Entiendo perfectamente a quienes traicionan sus convicciones. Me parece muy sano que alguien crea en un dios, y un día, así como así, se transforme en ateo. Comprendo que alguien se declare adepto a una ideología política de la que después reniegue. Vaya, hasta el cambio de orientación sexual me parece justificable, pero eso sí, hay una traición que no soporto ni le justifico a nadie: Cambiar tu afición a un equipo de futbol. Quien es capaz de traicionar los colores de la camiseta a la que ha sido aficionado, es capaz de cualquier vileza y merece toda mi desconfianza.
Sunday, December 12, 2004
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