La nariz de Conaculta huele la blogósfera
Un blog es la forma de expresión narrativa en que su creador se proyecta de manera más pura, más auténtica, sin ninguna clase de directriz o regulación.
Si bien la blogósfera no está exenta de tristes casos de autocensura u otros que lo utilizan vilmente como espacios de autopromoción (cosa que después de todo es válida, pues aquí no hay reglas) sigo creyendo que quien escribe una bitácora como ésta lo hace de manera honesta y desinteresada.
Aunque seas un Apollinare o un Sade, el proceso de edición de un libro te somete a ciertos lineamientos y criterios. De entrada, estás sometido a un ejército de correctores. Además, deberás ajustarte a aquello que una editorial considera provechoso para sí misma. No he sabido de la existencia de buenos samaritanos en el universo del papel. A menos que te autopubliques, siempre estarás sujeto a un lineamiento. Por eso defiendo tanto a la blogósfera.
Gracias a la página de mi colega bloguero el Charquito, he tenido conocimiento de que los burócratas de la cultura por fin se han enterado de que hay todo un fenómeno revolucionario llamado blogósfera. Algo está pasando, le habrá dicho su achichincle a Doña Sari Bermúdez. Los jóvenes están creando cosas en Internet. No podemos estar fuera ni quedar al margen de la moda, hay que meter nuestra cuchara, darles becas, reconocimiento, agasajarlos. Por favor, achichincle, llame usted a los tipos más representativos de esta cosa que ¿cómo se llama? Ah sí, esos, los blogs.
Por supuesto, ya sabemos cuáles son los nombres de blogueros tijuanenses que por ley deben aparecer en la agenda de todo burócrata cultural.
Que Conaculta meta su nariz en la blogósfera no va a cambiar en nada este fenómeno ni creo que le aporte nada bueno. ¿Lo perjudicará? No creo. Los perjudicados serán en todo caso aquellos creadores de blogs que en narcisístico afán de una dosis de reconocimiento o en urgente necesidad de agenciarse unas monedas, sucumban a los lineamientos o las lisonjas de Sari Bermúdez. Por lo demás, la blogósfera seguirá girando como gira el mundo y gira la literatura sin que un evento de estos lo influya en lo más mínimo.
Claro, ya nada más falta y no me extrañaría nada que ello ocurriera, que al rato Conaculta otorgue becas por elaborar un blog. Háganme ustedes el pinche favor. Ahora resulta que voy a postular para que el Gobierno Federal, con el dinero de los impuestos de los ciudadanos mexicanos, me pague a mí por elaborar mi pinche diario cibernético. ¿No sería el colmo de los colmos del ridículo en un país como este? Señores de los tres niveles de gobierno: yo los exhorto de la manera más atenta a que con el dinero que destinarán a pagar el mal vino, las galletas rancias y los honorarios de los participantes en el Encuentro de Escritores, mejor se dignen a tapar los mil y un baches que se han abierto en las calles de Tijuana como consecuencia de las lluvias que caen sobre nosotros en este momento o que mínimo les echen una manita a los reubicados de las zonas marginadas cuyas casas quedarán sepultadas en el lodo si Tlaloc sigue tan perseverante como hasta ahora.
De entrada, si Dios, la Santísima Muerte o la Sagrada Aleatoriedad no disponen otra cosa (nunca le cierro la puerta a los imprevistos y menos cuando está lloviendo) los días 11, 12 y 13 de noviembre yo estaré muy lejos de México y de América, así que ni siquiera tendré que cuestionarme si debo o no acudir. Por lo demás, aunque estuviera aquí, doy por hecho que no acudiría. ¿Por qué? Por la misma razón por la que no he acudido a ni un solo evento cultural o literario en años. Fuera de la presentación de La Mara de mi maestro Rafael Ramírez Heredia, presentada el pasado mes de junio, (y eso sólo porque se trataba Ramírez Heredia, escritor a quien profeso infinito respeto), no me he parado en un solo evento cultural y literario en más de cinco años y no pienso pararme en el futuro. ¿Por qué? Por la simple y sencilla razón de que me aburren soberanamente. No le demos más vueltas al asunto. No es una posición ideológica o un boicot. Es simplemente que tengo mejores y más interesantes cosas que hacer. El acudir o no acudir al foro de literatura en internet, puedo asegurar que no va a cambiar en lo más mínimo los conceptos que tengo sobre la narrativa en la red, no me aportará nada en lo absoluto y no me revelará nada que yo no sepa.
Sentar a tres tipos aburridísimos (no se quiénes vayan a ser pero doy por hecho que serán aburridos, eso se sobrentiende y que para colmo leerán sus textos, pues no tienen capacidad de improvisación en oratoria) a disertar sobre las posibilidades narrativas del blog en un foro cultural mientras los menos de 15 asistentes (todos ellos amigos o compadres de los exponentes) bostezan en sus sillas y aguardan que llegue la hora de degustar el mal vino y adular a los pudientes, no va a modificar ni a influir en lo más mínimo el fenómeno de la blogósfera.
