo político que se viene. Ya apesta el hedor a elección presidencial. Quisiera dormir muy profundamente y despertar en el 2007, cuando toda la tragicomedia haya concluido y ahorrarme la pena y el tedio de presenciar una vez más este ritual sexenal de hipocresía. Millones de litros de tinta y saliva se desparramarán, toneladas de papel, cientos de horas al aire, decenas de miles de anuncios publicitarios y carteles bombardearán sin clemencia a todos los mexicanos durante un año. Habrá debates, pronunciamientos, golpes bajos, cizañas e intrigas. Frases de campaña, slogans mamones, millones de dólares invertidos en mercadotecnia política, especulaciones, mítines multitudinarios, clichés machacados una y otra vez, chistes de políticos, caricaturas, palabras chuscas, resbalones idiotas, portadas de revistas jugando a ser reveladoras de verdades ocultas, alianzas, contubernios. Mucha perra energía invertida en nuestra democracia todo para que al final un par de tabasqueños se disputen con uñas y dientes la Presidencia. Olvídense del Tucom, olvídense de Calderón, olvídense de todos ¿Para qué toda esta pantomima de precandidaturas? Ya sabemos que se la jugarán López Obrador, Madrazo y Creel. ¿Para qué le pegamos al inocente diciendo que puede haber sorpresas? Lo único seguro en esta contienda, es que el tercer lugar ya está reservado y le pertenece a Santiago Creel. Nadie lo mueve de ahí. El par de tabasqueños se partirán la madre por la presidencia y san se acabó. No veo para qué tanto análisis y desperdicio si ya todos sabemos lo que va a pasar.
El domingo electoral me limitaré a darme un tiempito para ir a votar y ya decidí que votaré por López Obrador. No soy perredista ni mucho menos, pero considero que la llegada de Madrazo sería peor que la peste para el país, una desgracia que no quiero vivir y como a Creel no le veo la más mínima posibilidad, pues votaré por el peje y san se acabó. Aunque créanme que a veces me preguntó ¿Para qué queremos democracia?
¿No sería mejor una monarquía absolutista que nos ahorrara estos circos? Les juro que a veces he llegado a desearla.
Vengo retornando de un acto de campaña de Santiago Creel y carajo, lo único que puedo decir es que siento lástima de nosotros mismos por la pesadilla que nos espera con este circo político que se viene. Ya apesta el hedor a elección presidencial. Quisiera dormir muy profundamente y despertar en el 2007, cuando toda la tragicomedia haya concluido y ahorrarme la pena y el tedio de presenciar una vez más este ritual sexenal de hipocresía. Millones de litros de tinta y saliva se desparramarán, toneladas de papel, cientos de horas al aire, decenas de miles de anuncios publicitarios y carteles bombardearán sin clemencia a todos los mexicanos durante un año. Habrá debates, pronunciamientos, golpes bajos, cizañas e intrigas. Frases de campaña, slogans mamones, millones de dólares invertidos en mercadotecnia política, especulaciones, mítines multitudinarios, clichés machacados una y otra vez, chistes de políticos, caricaturas, palabras chuscas, resbalones idiotas, portadas de revistas jugando a ser reveladoras de verdades ocultas, alianzas, contubernios. Mucha perra energía invertida en nuestra democracia todo para que al final un par de tabasqueños se disputen con uñas y dientes la Presidencia. Olvídense del Tucom, olvídense de Calderón, olvídense de todos ¿Para qué toda esta pantomima de precandidaturas? Ya sabemos que se la jugarán López Obrador, Madrazo y Creel. ¿Para qué le pegamos al inocente diciendo que puede haber sorpresas? Lo único seguro en esta contienda, es que el tercer lugar ya está reservado y le pertenece a Santiago Creel. Nadie lo mueve de ahí. El par de tabasqueños se partirán la madre por la presidencia y san se acabó. No veo para qué tanto análisis y desperdicio si ya todos sabemos lo que va a pasar.
El domingo electoral me limitaré a darme un tiempito para ir a votar y ya decidí que votaré por López Obrador. No soy perredista ni mucho menos, pero considero que la llegada de Madrazo sería peor que la peste para el país, una desgracia que no quiero vivir y como a Creel no le veo la más mínima posibilidad, pues votaré por el peje y san se acabó. Aunque créanme que a veces me preguntó ¿Para qué queremos democracia?
¿No sería mejor una monarquía absolutista que nos ahorrara estos circos? Les juro que a veces he llegado a desearla.