Eterno Retorno

Friday, October 22, 2004

Nortec

Me confieso un ignorante en la materia y siendo honesto, aún no aprendo a disfrutar de la música electrónica, sin embargo, confieso que me hubiera gustado muchísimo estar en la Alhóndiga de Granaditas escuchando a Nortec. En realidad me da orgullo saber que en el festival cultural más importante del país, un colectivo de Tijuana fue el gran triunfador. Por las crónicas que he leído en la página de mi amigo Pedro Beas (http://www.pgbeas.blogspot.com/) he constatado que Nortec fue quien puso a bailar a Guanajuato. El ver imágenes de nuestra querida Tijuana en los muros donde estuvieron colgadas las cabezas de Hidalgo y Allende es para mí un honesto motivo de orgullo. Quiero a esta ciudad y en verdad me siento muy contento de saber que la música auténticamente hecha en este terruño esté triunfando de esta manera. Tal vez esa tocada pudo haber sido el flechazo definitivo que me hiciera empezarle a agarrar saborcito a la electrónica. De cualquier manera, un abrazo de felicitación al buen amigo Beas y a todo el Colectivo. Con decirles que mi metalero corazón ya hasta está pensando en comprarse el nuevo disco de Nortec.



Fernando Vallejo

Muchas veces en este espacio me he confesado un asiduo lector de Fernando Vallejo. Pese a lo que digan, lo considero un nihilista auténtico, un prosista original, un tipo que sabe pintar de negro el humor como nadie en nuestra Latinoamérica. Los libros de Vallejo son capaces de matarme a carcajadas mientras juro llorando de risa que odio al mundo. Me lo recomendaron por ahí de 1997 como el creador de una gran narconovela que hacía pedazos a García Márquez y su Noticia de un secuestro. Fue así como llegué a La Virgen de los sicarios y me di cuenta que Vallejo es mucho más que un narconovelista. Pero honestamente disfruté mucho más Desbarrancadero y Rambla paralela. Por si fuera poco, leí Mi hermano el alcalde justo en la semana de elecciones en Baja California y confieso que nunca antes me había cagado tanto de la risa por nuestra miseria política.


Ello por no hablar de las coincidencias ideológicas. Tanto a Carolina como a mí, nos da mucho más tristeza el sufrimiento animal que el humano y por ello entendemos tan bien al señor Vallejo. Para mí, un ferviente defensor del aborto, la eutanasia y todas las formas posibles de anticoncepción, las frases de Vallejo en contra de las parturientas son música para mis oídos. Yo en efecto creo que muchos de los problemas del mundo se arreglarían si lográramos esterilizar a las masas miserables.

No coincido con las críticas tan estúpidas que he leído últimamente sobre la obra de Vallejo. Bueno, en Letras Libres lo comprendo: Alguien que tan sabiamente llama a Octavio Paz poeta de quinta, está condenado a ser vetado por Krauze y las putas de su congal.
Hace poco en un blog leí una crítica estúpida elaborada por un clásico teorreico que gusta de la literatura elegante de Gonzalo Garcés (a mí también me gusta Garcés, pero Vallejo es muy superior compadre) En fin, es viernes y no tengo tiempo para ocuparme de destrozar teorreicos.


La pregunta obligada es ¿Por qué no fui a la presentación de Vallejo en el Cecut? Fácil, porque los eventos literarios me aburren espantosamente. Me interesan los libros de Vallejo y esos los tengo en mi casa. Fernando Vallejo como persona no me interesa en lo más mínimo

Además, luego de leer una obra como Rambla paralela donde Vallejo defeca sobre el mundo de las ferias del libro y las farándulas editoriales, me sentiría un poco mal de ir a hacer comparsa a un circo que quiero creer que Vallejo debe odiar en su fuero interno.

Ignoro por qué se presta a esta clase de presentaciones si dice odiarlas. Tal vez sea el costo de estar en un consorcio como Alfaguara. La editorial te pasea por los centros culturales como una teibolera por las mesas que más aplauden y a Vallejo sólo le queda resignarse. O quién sabe, tal vez Vallejo ha construido su propia personalidad ficticia y en realidad es un rockstar como todos. Yo hubiera esperado alguien tan coherente como un Gabriel Zaid (el único ser digno y admirable del grupúsculo Vuelta) que se niega a las fotos y las entrevistas. En fin, que Vallejo le haga como quiera. Me interesan sus libros, no su persona (y sería muy dudoso que me interesara, pues es harto sabido que es puto). Por lo pronto, ya me imagino a los integrantes del Club de Toby, a los de siempre, a los blogueros que se venden a Conaculta, infaltables a toda presentación culturienta, presumiéndose admiradores de Vallejo (y eso que Vallejo no escribe en spanglish) En fin, de algo deben servir las presentaciones de libros. En lo personal, soy más feliz leyendo en casa.