En el preciso instante en que esos tres tipos aburridos y espantosamente domésticos eructen sus teorías sobre lo que debe ser una bitácora en internet, habrá miles de cibernautas que estarán haciendo lo que es verdaderamente importante en este mundo: Bloguear. ¿Quieres saber lo que es el blog? Pues muy simple, ponte a bloguear. Descúbrelo tú mismo y fórmate tus propias teorías. Si quieres que te sea honesto, es bastante fácil. Cualquier persona con un mínimo de materia gris y una computadora enfrente puede crear su propio blog. ¿Quieres conocer los alcances literarios del fenómeno de la blogósfera? Pues vívelos y descúbrelos. Si tienes un poco de sentido común y tu ego no padece diarrea, te prometo que te la pasarás muy bien por estos rumbos.
¿Quieres emprender un gran proyecto en la blogósfera? Carajo, no necesitas a Conaculta amigo mío. Ahí está el ejemplo del taller Hipertextos, sin una de las ideas más brillantes que he visto surgir en la red. Mi reconocimiento a Bruno Ruiz, que tuvo una muy buena idea, la llevó a cabo y el resultado fue un ejercicio de creación de lo más diverso y productivo que puso de manifiesto las infinitas y constructivas posibilidades de este universo. No creo que Bruno haya necesitado una beca de Conaculta o de un soporífero encuentro de literatos para emprender un taller que por sí solo tiene mucha más capacidad de convocatoria e influencia que cualquier evento oficialista auspiciado por presupuesto gubernamental. Hipertextos es un ejemplo de las grandes cosas que se pueden hacer en la blogósfera con mucha creatividad, cero presupuesto y capacidad de convocatoria.
Extrañamente, los que se autodefinen padrinos de la blogósfera, grandes animadores de la literatura cibernética, gurús capaces de revelarnos verdades, son tipos que son muy inconstantes en su forma de bloguear, que a veces pasan largos días sin escribir por estos rumbos y que dedican mucho de su tiempo a auto promoverse. Los blogueros que tienen más lectores, son extrañamente aquellos que nada tienen que ver con el mundo oficial de la literatura.
Ahora, la pregunta obligada: ¿Estoy en contra de que se realicen este tipo de eventos? ¿Pienso emprender un boicot? ¿Me afecta a mí de alguna manera? En lo más mínimo señores. Ahora sí que por mí se la pueden arrancar.
De cualquier manera, si una cosa puedo asegurarles de antemano, es que ninguno de los creadores de las bitácoras electrónicas más leídas e influyentes de Tijuana estará presente en ese foro.
Un blog es la forma de expresión narrativa en que su creador se proyecta de manera más pura, más auténtica, sin ninguna clase de directriz o regulación.
Si bien la blogósfera no está exenta de tristes casos de autocensura u otros que lo utilizan vilmente como espacios de autopromoción (cosa que después de todo es válida, pues aquí no hay reglas) sigo creyendo que quien escribe una bitácora como ésta lo hace de manera honesta y desinteresada.
Aunque seas un Apollinare o un Sade, el proceso de edición de un libro te somete a ciertos lineamientos y criterios. De entrada, estás sometido a un ejército de correctores. Además, deberás ajustarte a aquello que una editorial considera provechoso para sí misma. No he sabido de la existencia de buenos samaritanos en el universo del papel. A menos que te autopubliques, siempre estarás sujeto a un lineamiento. Por eso defiendo tanto a la blogósfera.
Gracias a la página de mi colega bloguero el Charquito, he tenido conocimiento de que los burócratas de la cultura por fin se han enterado de que hay todo un fenómeno revolucionario llamado blogósfera. Algo está pasando, le habrá dicho su achichincle a Doña Sari Bermúdez. Los jóvenes están creando cosas en Internet. No podemos estar fuera ni quedar al margen de la moda, hay que meter nuestra cuchara, darles becas, reconocimiento, agasajarlos. Por favor, achichincle, llame usted a los tipos más representativos de esta cosa que ¿cómo se llama? Ah sí, esos, los blogs.
Por supuesto, ya sabemos cuáles son los nombres de blogueros tijuanenses que por ley deben aparecer en la agenda de todo burócrata cultural.
Que Conaculta meta su nariz en la blogósfera no va a cambiar en nada este fenómeno ni creo que le aporte nada bueno. ¿Lo perjudicará? No creo. Los perjudicados serán en todo caso aquellos creadores de blogs que en narcisístico afán de una dosis de reconocimiento o en urgente necesidad de agenciarse unas monedas, sucumban a los lineamientos o las lisonjas de Sari Bermúdez. Por lo demás, la blogósfera seguirá girando como gira el mundo y gira la literatura sin que un evento de estos lo influya en lo más mínimo.
