Milena Herzingova encontró por azar un volumen de Apuntes históricos de la fundación, auge y decadencia de la Nueva Daxdalia, en una biblioteca pública de Manheimm.
Lo suyo fue un Seredípiti puro, me dijo Amber Aravena la noche de su llegada a Hacienda del Mar.
Milena acudió a esa biblioteca sin mucha convicción, o diríase más bien por matar el aburrimiento, a ver si de pura casualidad se podía encontrar una traducción al checo de los Nueve Libros de la Historia de Herodoto.
Milena leía perfectamente en alemán, me aclaró Amber, pero luego de varios meses lejos de su patria checa, empezaba a experimentar los síntomas de lo que ella llamaba una sobredosis germánica.
Cuando comenzaba a sentirse así, me explicó Amber, Milena necesitaba borrar al menos por un par de días cualquier vestigio del idioma alemán, lo cual le resultaba imposible las más de las veces.
Pero aquel fin de semana Milena debía concluir forzosamente el Capítulo Doce de su tesis doctoral, titulada ?Cosmovisión y metafísica de los continentes imaginarios de la Edad Antigua? y le era imprescindible hacer una consulta a Herodoto, para efectos de comparar la concepción geográfica helénica, con la de las culturas del Lejano Oriente. A Milena le interesaba de sobremanera indagar el concepto que se tenía del Oceáno Pacífico en tiempos de Herodoto.
Como era de esperarse, me dijo Amber, Milena no pudo encontrar más que las típicas ediciones en alemán del Padre de la Historia.
Luego de tres horas de leer a Herodoto en la lengua de Goethe y con rebelde afán de sumergirse en cualquier texto con tal de que no estuviera escrito en germano, Milena Herzingova se entretuvo hojeando los poquísimos libros en español que había en la biblioteca, aunque su entendimiento de la lengua de Cervantes es menos que básico.
Luego de más de media hora de intentar entretenerse con los colores de las portadas, el corazón de Milena dio un vuelco. Bueno, eso es lo que me dijo Amber Aravena la noche de su llegada, mientras mirábamos al Pacífico y atiborrábamos los pulmones de un tabaco pendenciero. La emoción de Milena debe haber sido enorme, un latigazo puro y sin duda le costó trabajo hacerse a la idea de que no estaba soñando, me aseguró Amber, como si ella misma hubiera estado ahí esa tarde junto a su amiga en la biblioteca pública de Manheimm. Es cierto, Milena apenas si entendía español, pero le bastó ver la palabra ?Daxdalia? escrita en la carátula del libro, para caer en la cuenta de que su tesis, su carrera profesional y acaso toda su vida se partiría en dos mitades: antes y después de esa tarde.
Justamente entre El luto humano de José Revueltas y La borra del café de Benedetti, Milena encontró un volumen que llamó su atención en un principio por lo gastado de sus pastas de color que alguna vez fue amarillo.
El flechazo que le dio la lectura de la palabra ?Daxdalia? fue inmediato y tal vez, supone Amber, la emoción le duró tanto tiempo, que acaso se haya tardado unos cuantos minutos en reparar en el título completo de la obra y en el nombre del autor: Apuntes históricos de la fundación, auge y decadencia de la Nueva Daxdalia de Galaor Zuazua. La edición, primera y sin duda única, tenía fecha de 1961. En la contraportada sólo aparecía un sello de la Sociedad de Historia de Tijuana.
Lo que Milena hizo en ese momento, enfatizó Amber Aravena, fue lo más absolutamentecorrecto que debe hacer cualquier persona cuando en un de repente se topa en la mitad del camino con el objeto más buscado o con el ser amado. Sí, digamos que Milena pudo haber ido con el encargado de la biblioeca y preguntarle los detalles del libro. ¿Dónde lo consiguieron? ¿Cómo llegó hasta ahí? ¿Cuánta gente lo consultaba? Pero Milena no es ninguna pendeja, afirmó Amber casi suspirando mientras sostenía entre los dedos el ya moribundo cigarro.
Sin siquiera asegurarse que nadie la observara, Milena se guardó el libro en la chamarra y salió de la biblioteca.
Amber piensa que debe haber ido tan exitada con su hallazgo, que sin duda fue caminando por las calles de Manheimm leyendo o intentando leer la obra de Zuazua, sin pensar siquiera en las consecuencias negativas que pudiera tener el ser descubierta in fraganti como ladrona de un libro en la biblioteca pública.
