Independencia
A los mexicanos nos seducen los símbolos. Luego entonces, es comprensible que la mitología histórica nos apetezca más que la historiografía. La nuestra es una historia atiborrada de de imágenes tremendistas. A veces pienso que nuestros personajes, mal llamados héroes, se pusieron de acuerdo para posar como modelos de los muralistas.
Nuestra Revolución de Independencia, cuyo inicio celebramos hoy por obra y gracia de Don Porfirio Díaz que quiso empatar su cumpleaños (15 de septiembre de 1830) con los festejos patrios, es una de las independencias más sui generis de América.
No vemos una junta de pulcros militares criollitos con acento españolado firmando un acta frente a un Cabildo, sino a un cura de pueblo arengando a una masa iletrada en una parroquia aldeana. La nuestra no empezó como una lucha de independencia sino como una revuelta popular.
No soy en absoluto un antihidalguista. Al contrario; reconozco el gran valor del Cura de Dolores y su pureza de ideales, si bien su papel histórico es más que circunstancial y su lucha un anárquico accidente.
Hidalgo fue un criollo ilustrado que se contagió del alma del pueblo. Lector de Moliere y Rabelais, antes que de Voltaire y Montesquieu, jamás tuvo claro un proyecto político. El Padre de la Patria fue atravesado por las balas realistas en el paredón de Chihuahua el 30 de julio de 1811 sin que por su mente hubiera pasado un proyecto de nación independiente. Sí, abolió la esclavitud y el sistema de castas, pero el 16 de septiembre nunca hubo un Viva México y sí un Viva Fernando VII. No hubo una bandera tricolor, sino un estandarte de la Virgen. Que no se nos olvide.
Hidalgo contrasta absolutamente con los modelos de libertadores de América. Bolívar, Sucre, San Martín, O Higgins, eran todos militares criollos de familias aristócratas, educados en Europa, contagiados por las ideas de la Ilustración y visionarios republicanos. Todos al final mal pagados por sus pueblos. Los suyos fueron proyectos independentistas criollos. Lo de Hidalgo fue una revuelta popular mestiza. Tal vez Allende es un personaje más equiparable a los sudamericanos. Militar formado en los dragones realistas, con visión de estratega, aunque sin proyecto político. Allende pronto se decepcionó de la chusma comandada por Hidalgo cuya única estrategia militar era el saqueo y el pillaje. Pocos saben que Allende intentó matar a Hidalgo con un veneno para despojarlo del mando. ¿Qué hubiera pasado? Quién sabe.
El verdadero visionario político de la Independencia y su máximo genio militar fue sin duda Morelos. Fue el primer caudillo que tuvo claro un proyecto de nación independiente. Los Sentimientos de la Nación y la Constitución de Apatzingán son los cimientos del Derecho Constitucional Mexicano. Si quieren que sea honesto y si me permiten un hubiera, me hubiera gustado que Morelos fuera el consumador de la Independencia.
Pero queramos o no, nuestro libertador de llama Agustín de Iturbide. Sin restar un ápice de gloria al gran personaje que es Morelos por quien profeso franca admiración, me hago esta cruda pregunta: ¿Fueron en vano los muertos de las batallas acaudillas por Hidalgo y Morelos? ¿Se hubiera consumado la independencia sin disparar un sólo tiro de haber aparecido antes el Ejército Trigarante? A raíz de la revuelta de Rafael Riego en España y la Conspiración de la Profesa en México, todos los criollos incluido el virrey Apodaca, se aliaron de golpe y porrazo con la idea de la Independencia. Vieron que era conveniente y que bien podían prescindir de unos pránganas peninsulares que les chupaban impuestos desde Madrid. Siendo honestos, la participación de Guerrero y los auténticos insurgentes en el Ejército Trigarante fue apenas simbólica.
En fin, son dudas que le surgen a uno en estas fechas patrias que con tanto bullicio celebramos los mexicanos. No le resto méritos a Hidalgo, pero si queremos celebrar la Independencia, deberíamos mover la fecha al 27 de septiembre.
