Eterno Retorno

Tuesday, January 25, 2005

Grotesque

En mis oídos el Garden of Grief, primer demo de cuatro rolas de los suecos At The Gates, padres de la célebre escena Death Metal de Gotenburgo, que derivaría en bandas de death melódico y técnico como In Flames y Dark Tranquility. En la edición que poseo de la Century Media se incluye también el disco In The Embrace of Evil de los aún más antiguos Grotesque, el primer proyecto de Tomas Lindberg. Grotesque suena extremo, crudo, despiadado. Todos los proyectos nacidos Escandinavia entre 1986 y 1990 tenían ese espíritu asesino. Bandas que hoy son templos de virtuosa melodía y perfección sinfónica como Therion (Sí, Therion tocaba Death extremo), Tiamat (cuando eran Treblinka y no les daba por el Progresivo electrónico) y Samael (cuando eran adoradores de Satanás y no budistas inmersos en bucólicas contemplaciones del Cosmos), sólo por mencionar tres ejemplos, comenzaron tocando un black-death extremo y sucio. El sonido de Grotesque es crudo, puerco, típico de una producción pobre y básica de banda subterránea.


Nostalgia Death

Hace poco compré un DVD de Iron Maiden titulado The early years. Se trata de un doble trabajo documental muy completo sobre la prehistoria maideniana. Los pininos de Steve Harris al bajo, sus primeras alineaciones allá por 1975 (cuando tenía yo un añito de edad y escuchaba sin duda canciones de cuna de Cri Cri), las tempranas grabaciones, las tocadas en los bares de West Ham con Paul Di Anno al micrófono y la mítica gira de Beast on The Road en 1982, la primera con Bruce Dickinson haciendo alarde de su melodiosa voz. Me hubiera gustado mucho poder asistir a un concierto de aquella época, haber vivido el nacimiento y auge del New Wave of British Heavy Metal. Mi primera experiencia con Maiden fue hasta los años noventa, cuando era un monstruo del rock con casi 20 años de historia y si bien cada concierto de la Bestia lo he disfrutado inmensamente, en el libro de la historia de lo que pudo haber sido, se escribe que me hubiera vuelto loco acudir a alguna tocada de aquellos tempranos ochentas.
Sin embargo, sí puedo narrar que fui un testigo privilegiado del surgimiento del Death Metal y que pude acudir a tocadas de muchas de las bandas que más tarde fueron emblemáticas del movimiento.
Recuerdo aquellos vientos de finales de los ochenta y principios de los noventa, en el auge del Death, cuando decenas de bandas que apenas comenzaban vinieron a la Arena López Mateos de Tlalnepantla. Los cuatro años que viví en el DF fueron los años del Death. El soundtrack de mi época en la Capital es un disco de Morbid Angel o de los primeros Sepultura.
Jamás pensé que pudiera llegar a sentir tanta nostalgia por los años de la primera gran generación de deathmetaleros. Con el paso de los años, me doy cuenta que acudí a tocadas que hoy en día son históricas. Morbid Angel con el Altars of Madness, los thrashers germanos de Kreator con el Extreme Aggression, Cannibal Corpse con el Butchered al Birth, Deicide con su primer álbum, Sepultura con el Benath the Remains, Death con el Human (Chuck Shulinder, padrino del Death americano a quien alcancé a escuchar en vivo en su momento cumbre y que hoy descansa en paz pues el cáncer se lo llevó antes de tiempo) los holandeses de Pestilence con el Cosuming Impulse, los británicos de Carcass con la gira del Simphonyes of Sickness, Napalm Death con el Harmony Corruption, Sacred Reich con el Surf Nicaragua. Que recuerdos carajo. Al rock le han sobrado cronistas. Ahí está toda la generación joséagustiniana que ha escrito miles de páginas sobre el nacimiento del R&R en México, pero nadie se ha puesto a trabajar en una buena crónica del movimiento metalero en este país. Así las cosas, mientras la nostalgia me invade al escuchar Ripped from the Cross y Church of the Pentagram de Grotesque, ya estoy por la labor de escribir esa pequeña y extrema crónica de tan grandes días.