De cualquier manera y pese a su emoción, el limitadísimo español de Milena no le dio para entender mucho más que la palabra Daxdalia, pues según me dijo Amber, ese día recibió en su casa de Oregon una llamada urgente de su amiga checa, que imploraba su ayuda para tratar de traducir la obra.
Milena Herzingova ha dedicado casi cuatro años de investigación para conformar su todavía inconclusa tesis doctoral. En ella trata de documentar la existencia de hechos o fundamentos históricos como justificantes del nacimiento de mitos sobre tierras consideradas por los historiadores serios como absolutamente imaginarias.
Partiendo de la leyenda de la Atlantida, Milena profundiza en la génesis de los cuentos sobre terruños mitológicos que de una u otra forma han estado presentes en todas las culturas del mundo antiguo.
Con lo que hasta le fecha tiene escrito, me aseguró Amber, Milena podría haber entregado su tesis y sin duda hubiera sido aprobada por los más estrictos sinodales de la Universidad de Leipzig.
Pero el tema de la Nueva Daxdalia se volvió su eslabón perdido y tal vez por eso mismo su incurable obsesión.
Por supuesto que en su tesis Milena dedicaba un extenso capítulo al mito original de Daxdalia en el que hablaba del explendor y caída de Drudolph, el culto del Zaffra Burdakk, las Montañas de los Gigantes y las Zonas Muertas del Hielo. Pero sentía que no podía poner punto final a su trabajo hasta no resolver el enigma de la supuesta emigración de los sobrevivientes de la caída del Bajo Drudolph a una extraña isla del Pacífico.
Hasta antes del hallazgo del libro, sólo tres fuentes habían sugerido indirectamente a Milena la existencia de la Nueva Daxdalia. La primera de ellas fueron los fragmentos de los versos de Anastáfulus, un poeta épico cretense sobre cuya vida apenas se tienen datos. Se cree que Anastáfulus pudo ser contemporáneo de Homero. En sus versos narra el éxodo hacia los mares de Oriente de un grupo de sacerdotes del Zaffra Burdakk, quienes huyeron a bordo de unas balsas de madera tras la destrucción del Bajo Drudolph.
De la obra de Anastáfulus apenas se tienen fragmentos y en ellos únicamente se habla de las aventuras de los sacerdotes Zaffra Burdakk en alta mar, sin que en alguno de los poemas se hable o siquiera insinue si alguna vez llegaron a establecerse en tierra alguna.
La segunda fuente es la obra del marinero sueco Joacim Dronjak, quien vivió en Gotenburgo en el Siglo XVII. Cronista de sus largos viajes, historiador y novelista, Dronjak siempre vivió obsesionado por todo lo que tuviera que ver con el tema de los caballeros templarios de Suecia. Su labor como historiador es más que cuestionada, pues además de su conocida adicción al opio, jamás recurrió a fuentes formales de investigación y a menudo empapaba de fantasías sus libros de historia, con tal de demostrar que los caballeros templarios suecos se habían expandido por todo el mundo luego de que Saladino le arrebató Jerusalén a los cristianos. El pasaje que más interesa a Milena, es aquel en el que se narra el viaje de 17 caballeros templarios pertenecientes al escuadrón de la Caída del Martillo quienes a bordo de un bergantín llegaron hasta los mares de Oriente y siguieron su travesía hasta dar con unas exrañas islas que miles de años atrás habían sido colonizadas por sacerdotes prófugos del Bajo Drudolph. Dronjak es quien utiliza el término de Nueva Daxdalia para referirse a esas islas que según él, están a unos pocos kilómetros del Continente Americano. El narrador sueco jamás especifica si los caballeros de la Caída del Martillo llegaron alguna vez a tierra continental, aunque sostiene que poblaron las islas y que en ellas tuvieron descendencia con las mujeres que en ahí habitaban. ¿ Vivían ahí sacerdotizas Zaffra Burdakk? Dronjak jamás resuelve esa que es una de las mayores dudas de la investigadora checa.
