Tundiendo teclas
Sólo quien ha trabajado en una redacción sabe que uno escribe con propulsión a chorro, que no es posible ponerte a meditar sobre la metafísica de ciertos asuntos ni a filosofar sobre tus contemplaciones bucólicas. Escribes y ya, tan rápido como sea posible. Cuando trabajas en una redacción aprendes el sentido del concepto contra reloj, del auténtico hoy, hoy, hoy que ni nuestro Presidente Fox entiende.
A menudo, por no decir casi a diario, mucha gente me cuestiona sobre tal o cual nota: La nota está incompleta ¿Por qué no mencionó usted que estaba yo ahí? ¿Por qué no escribió sobre mi caso? La respuesta es simple: Por que no hay ni tiempo ni espacio. Existe un concepto que se llama jerarquizar la información, concepto que me cuesta mucho trabajo hacer entender a quienes no están en este negocio. ¿Cree usted que yo tengo el tiempo y las páginas para citar a cada una de las cientos de personas que acuden a una manifestación o acto político? A menudo, en una nota poco importante como esa, uno no tiene más que un espacio de 300 palabras o menos. Es materialmente imposible mencionar a todas y cada una de las personas que uno ve.
Me gustaría que me acompañaran alguna mañana cualquiera de mi vida a Palacio Municipal. ¿Saben con cuánta gente hablo en una sola mañana? ¿Cuántas manos estrecho? ¿Cuántas historias me cuentan? ¿Cuántos chismes grilleros escucho? ¿Cuántas llamadas recibo por la tarde? ¿Cuántos correos me mandan?
Yo mismo pierdo la cuenta. Todo mundo me viene con historias, calumnias, conspiraciones. Supiste esto, te dijeron lo otro, fíjate que. Todo mundo con su verdad absoluta, creyendo merecer primera plana. Yo tomo lo que me sirve, que a menudo es menos de la cuarta parte de lo que escucho. ¿Qué me sirve? Lo que es noticioso, lo que puede ser interesante para nuestros miles de lectores y lo que está bien comprobado o amarrado con datos fidedignos. Por desgracia, sobran colegas de otros medios a los que les basta un simple rumor de comadres para firmar sus ocho columnas.
Sólo quien ha trabajado en una redacción sabe que uno escribe con propulsión a chorro, que no es posible ponerte a meditar sobre la metafísica de ciertos asuntos ni a filosofar sobre tus contemplaciones bucólicas. Escribes y ya, tan rápido como sea posible. Cuando trabajas en una redacción aprendes el sentido del concepto contra reloj, del auténtico hoy, hoy, hoy que ni nuestro Presidente Fox entiende.
A menudo, por no decir casi a diario, mucha gente me cuestiona sobre tal o cual nota: La nota está incompleta ¿Por qué no mencionó usted que estaba yo ahí? ¿Por qué no escribió sobre mi caso? La respuesta es simple: Por que no hay ni tiempo ni espacio. Existe un concepto que se llama jerarquizar la información, concepto que me cuesta mucho trabajo hacer entender a quienes no están en este negocio. ¿Cree usted que yo tengo el tiempo y las páginas para citar a cada una de las cientos de personas que acuden a una manifestación o acto político? A menudo, en una nota poco importante como esa, uno no tiene más que un espacio de 300 palabras o menos. Es materialmente imposible mencionar a todas y cada una de las personas que uno ve.
Me gustaría que me acompañaran alguna mañana cualquiera de mi vida a Palacio Municipal. ¿Saben con cuánta gente hablo en una sola mañana? ¿Cuántas manos estrecho? ¿Cuántas historias me cuentan? ¿Cuántos chismes grilleros escucho? ¿Cuántas llamadas recibo por la tarde? ¿Cuántos correos me mandan?
Yo mismo pierdo la cuenta. Todo mundo me viene con historias, calumnias, conspiraciones. Supiste esto, te dijeron lo otro, fíjate que. Todo mundo con su verdad absoluta, creyendo merecer primera plana. Yo tomo lo que me sirve, que a menudo es menos de la cuarta parte de lo que escucho. ¿Qué me sirve? Lo que es noticioso, lo que puede ser interesante para nuestros miles de lectores y lo que está bien comprobado o amarrado con datos fidedignos. Por desgracia, sobran colegas de otros medios a los que les basta un simple rumor de comadres para firmar sus ocho columnas.