A los mexicanos nos seducen los símbolos. Luego entonces, es comprensible que la mitología histórica nos apetezca más que la historiografía. La nuestra es una historia atiborrada de de imágenes tremendistas. A veces pienso que nuestros personajes, mal llamados héroes, se pusieron de acuerdo para posar como modelos de los muralistas.
Nuestra Revolución de Independencia, cuyo inicio celebramos hoy por obra y gracia de Don Porfirio Díaz que quiso empatar su cumpleaños (15 de septiembre de 1830) con los festejos patrios, es una de las independencias más sui generis de América.
No vemos una junta de pulcros militares criollitos con acento españolado firmando un acta frente a un Cabildo, sino a un cura de pueblo arengando a una masa iletrada en una parroquia aldeana. La nuestra no empezó como una lucha de independencia sino como una revuelta popular.
No soy en absoluto un antihidalguista. Al contrario; reconozco el gran valor del Cura de Dolores y su pureza de ideales, si bien su papel histórico es más que circunstancial y su lucha un anárquico accidente.
Hidalgo fue un criollo ilustrado que se contagió del alma del pueblo. Lector de Moliere y Rabelais, antes que de Voltaire y Montesquieu, jamás tuvo claro un proyecto político. El Padre de la Patria fue atravesado por las balas realistas en el paredón de Chihuahua el 30 de julio de 1811 sin que por su mente hubiera pasado un proyecto de nación independiente. Sí, abolió la esclavitud y el sistema de castas, pero el 16 de septiembre nunca hubo un Viva México y sí un Viva Fernando VII. No hubo una bandera tricolor, sino un estandarte de la Virgen. Que no se nos olvide.
Hidalgo contrasta absolutamente con los modelos de libertadores de América. Bolívar, Sucre, San Martín, O Higgins, eran todos militares criollos de familias aristócratas, educados en Europa, contagiados por las ideas de la Ilustración y visionarios republicanos. Todos al final mal pagados por sus pueblos. Los suyos fueron proyectos independentistas criollos. Lo de Hidalgo fue una revuelta popular mestiza. Tal vez Allende es un personaje más equiparable a los sudamericanos. Militar formado en los dragones realistas, con visión de estratega, aunque sin proyecto político. Allende pronto se decepcionó de la chusma comandada por Hidalgo cuya única estrategia militar era el saqueo y el pillaje. Pocos saben que Allende intentó matar a Hidalgo con un veneno para despojarlo del mando. ¿Qué hubiera pasado? Quién sabe.
El verdadero visionario político de la Independencia y su máximo genio militar fue sin duda Morelos. Fue el primer caudillo que tuvo claro un proyecto de nación independiente. Los Sentimientos de la Nación y la Constitución de Apatzingán son los cimientos del Derecho Constitucional Mexicano. Si quieren que sea honesto y si me permiten un hubiera, me hubiera gustado que Morelos fuera el consumador de la Independencia.
Pero queramos o no, nuestro libertador de llama Agustín de Iturbide. Sin restar un ápice de gloria al gran personaje que es Morelos por quien profeso franca admiración, me hago esta cruda pregunta: ¿Fueron en vano los muertos de las batallas acaudillas por Hidalgo y Morelos? ¿Se hubiera consumado la independencia sin disparar un sólo tiro de haber aparecido antes el Ejército Trigarante? A raíz de la revuelta de Rafael Riego en España y la Conspiración de la Profesa en México, todos los criollos incluido el virrey Apodaca, se aliaron de golpe y porrazo con la idea de la Independencia. Vieron que era conveniente y que bien podían prescindir de unos pránganas peninsulares que les chupaban impuestos desde Madrid. Siendo honestos, la participación de Guerrero y los auténticos insurgentes en el Ejército Trigarante fue apenas simbólica.
En fin, son dudas que le surgen a uno en estas fechas patrias que con tanto bullicio celebramos los mexicanos. No le resto méritos a Hidalgo, pero si queremos celebrar la Independencia, deberíamos mover la fecha al 27 de septiembre.