La tercera fuente de Milena no fue un libro, ni un mito teológico o tesis historiográfica. Fue un borracho al que le tocó atender como cliente en el primero de los dos aciágos veranos en que para poder costear sus estudios, tuvo que trabajar como prostituta en el Reperbahn de Hamburgo. El borracho llegó con Milena casi a las cinco de la mañana. Se llamaba, o dijo llamarse, Robinson Santibañez, orgullosamente chicano, habitante de Las Carpas California. Era, le dijo Milena a Amber semanas después, uno de esos tipos que después de una parranda agotadora, sólo deseaba estar a lado de una mujer desnuda para ver el amanecer. Luego de una ordinaria conversación, Milena comentó a su cliente que estaba por terminar su tesis y le extrañó de sobremanera que éste le preguntara sobre qué trataba. Tiempo después, Milena confesó a Amber sentirse extrañada de si misma por haberle hablado con tal seriedad al borracho. Vaya, Milena consideraba a su tesis algo tan sagrado, que no perdería el tiempo tratando de explicar su contenido a un embrio irreverente. Pero enorme fue su sorpresa cuando con la voz atropellada, el chicano le contó que en su niñez había escuchado hablar a un tío de esa famosa Nueva Daxdalia. El tío loco que nunca falta en toda familia, dijo Robinson Santibáñez. Se llamaba Galaor y daba clases en Tijuana. Milena lo empezó a cuestionar como haría un inspector de policía frente a un sospechoso, pero para entonces el chicano ya estaba cabeceando. Tratando de reanimarlo, Milena dijo estar dispuesta a darle gratis el sexo más exótico o aberrante que pasara por su cabeza, pero para entonces Santibañez ya roncaba. Contrario a su costumbre, Milena se quedó en el cuarto de hotel a esperar a que su cliente despertara. Cuando esto sucedió, pasado el medio día, Milena reiteró su oferta: Se convertiría en su esclava sexual por un día y cumpliría cualquier capricho si le platicaba a profundidad todo lo que su tío le había dicho sobre la Nueva Daxdalia, pero el chicano, víctima de una cruda espantosa , dijo no recordar nada. Le pagó la cuota de la noche anterior y le pidió por favor que se marchara, pues con semejante resaca a cuestas no le apetecía nada de sexo exótico.
No hagas caso, el tío Galaor decía puras pendejadas, estaba loco, gritó Robinson desde el baño cuando Milena, furiosa, abandonaba la habitación.
Ese encuentro, me comentó Amber, ocurrió poco menos de dos años antes de que Milena encontrara el libro de Galaor Zuazua en la biblioteca de Manheimm
Durante los seis días siguientes al hallazgo del libro, Milena estuvo llamando a Amber a Portland para que le ayudara a traducir. Al sexto día se había acabado sus magros ahorros en pagar las tarjetas telefónicas para llamadas de larga distancia. Sin un centavo en la bolsa, Milena tuvo que volver a las andadas de su antiguo oficio emergente. Se acostó con tres o cuatro muchachos ricos de la Universidad y logró reunir los dólares suficientes para pagarse un pasaje de Munich a San Diego California a donde llegó con las monedas apenas suficientes para tomar el trolley hasta Tijuana, en donde tenía la firme intención de encontrar a Galaor Zuazua.
Exodos absurdos del Bajo Drudolph
En la contraportada del libro que Milena Herzingova robó de la biblioteca pública de Manheimm Alemania, se lee que Galaor Zuazua Cota nació en el Municipio de Tecate un 6 de octubre de 1943.
Estudiante de la preparatoria Lázaro Cárdenas, realizó estudios de derecho en la Universidad Autónoma de Nuevo León, donde se tituló en 1966, para luego partir a la Universidad Belgrano en Argentina donde se inscribió a una maestría en Historia de las Culturas.
Su tesis, titulada Mitos y falacias en torno a la aparición del hombre americano, estuvo envuelta en la polémica, pues rechazaba ferozmente la hipótesis del cruce de tribus por el Estrecho de Behering en Alaska.
Sin un mínimo de rigor científico en sus investigaciones, una pandilla de teorreícos se ha dedicado a darnos atole con el dedo durante años, postuló Galaor en uno de sus artículos más incendiarios.
De acuerdo con la hipótesis de Galaor, las culturas del Pacífico Oriental habían desarrollado avanzadas técnicas de navegación y eran capaces de recorrer cientos de kilómetros en mar abierto.
