En su recién nacida columna Novedades del Fondo, Vianett Medina Valencia abre con una cita de Eliot.
Haber leído un libro muchas veces no nos da derecho a explicarlo a quienes aún no lo han leído.
Mmm. No coincido con Eliot. Yo siempre he sido un gran defensor de los derechos de los lectores y soy de la idea de que cuando uno lee un libro tiene plenos poderes sobre él. Vaya, soy de la idea de que el lector tiene el derecho pleno de partirle la madre bien y bonito al libro a la hora que quiera y hablar de él como se le de la gana. Mucha gente cree que yo profeso un respeto sacramental por el libro como objeto, pero se equivocan. A mí me gusta rayar y subrayar mis libros, ponerles apuntes e incluso dibujarles monitos según mi estado de ánimo cuando lo esté leyendo. Si yo compré el libro me siento su amo y señor. Yo soy propietario de mi lectura y hago de ella lo que deseo. Si quiero hablar o escribir de ella, lo hago. Si quiero alabarlo o despotricar, no me detengo. Yo no le puse una pistola al autor para que se pusiera a escribir. Él solito lo escribió y yo me tomé el trabajo de comprar o robar el librito y dedicarle tiempo a leerlo, así que agua y ajo. Eso sí, y en eso tal vez coincida con Eliot: Jamás le diría a alguien no leas este libro. Las más de las veces, aunque sean bodrios, exhorto a que el libro sea leído y a que el futuro lector se forme su propia opinión. Es una máxima que he seguido en Pasos de Gutenberg, de la misma forma que he respetado religiosamente el no dar detalles sobre finales o tramas. Aún así, tengo el defecto de sentirme el amo y señor de toda mi biblioteca.
PD- Aclaro que en cuanto lo de rayados, subrayados y monitos, aplica sólo a los libros que yo compro. Los que me prestan los cuido como la niña de mis ojos.
Haber leído un libro muchas veces no nos da derecho a explicarlo a quienes aún no lo han leído.
Mmm. No coincido con Eliot. Yo siempre he sido un gran defensor de los derechos de los lectores y soy de la idea de que cuando uno lee un libro tiene plenos poderes sobre él. Vaya, soy de la idea de que el lector tiene el derecho pleno de partirle la madre bien y bonito al libro a la hora que quiera y hablar de él como se le de la gana. Mucha gente cree que yo profeso un respeto sacramental por el libro como objeto, pero se equivocan. A mí me gusta rayar y subrayar mis libros, ponerles apuntes e incluso dibujarles monitos según mi estado de ánimo cuando lo esté leyendo. Si yo compré el libro me siento su amo y señor. Yo soy propietario de mi lectura y hago de ella lo que deseo. Si quiero hablar o escribir de ella, lo hago. Si quiero alabarlo o despotricar, no me detengo. Yo no le puse una pistola al autor para que se pusiera a escribir. Él solito lo escribió y yo me tomé el trabajo de comprar o robar el librito y dedicarle tiempo a leerlo, así que agua y ajo. Eso sí, y en eso tal vez coincida con Eliot: Jamás le diría a alguien no leas este libro. Las más de las veces, aunque sean bodrios, exhorto a que el libro sea leído y a que el futuro lector se forme su propia opinión. Es una máxima que he seguido en Pasos de Gutenberg, de la misma forma que he respetado religiosamente el no dar detalles sobre finales o tramas. Aún así, tengo el defecto de sentirme el amo y señor de toda mi biblioteca.
PD- Aclaro que en cuanto lo de rayados, subrayados y monitos, aplica sólo a los libros que yo compro. Los que me prestan los cuido como la niña de mis ojos.