Metal vs Punk

Como ya he dicho, jamás en la vida me he lamentado por perderme la presentación de un libro o la charla con un escritor.
Lamento perder un libro o no conseguirlo pero ¿Para qué carajos quiero ver aun escritor o escucharlo? No me interesa conocer escritores en realidad si quieren que sea honesto.
En cambio, cuando me pierdo un concierto al que deseo acudir, lo lamento toda la vida. Aún sufro por aquel concierto de HamerFall en San Diego que me perdí hace dos años o aquel concierto de Blind Guardian en 4&B que jamás se realizó, pues fue cancelado horas antes.

Como si en esta ciudad tan atiborrada de música que yo no alcanzo a comprender ni a disfrutar sobraran buenos conciertos, resulta que en un mismo día y a la misma hora coinciden un par de buenas tocadas a seis cuadras de distancia: Misfits y Tierra Santa.

Hace unos días, Cristina González, editora de Espectáculos, me dijo que si me interesaba cubrir el concierto de Misfits en el Jai Alai y yo dije, sobres, encantado de la vida.

Después de todo, he escuchado a Misfits durante años y es fecha que me sigo deleitando con sus rolas.
Sí, ya se que hoy en día Misfits es una caricatura de si mismo. Su alma es y será el señor Danzig, nunca Jerry Only y la verdad es que el gancho más o menos fuerte para acudir es escuchar como se las gasta Marky Ramone en los tambores. Pero bueno, una tocada punketa no le cae mal a nadie en este mundo. Después de todo, pasé felices noches en mi adolescencia escuchando Die my Darling, Astro Zombies, Ghouls Night, 20 eyes y sin duda me la pasaré bien escuchándolos.


Así las cosas, quedé acreditado para ir a cubrir la tocada de esta banduka. Todo iba muy bien, pero esta tarde, caminando por la Revo, vi un flyer pequeño que anunciaba la presencia de los riojanos Tierra Santa en el Hard Rock Café. Vaya que tienen graves problemas de promoción y publicidad en el Hard Rock. A menudo traen buenas tocadas y yo jamás me entero. De esta me enteré por mera casualidad. Tierra Santa es junto con sus compatriotas de Saratoga, la mejor propuesta actual de Heavy Metal en la lengua de Cervantes. Los riffs de Tierra Santa son típicamente Maiden. No por nada la primera vez que escuché a Tierra Santa fue en un tributo a la Doncella de Hierro. Con Tierra Santa haga usted de cuenta que está escuchando el Powerslave. Unos riffs idénticos. Es Maiden puro. Pero aquí viene el dilema, grave dilema, pues ya me comprometí laboralmente para cubrir a Misfits. Y digo, no es que me moleste la banda de Jerry Only. En realidad me agrada mucho, pero honestamente preferiría ir a escuchar a Tierra Santa, así que mientras esté en el Jai Alai escuchando los riffs facilones e infantiloides propios del punk, me lamentaré al saber que a seis cuadras alguien estará ejecutando riffs virtuosos, elegantes, llenos de la maestría propia del buen Heavy Metal.

Y es que en la esfera de mis gustos Heavy Metal mata punk. Digamos que el punk me divierte, está bien para pasar el rato, tomarte unos pistos, bailar dos tres alegrón, pero el Metal es la música de mi espíritu. El punk siempre será como un hermanito juguetón y chistoso con quien te la pasas bien contando chistes, pero que jamás podrá aspirar al virtuosismo heavy.

Tierra Santa es bastante desconocido por estos horizontes y doy por hecho que habrá poquísima gente en el Hard Rock Café. Aunque la considero una banda con muchísimo más virtuosismo que un Rata Blanca por ejemplo, sólo los grandes conocedores de la escena europea saben valorar a esta pandilla de Logroño.

Ni pex compas. El deber es primero. Trataré de disfrutar a los Misfits en la medida de lo posible.

PD- Para que vean en Tijuana sobran tocadas de rock, todas en un mismo día y a la misma hora, el mismo sábado por la noche se presentan los chilangos de Maldita Vecindad, una banda que me genera una repugnancia infinita. Todas esas banduchas chilangas de rock llámese Maldita, la Cuca, la Lupe, Castañeda, Doctor Cerebro, Café Tacuba (bueno confieso que Café Tacuba sí me parece el colmo de lo despreciable y la sitúo un escalón más abajo aún) y todo ese mierdero, siempre lo he odiado con fervor. Ni siquiera en medio de una borrachera alegre soy capaz de tolerarlas. Debe ser porque toda esa pinche basura se puso de moda cuando yo trabajaba en una tienda de discos, a mis 16 años, (cuando yo no toleraba escuchar nada que no fuera Metal o Hard Core). Y no señores, no soy racista con el rock mexicano. En mi enorme colección de discos hay hartos grupos nacionales, pero de Metal Mexicano, no de mierderos como los malditos. De eso que llaman rock nacional, dos- tres me pasa únicamente Santa Sabina, los primeros Caifanes, el TRI por nostalgia (ese sí que cae bien para las pedas de tequila) y el Rockdrigo. Ahí le paramos.