El punto más discutido de toda la obra de Galaor, y sin duda el que motivó a la estudiante checa Milena Herzingova a viajar hasta Baja California, es el referente al contacto entre las culturas isleñas del Pacífico Oriental con las hordas exiliadas del Bajo Drudolph y Zacrozzdahal. Según el historiador tecatense, los prófugos de Daxdalia, todos practicantes del culto Zaffra Burdakk, habrían enseñado a los isleños las técnicas de fabricación de grandes navios con madera de cedro, capaces de resistir las agresivas corrientes del Pacífico. Es obvio, sostiene Galaor, que siendo practicantes de un culto eminentemente lunar como el Zaffra Burdakk, los de Daxdalia enseñaron a los isleños a elegir sus días de navegación guiados por las fases de la luna.
Ayudados por las fuertes corrientes que se registran en otoño y por vientos inusualmente benignos y favorables, los exiliados de Daxdalia, acompañados por al menos 40 isleños, habrían llegado a las cuatro islas que el historiador sueco Dronjack bautizó como Nueva Daxdalia.
Amber y yo pasamos las primeras cuatro noches que siguieron a nuestro encuentro platicando sobre las teorías de Galaor. Ella penaba que Galaor en efecto existía o había existido y su única duda era si se trataba de un genial visionario o un demente empeñado en materializar sus alucinaciones. Yo en cambio pensaba que Galaor mismo era una ficción, un personaje inventado por algún investigador excéntrico que al no querer hacerse responsable de una hipotesis alocada, decidió atribuirla primero a un personaje inexistente para medir las reacciones que suscitaba en los círculos académicos. Pensaba esto porque como periodista me di a la tarea de investigar en la Sociedad de Historia de Tijuana el paradero de Galaor Zuazua. Mis intentos fueron infructuosos. Lorenzo Carvajal, presidente de la Sociedad de Historia de Tijuana y Argemiro Montaño, decano de los cronistas de la ciudad, negaron que hubiera existido algún historiador llamado Galaor Zuazua en toda la historia de la Sociedad. Lo que más les preocupaba, aunque yo fingí demencia y argumenté no estar seguro, era que alguien hubiera podido violar los sellos de la Sociedad de Historia de Tijuana para producir obras apócrifas. Aunque jamás tuve la oportunidad e ver el libro amarillo que Milena robó de la Biblioteca de Manheimm, en las copias que Amber me enseñó podía verse claramente el sello de la Sociedad de Historia de Tijuana.
Lo suyo fue un Seredípiti puro, me dijo Amber Aravena la noche de su llegada a Hacienda del Mar.
Milena acudió a esa biblioteca sin mucha convicción, o diríase más bien por matar el aburrimiento, a ver si de pura casualidad se podía encontrar una traducción al checo de los Nueve Libros de la Historia de Herodoto.
Milena leía perfectamente en alemán, me aclaró Amber, pero luego de varios meses lejos de su patria checa, empezaba a experimentar los síntomas de lo que ella llamaba una sobredosis germánica.
Cuando comenzaba a sentirse así, me explicó Amber, Milena necesitaba borrar al menos por un par de días cualquier vestigio del idioma alemán, lo cual le resultaba imposible las más de las veces.
Pero aquel fin de semana Milena debía concluir forzosamente el Capítulo Doce de su tesis doctoral, titulada ?Cosmovisión y metafísica de los continentes imaginarios de la Edad Antigua? y le era imprescindible hacer una consulta a Herodoto, para efectos de comparar la concepción geográfica helénica, con la de las culturas del Lejano Oriente. A Milena le interesaba de sobremanera indagar el concepto que se tenía del Oceáno Pacífico en tiempos de Herodoto.
Como era de esperarse, me dijo Amber, Milena no pudo encontrar más que las típicas ediciones en alemán del Padre de la Historia.
Luego de tres horas de leer a Herodoto en la lengua de Goethe y con rebelde afán de sumergirse en cualquier texto con tal de que no estuviera escrito en germano, Milena Herzingova se entretuvo hojeando los poquísimos libros en español que había en la biblioteca, aunque su entendimiento de la lengua de Cervantes es menos que básico.
