Cartografía rebelde de Tijuana
Tijuana es rebelde y anárquica hasta en lo que a coordenadas se refiere. Y es que el trazado de la ciudad y la forma en que se le denomina, es una soberana mentada de madre a los puntos cardinales.
Aquello que conocemos como Centro de Tijuana, es en realidad un punto ubicado en el Noroeste de la Ciudad. Si uno ve la mancha urbana en un mapa o desde un avión, ese conjunto de callejuelas congestionadas por miles de taxis que conocemos como Centro, está muy lejos del punto central de la urbe.
Si quisiéramos ubicar el punto estrictamente central de Tijuana, tendríamos que señalar el Parque Morelos o la Tercera Etapa del Río Tijuana. Esa es la mitad de Tijuana. Lo que conocemos como Zona Norte, no abarca más que unas cuentas callejuelas. En términos cardinales, la Libertad y el Aeropuerto también son también Zona Norte, pues se ubican en ese punto, mientras que nuestra Zona Sur sería La Gloria y El Tecolote.
Sin embargo, todos sabemos que la Zona Norte es la denominación con la que identificamos la Coahuila y la calle de Baja California, sedes de nuestra mundialmente famosa zona roja.
Sí, yo se lo que una persona de la Sociedad de Historia de Tijuana me respondería: Hace muchos años, cuando Tijuana era la Libertad, la Zona Norte, el Centro y la Cacho, estas denominaciones tenían sentido.
Algún día, hace muchos años, el Centro fue Centro. Tijuana también le escupe a la cara al típico trazado virreinal de las ciudades. Los colonizadores españoles no se rompían la cabeza. Las ciudades tenían su Centro, mismo que era enmarcado por una catedral frente a la que suele haber una plaza y un parque, junto a la que se encuentra la sede del Gobierno. La sede del poder eclesiástico y el poder civil divididos por la plaza pública. Desde la mismísima Ciudad de México hasta el más humilde rancho del cerro están trazados así. Los urbanistas virreinales imponen su ley.
Pues bien, en Tijuana se la han pelado. Sí, lo sé, alguna vez nuestro Palacio Municipal estuvo en el Centro, hasta que Don Federico Valdez, último alcalde priista de Tijuana antes de Hank Rhon, apadrinó la mudanza al sitio actual, en Paseo del Centenario. Sin embargo no había frente a él plaza alguna, fuera de la Santa Cecilia, que no obedece a los patrones virreinales. Nuestra humilde catedral, que siguiendo esta tendencia modernizadora dejará también de estar en el Centro, no se encuentra en un lugar apacible ni tiene placita o parque alguno donde las católicas almas se pongan a contemplar la sede de los poderes celestiales, ubicada dicha sede a unos cuantos metros de la residencia oficial de los vicios carnales. Los católicos empresarios ya se han dado a la tarea de reunir fondos para construir una nueva catedral en Tijuana, pues la actual está más que encajonada, pero por supuesto, estará muy lejos de eso que llaman centro. He visto la cartografía de Tijuana trazada por el Instituto Municipal de Planeación. En ella nos reflejan como será la ciudad dentro de 25 años. Según esta profética cartografía, Valle Redondo y Valle Las Palmas, más cercanos a Tecate que a eso que conocemos como Centro, serán las nuevas ciudades satélites de Tijuana. Habrá cuatro garitas, nuevas zonas industriales, miles y miles de casitas liliputenses en fraccionamientos habitacionales promovidos por Geo y Urbi.
Cuando eso suceda, en la Tijuana del año 2029, ya ni siquiera el Parque Morelos será el centro geográfico de Tijuana.
Mi gran duda es ¿Qué será de esas calles que todavía hoy llamamos Centro dentro de 25 años? ¿Sobrevivirá o se transformará en una zona fantasma? ¿O habrá en ese perímetro urbano un nuevo Gaslamp?
Lo único que puedo estar seguro es que si para entonces vivo donde mismo, seguiré viviendo en el extremo Suroeste de Tijuana, pues donde habito ya no hay para donde hacerse. A unos cuantos metros al Sur está el límite con la Hermana República de Rosarito y a unos cuantos metros al Oeste está el final de la plataforma continental americana y el inicio de nuestro Pacífico Océano. Pero quién sabe, dejaré de ser extremo Suroeste el día que Rosarito vuelva a ser incorporado como delegación de Tijuana y el día en que las codiciosas inmobiliarias empiecen a construir fraccionamientos sobre el mar.