Claro, ya nada más falta y no me extrañaría nada que ello ocurriera, que al rato Conaculta otorgue becas por elaborar un blog. Háganme ustedes el pinche favor. Ahora resulta que voy a postular para que el Gobierno Federal, con el dinero de los impuestos de los ciudadanos mexicanos, me pague a mí por elaborar mi pinche diario cibernético. ¿No sería el colmo de los colmos del ridículo en un país como este? Señores de los tres niveles de gobierno: yo los exhorto de la manera más atenta a que con el dinero que destinarán a pagar el mal vino, las galletas rancias y los honorarios de los participantes en el Encuentro de Escritores, mejor se dignen a tapar los mil y un baches que se han abierto en las calles de Tijuana como consecuencia de las lluvias que caen sobre nosotros en este momento o que mínimo les echen una manita a los reubicados de las zonas marginadas cuyas casas quedarán sepultadas en el lodo si Tlaloc sigue tan perseverante como hasta ahora.
De entrada, si Dios, la Santísima Muerte o la Sagrada Aleatoriedad no disponen otra cosa (nunca le cierro la puerta a los imprevistos y menos cuando está lloviendo) los días 11, 12 y 13 de noviembre yo estaré muy lejos de México y de América, así que ni siquiera tendré que cuestionarme si debo o no acudir. Por lo demás, aunque estuviera aquí, doy por hecho que no acudiría. ¿Por qué? Por la misma razón por la que no he acudido a ni un solo evento cultural o literario en años. Fuera de la presentación de La Mara de mi maestro Rafael Ramírez Heredia, presentada el pasado mes de junio, (y eso sólo porque se trataba Ramírez Heredia, escritor a quien profeso infinito respeto), no me he parado en un solo evento cultural y literario en más de cinco años y no pienso pararme en el futuro. ¿Por qué? Por la simple y sencilla razón de que me aburren soberanamente. No le demos más vueltas al asunto. No es una posición ideológica o un boicot. Es simplemente que tengo mejores y más interesantes cosas que hacer. El acudir o no acudir al foro de literatura en internet, puedo asegurar que no va a cambiar en lo más mínimo los conceptos que tengo sobre la narrativa en la red, no me aportará nada en lo absoluto y no me revelará nada que yo no sepa.
Sentar a tres tipos aburridísimos (no se quiénes vayan a ser pero doy por hecho que serán aburridos, eso se sobrentiende y que para colmo leerán sus textos, pues no tienen capacidad de improvisación en oratoria) a disertar sobre las posibilidades narrativas del blog en un foro cultural mientras los menos de 15 asistentes (todos ellos amigos o compadres de los exponentes) bostezan en sus sillas y aguardan que llegue la hora de degustar el mal vino y adular a los pudientes, no va a modificar ni a influir en lo más mínimo el fenómeno de la blogósfera.
En el preciso instante en que esos tres tipos aburridos y espantosamente domésticos eructen sus teorías sobre lo que debe ser una bitácora en internet, habrá miles de cibernautas que estarán haciendo lo que es verdaderamente importante en este mundo: Bloguear. ¿Quieres saber lo que es el blog? Pues muy simple, ponte a bloguear. Descúbrelo tú mismo y fórmate tus propias teorías. Si quieres que te sea honesto, es bastante fácil. Cualquier persona con un mínimo de materia gris y una computadora enfrente puede crear su propio blog. ¿Quieres conocer los alcances literarios del fenómeno de la blogósfera? Pues vívelos y descúbrelos. Si tienes un poco de sentido común y tu ego no padece diarrea, te prometo que te la pasarás muy bien por estos rumbos.
¿Quieres emprender un gran proyecto en la blogósfera? Carajo, no necesitas a Conaculta amigo mío. Ahí está el ejemplo del taller Hipertextos, sin una de las ideas más brillantes que he visto surgir en la red. Mi reconocimiento a Bruno Ruiz, que tuvo una muy buena idea, la llevó a cabo y el resultado fue un ejercicio de creación de lo más diverso y productivo que puso de manifiesto las infinitas y constructivas posibilidades de este universo. No creo que Bruno haya necesitado una beca de Conaculta o de un soporífero encuentro de literatos para emprender un taller que por sí solo tiene mucha más capacidad de convocatoria e influencia que cualquier evento oficialista auspiciado por presupuesto gubernamental. Hipertextos es un ejemplo de las grandes cosas que se pueden hacer en la blogósfera con mucha creatividad, cero presupuesto y capacidad de convocatoria.
Extrañamente, los que se autodefinen padrinos de la blogósfera, grandes animadores de la literatura cibernética, gurús capaces de revelarnos verdades, son tipos que son muy inconstantes en su forma de bloguear, que a veces pasan largos días sin escribir por estos rumbos y que dedican mucho de su tiempo a auto promoverse. Los blogueros que tienen más lectores, son extrañamente aquellos que nada tienen que ver con el mundo oficial de la literatura.
Ahora, la pregunta obligada: ¿Estoy en contra de que se realicen este tipo de eventos? ¿Pienso emprender un boicot? ¿Me afecta a mí de alguna manera? En lo más mínimo señores. Ahora sí que por mí se la pueden arrancar.
De cualquier manera, si una cosa puedo asegurarles de antemano, es que ninguno de los creadores de las bitácoras electrónicas más leídas e influyentes de Tijuana estará presente en ese foro.