Luego de más de media hora de intentar entretenerse con los colores de las portadas, el corazón de Milena dio un vuelco. Bueno, eso es lo que me dijo Amber Aravena la noche de su llegada, mientras mirábamos al Pacífico y atiborrábamos los pulmones de un tabaco pendenciero. La emoción de Milena debe haber sido enorme, un latigazo puro y sin duda le costó trabajo hacerse a la idea de que no estaba soñando, me aseguró Amber, como si ella misma hubiera estado ahí esa tarde junto a su amiga en la biblioteca pública de Manheimm. Es cierto, Milena apenas si entendía español, pero le bastó ver la palabra ?Daxdalia? escrita en la carátula del libro, para caer en la cuenta de que su tesis, su carrera profesional y acaso toda su vida se partiría en dos mitades: antes y después de esa tarde.
Justamente entre El luto humano de José Revueltas y La borra del café de Benedetti, Milena encontró un volumen que llamó su atención en un principio por lo gastado de sus pastas de color que alguna vez fue amarillo.
El flechazo que le dio la lectura de la palabra ?Daxdalia? fue inmediato y tal vez, supone Amber, la emoción le duró tanto tiempo, que acaso se haya tardado unos cuantos minutos en reparar en el título completo de la obra y en el nombre del autor: Apuntes históricos de la fundación, auge y decadencia de la Nueva Daxdalia de Galaor Zuazua. La edición, primera y sin duda única, tenía fecha de 1961. En la contraportada sólo aparecía un sello de la Sociedad de Historia de Tijuana.
Lo que Milena hizo en ese momento, enfatizó Amber Aravena, fue lo más absolutamentecorrecto que debe hacer cualquier persona cuando en un de repente se topa en la mitad del camino con el objeto más buscado o con el ser amado. Sí, digamos que Milena pudo haber ido con el encargado de la biblioeca y preguntarle los detalles del libro. ¿Dónde lo consiguieron? ¿Cómo llegó hasta ahí? ¿Cuánta gente lo consultaba? Pero Milena no es ninguna pendeja, afirmó Amber casi suspirando mientras sostenía entre los dedos el ya moribundo cigarro.
Sin siquiera asegurarse que nadie la observara, Milena se guardó el libro en la chamarra y salió de la biblioteca.
Amber piensa que debe haber ido tan exitada con su hallazgo, que sin duda fue caminando por las calles de Manheimm leyendo o intentando leer la obra de Zuazua, sin pensar siquiera en las consecuencias negativas que pudiera tener el ser descubierta in fraganti como ladrona de un libro en la biblioteca pública.
De cualquier manera y pese a su emoción, el limitadísimo español de Milena no le dio para entender mucho más que la palabra Daxdalia, pues según me dijo Amber, ese día recibió en su casa de Oregon una llamada urgente de su amiga checa, que imploraba su ayuda para tratar de traducir la obra.
Milena Herzingova ha dedicado casi cuatro años de investigación para conformar su todavía inconclusa tesis doctoral. En ella trata de documentar la existencia de hechos o fundamentos históricos como justificantes del nacimiento de mitos sobre tierras consideradas por los historiadores serios como absolutamente imaginarias.
Partiendo de la leyenda de la Atlantida, Milena profundiza en la génesis de los cuentos sobre terruños mitológicos que de una u otra forma han estado presentes en todas las culturas del mundo antiguo.
Con lo que hasta le fecha tiene escrito, me aseguró Amber, Milena podría haber entregado su tesis y sin duda hubiera sido aprobada por los más estrictos sinodales de la Universidad de Leipzig.
Pero el tema de la Nueva Daxdalia se volvió su eslabón perdido y tal vez por eso mismo su incurable obsesión.
Por supuesto que en su tesis Milena dedicaba un extenso capítulo al mito original de Daxdalia en el que hablaba del explendor y caída de Drudolph, el culto del Zaffra Burdakk, las Montañas de los Gigantes y las Zonas Muertas del Hielo. Pero sentía que no podía poner punto final a su trabajo hasta no resolver el enigma de la supuesta emigración de los sobrevivientes de la caída del Bajo Drudolph a una extraña isla del Pacífico.
Hasta antes del hallazgo del libro, sólo tres fuentes habían sugerido indirectamente a Milena la existencia de la Nueva Daxdalia. La primera de ellas fueron los fragmentos de los versos de Anastáfulus, un poeta épico cretense sobre cuya vida apenas se tienen datos. Se cree que Anastáfulus pudo ser contemporáneo de Homero. En sus versos narra el éxodo hacia los mares de Oriente de un grupo de sacerdotes del Zaffra Burdakk, quienes huyeron a bordo de unas balsas de madera tras la destrucción del Bajo Drudolph.