Tijuana es rebelde y anárquica hasta en lo que a coordenadas se refiere. Y es que el trazado de la ciudad y la forma en que se le denomina, es una soberana mentada de madre a los puntos cardinales.
Aquello que conocemos como Centro de Tijuana, es en realidad un punto ubicado en el Noroeste de la Ciudad. Si uno ve la mancha urbana en un mapa o desde un avión, ese conjunto de callejuelas congestionadas por miles de taxis que conocemos como Centro, está muy lejos del punto central de la urbe.
Si quisiéramos ubicar el punto estrictamente central de Tijuana, tendríamos que señalar el Parque Morelos o la Tercera Etapa del Río Tijuana. Esa es la mitad de Tijuana. Lo que conocemos como Zona Norte, no abarca más que unas cuentas callejuelas. En términos cardinales, la Libertad y el Aeropuerto también son también Zona Norte, pues se ubican en ese punto, mientras que nuestra Zona Sur sería La Gloria y El Tecolote.
Sin embargo, todos sabemos que la Zona Norte es la denominación con la que identificamos la Coahuila y la calle de Baja California, sedes de nuestra mundialmente famosa zona roja.
Sí, yo se lo que una persona de la Sociedad de Historia de Tijuana me respondería: Hace muchos años, cuando Tijuana era la Libertad, la Zona Norte, el Centro y la Cacho, estas denominaciones tenían sentido.
Algún día, hace muchos años, el Centro fue Centro. Tijuana también le escupe a la cara al típico trazado virreinal de las ciudades. Los colonizadores españoles no se rompían la cabeza. Las ciudades tenían su Centro, mismo que era enmarcado por una catedral frente a la que suele haber una plaza y un parque, junto a la que se encuentra la sede del Gobierno. La sede del poder eclesiástico y el poder civil divididos por la plaza pública. Desde la mismísima Ciudad de México hasta el más humilde rancho del cerro están trazados así. Los urbanistas virreinales imponen su ley.
Pues bien, en Tijuana se la han pelado. Sí, lo sé, alguna vez nuestro Palacio Municipal estuvo en el Centro, hasta que Don Federico Valdez, último alcalde priista de Tijuana antes de Hank Rhon, apadrinó la mudanza al sitio actual, en Paseo del Centenario. Sin embargo no había frente a él plaza alguna, fuera de la Santa Cecilia, que no obedece a los patrones virreinales. Nuestra humilde catedral, que siguiendo esta tendencia modernizadora dejará también de estar en el Centro, no se encuentra en un lugar apacible ni tiene placita o parque alguno donde las católicas almas se pongan a contemplar la sede de los poderes celestiales, ubicada dicha sede a unos cuantos metros de la residencia oficial de los vicios carnales. Los católicos empresarios ya se han dado a la tarea de reunir fondos para construir una nueva catedral en Tijuana, pues la actual está más que encajonada, pero por supuesto, estará muy lejos de eso que llaman centro. He visto la cartografía de Tijuana trazada por el Instituto Municipal de Planeación. En ella nos reflejan como será la ciudad dentro de 25 años. Según esta profética cartografía, Valle Redondo y Valle Las Palmas, más cercanos a Tecate que a eso que conocemos como Centro, serán las nuevas ciudades satélites de Tijuana. Habrá cuatro garitas, nuevas zonas industriales, miles y miles de casitas liliputenses en fraccionamientos habitacionales promovidos por Geo y Urbi.
Cuando eso suceda, en la Tijuana del año 2029, ya ni siquiera el Parque Morelos será el centro geográfico de Tijuana.
Mi gran duda es ¿Qué será de esas calles que todavía hoy llamamos Centro dentro de 25 años? ¿Sobrevivirá o se transformará en una zona fantasma? ¿O habrá en ese perímetro urbano un nuevo Gaslamp?
Lo único que puedo estar seguro es que si para entonces vivo donde mismo, seguiré viviendo en el extremo Suroeste de Tijuana, pues donde habito ya no hay para donde hacerse. A unos cuantos metros al Sur está el límite con la Hermana República de Rosarito y a unos cuantos metros al Oeste está el final de la plataforma continental americana y el inicio de nuestro Pacífico Océano. Pero quién sabe, dejaré de ser extremo Suroeste el día que Rosarito vuelva a ser incorporado como delegación de Tijuana y el día en que las codiciosas inmobiliarias empiecen a construir fraccionamientos sobre el mar.