De la obra de Anastáfulus apenas se tienen fragmentos y en ellos únicamente se habla de las aventuras de los sacerdotes Zaffra Burdakk en alta mar, sin que en alguno de los poemas se hable o siquiera insinue si alguna vez llegaron a establecerse en tierra alguna.
La segunda fuente es la obra del marinero sueco Joacim Dronjak, quien vivió en Gotenburgo en el Siglo XVII. Cronista de sus largos viajes, historiador y novelista, Dronjak siempre vivió obsesionado por todo lo que tuviera que ver con el tema de los caballeros templarios de Suecia. Su labor como historiador es más que cuestionada, pues además de su conocida adicción al opio, jamás recurrió a fuentes formales de investigación y a menudo empapaba de fantasías sus libros de historia, con tal de demostrar que los caballeros templarios suecos se habían expandido por todo el mundo luego de que Saladino le arrebató Jerusalén a los cristianos. El pasaje que más interesa a Milena, es aquel en el que se narra el viaje de 17 caballeros templarios pertenecientes al escuadrón de la Caída del Martillo quienes a bordo de un bergantín llegaron hasta los mares de Oriente y siguieron su travesía hasta dar con unas exrañas islas que miles de años atrás habían sido colonizadas por sacerdotes prófugos del Bajo Drudolph. Dronjak es quien utiliza el término de Nueva Daxdalia para referirse a esas islas que según él, están a unos pocos kilómetros del Continente Americano. El narrador sueco jamás especifica si los caballeros de la Caída del Martillo llegaron alguna vez a tierra continental, aunque sostiene que poblaron las islas y que en ellas tuvieron descendencia con las mujeres que en ahí habitaban. ¿ Vivían ahí sacerdotizas Zaffra Burdakk? Dronjak jamás resuelve esa que es una de las mayores dudas de la investigadora checa.
La tercera fuente de Milena no fue un libro, ni un mito teológico o tesis historiográfica. Fue un borracho al que le tocó atender como cliente en el primero de los dos aciágos veranos en que para poder costear sus estudios, tuvo que trabajar como prostituta en el Reperbahn de Hamburgo. El borracho llegó con Milena casi a las cinco de la mañana. Se llamaba, o dijo llamarse, Robinson Santibañez, orgullosamente chicano, habitante de Las Carpas California. Era, le dijo Milena a Amber semanas después, uno de esos tipos que después de una parranda agotadora, sólo deseaba estar a lado de una mujer desnuda para ver el amanecer. Luego de una ordinaria conversación, Milena comentó a su cliente que estaba por terminar su tesis y le extrañó de sobremanera que éste le preguntara sobre qué trataba. Tiempo después, Milena confesó a Amber sentirse extrañada de si misma por haberle hablado con tal seriedad al borracho. Vaya, Milena consideraba a su tesis algo tan sagrado, que no perdería el tiempo tratando de explicar su contenido a un embrio irreverente. Pero enorme fue su sorpresa cuando con la voz atropellada, el chicano le contó que en su niñez había escuchado hablar a un tío de esa famosa Nueva Daxdalia. El tío loco que nunca falta en toda familia, dijo Robinson Santibáñez. Se llamaba Galaor y daba clases en Tijuana. Milena lo empezó a cuestionar como haría un inspector de policía frente a un sospechoso, pero para entonces el chicano ya estaba cabeceando. Tratando de reanimarlo, Milena dijo estar dispuesta a darle gratis el sexo más exótico o aberrante que pasara por su cabeza, pero para entonces Santibañez ya roncaba. Contrario a su costumbre, Milena se quedó en el cuarto de hotel a esperar a que su cliente despertara. Cuando esto sucedió, pasado el medio día, Milena reiteró su oferta: Se convertiría en su esclava sexual por un día y cumpliría cualquier capricho si le platicaba a profundidad todo lo que su tío le había dicho sobre la Nueva Daxdalia, pero el chicano, víctima de una cruda espantosa , dijo no recordar nada. Le pagó la cuota de la noche anterior y le pidió por favor que se marchara, pues con semejante resaca a cuestas no le apetecía nada de sexo exótico.
No hagas caso, el tío Galaor decía puras pendejadas, estaba loco, gritó Robinson desde el baño cuando Milena, furiosa, abandonaba la habitación.
Ese encuentro, me comentó Amber, ocurrió poco menos de dos años antes de que Milena encontrara el libro de Galaor Zuazua en la biblioteca de Manheimm
Durante los seis días siguientes al hallazgo del libro, Milena estuvo llamando a Amber a Portland para que le ayudara a traducir. Al sexto día se había acabado sus magros ahorros en pagar las tarjetas telefónicas para llamadas de larga distancia. Sin un centavo en la bolsa, Milena tuvo que volver a las andadas de su antiguo oficio emergente. Se acostó con tres o cuatro muchachos ricos de la Universidad y logró reunir los dólares suficientes para pagarse un pasaje de Munich a San Diego California a donde llegó con las monedas apenas suficientes para tomar el trolley hasta Tijuana, en donde tenía la firme intención de encontrar a Galaor Zuazua.
Exodos absurdos del Bajo Drudolph
En la contraportada del libro que Milena Herzingova robó de la biblioteca pública de Manheimm Alemania, se lee que Galaor Zuazua Cota nació en el Municipio de Tecate un 6 de octubre de 1943.
Estudiante de la preparatoria Lázaro Cárdenas, realizó estudios de derecho en la Universidad Autónoma de Nuevo León, donde se tituló en 1966, para luego partir a la Universidad Belgrano en Argentina donde se inscribió a una maestría en Historia de las Culturas.
Su tesis, titulada Mitos y falacias en torno a la aparición del hombre americano, estuvo envuelta en la polémica, pues rechazaba ferozmente la hipótesis del cruce de tribus por el Estrecho de Behering en Alaska.
Sin un mínimo de rigor científico en sus investigaciones, una pandilla de teorreícos se ha dedicado a darnos atole con el dedo durante años, postuló Galaor en uno de sus artículos más incendiarios.
De acuerdo con la hipótesis de Galaor, las culturas del Pacífico Oriental habían desarrollado avanzadas técnicas de navegación y eran capaces de recorrer cientos de kilómetros en mar abierto.
El punto más discutido de toda la obra de Galaor, y sin duda el que motivó a la estudiante checa Milena Herzingova a viajar hasta Baja California, es el referente al contacto entre las culturas isleñas del Pacífico Oriental con las hordas exiliadas del Bajo Drudolph y Zacrozzdahal. Según el historiador tecatense, los prófugos de Daxdalia, todos practicantes del culto Zaffra Burdakk, habrían enseñado a los isleños las técnicas de fabricación de grandes navios con madera de cedro, capaces de resistir las agresivas corrientes del Pacífico. Es obvio, sostiene Galaor, que siendo practicantes de un culto eminentemente lunar como el Zaffra Burdakk, los de Daxdalia enseñaron a los isleños a elegir sus días de navegación guiados por las fases de la luna.
Ayudados por las fuertes corrientes que se registran en otoño y por vientos inusualmente benignos y favorables, los exiliados de Daxdalia, acompañados por al menos 40 isleños, habrían llegado a las cuatro islas que el historiador sueco Dronjack bautizó como Nueva Daxdalia.
Amber y yo pasamos las primeras cuatro noches que siguieron a nuestro encuentro platicando sobre las teorías de Galaor. Ella penaba que Galaor en efecto existía o había existido y su única duda era si se trataba de un genial visionario o un demente empeñado en materializar sus alucinaciones. Yo en cambio pensaba que Galaor mismo era una ficción, un personaje inventado por algún investigador excéntrico que al no querer hacerse responsable de una hipotesis alocada, decidió atribuirla primero a un personaje inexistente para medir las reacciones que suscitaba en los círculos académicos. Pensaba esto porque como periodista me di a la tarea de investigar en la Sociedad de Historia de Tijuana el paradero de Galaor Zuazua. Mis intentos fueron infructuosos. Lorenzo Carvajal, presidente de la Sociedad de Historia de Tijuana y Argemiro Montaño, decano de los cronistas de la ciudad, negaron que hubiera existido algún historiador llamado Galaor Zuazua en toda la historia de la Sociedad. Lo que más les preocupaba, aunque yo fingí demencia y argumenté no estar seguro, era que alguien hubiera podido violar los sellos de la Sociedad de Historia de Tijuana para producir obras apócrifas. Aunque jamás tuve la oportunidad e ver el libro amarillo que Milena robó de la Biblioteca de Manheimm, en las copias que Amber me enseñó podía verse claramente el sello de la Sociedad de Historia de Tijuana.