Periodismo free lance
Retomando el tema sobre le ser y quehacer del periodista, Julio Sueco 2 toca un punto clave sobre la cultura del freelance en México. Es un tema que me preocupa de sobremanera y sobre el que ya he escrito algo.
Hace unos años, trabajando con un periodista de Milán que vino a hacer un reportaje sobre Tijuana, me llamó mucho la atención ver lo sorprendido que estaba mi colega italiano por mi estilo de vida como empleado de una casa editorial. Me dijo que en Europa ya son muy contados los reporteros que trabajan en nómina y de tiempo completo para algún medio. La gran mayoría tienen un pequeño staff de redactores de casa, las más de las veces muy antiguo y consolidado y un enorme universo de freelancers que andan por el mundo vendiendo su trabajo al mejor postor. Algunos diarios muy tradicionales, como The Guardian de Manchester, trabajan con un equipo muy reducido, muy especializado y no le publican a cualquiera. Otros como El País tienen redacciones macrocefálicas al estilo Reforma. Sin embargo, hay una enorme cantidad de medios que basan más de la mitad de su publicación en el free lance. En Europa la cultura del freelanceo está más que institucionalizada. Lo mismo en Estados Unidos. En México por desgracia está en pañales.
Empieza a consolidarse un interesante movimiento de fotografía free lance que cada vez toma más fuerza. El asunto me parece lógico después de todo, pues el lenguaje de la fotografía es universal. La fotografía habla por si sola y no necesita currículum. Te gusta o no te gusta, la tomas o la dejas. El reportaje de texto en cambio requiere algo más que un título poderoso para ser comprado. El periódico debe conocer al reportero free lancer, confiar planamente en su profesionalismo e integridad, pues al publicar un reportaje se juega el prestigio. De ahí que a diferencia del fotógrafo, el reportero free lancer debe armarse de un sólido currículum para poder vender sus trabajos al mejor postor.
Un fotógrafo no necesita saber inglés para venderle su foto a la revista Time. Yo en cambio, aunque hablo buen inglés, me costaría muchos meses de práctica poder redactar correcta y rápidamente una nota al estilo del Time.
Yo no me puedo hacer free lancer de la noche a la mañana así nomás por que se me antoje o por amor al arte, pues estaría condenado a morir de hambre.
Trabajar de planta en la nómina de una redacción tiene sus ventajas. Tu sueldo es fijo, está asegurado y no debes preocuparte por andar sacando para el chivo por otras vías o subempleos. Tiene la desventaja de que perteneces a una empresa y por ende debes respetar al píe de la letra sus políticas.
Si yo fuera free lance, puedo jurarles que en este momento estaría en Irak o en Chechenia. Uno de mis sueños es poder cubrir una guerra. Pero no voy a lanzarme a lo quijotesco nomás por amor al arte. Es muy bonita la visión idílica del periodismo, pero en este mundo debes vivir de algo. Ya es bastante heroico dedicarme a esto y no a otra cosa. Tengo una cédula profesional de Licenciado en Derecho y no provengo de una familia precisamente pobre como para pensar que me vi obligado a trabajar en esto porque no tenía otra alternativa en el mundo. Si estoy en esto y si estoy aquí, es ante todo porque aunque usted no lo crea, me gusta, le tengo cariño a esta profesión y a este estilo de vida. Llevo once años en este negocio y algo le entiendo como para que alguien a miles de kilómetros de distancia desde las heladas tierras de Kurt Wallander, me venga decir como debe ser un periodista.
Los viejos periodistas
También me sorprende la idolatría de Julio hacia símbolos caducos del periodismo. En este negocio los viejos son los más viciados, los más chayoteros, los que son felices con la cultura de la sanguijuela. La libertad de expresión en México no es por cierto una conquista de los viejos periodistas. Los caracamanes de las viejas redacciones pasaron más de medio siglo redactando boletines de alabanzas al Presidente en turno, redactando adjetivales y soporíferos artículos colaboracionistas. ¿De qué carajos les servía a ellos la libertad de expresión? ¿Para qué luchar por ella? Por ejemplo: ¿Cree usted que un Vázquez Raña es feliz con la libertad de expresión? Yo creo que él con gusto cambiaría la libertad de expresión por unos cuantos chayotes jugosos al estilo de los gobiernos priistas y gordos contratos de publicidad oficial. Esa es la mentalidad de muchos de los viejos periodistas de Tijuana a los que Julio parece rendir pleitesía. Pasan más tiempo cobrando comisiones por publicidad y chayotenado a funcionarios corruptos que haciendo quijotescos reportajes.
PD- Los absolutos no existen en sociedad alguna, pero los promedios sí. Dentro de lo heterogénea que es Tijuana, sí se puede hablar de un ciudadano tijuanense promedio con ciertos usos, costumbres, valores y preferencias que lo identifican. Creo que a cualquier tijuanense le preocupa más cómo quedaron los Padres de San Diego que los Diablos Rojos de México y aquí si puedo generalizar, de la misma forma que he visto más mucha más atención del tijuanense promedio en torno al fenómeno del Governator en California, que del Peje en el DF.
Por cierto, tenemos muchísimo éxito publicando información de Culiacán, Badiraguato, Mazatlán y Los Mochis, toda vez que los cientos de miles de sinaloenses que viven en nuestra ciudad, lo que refuerza la teoría de que la gente nunca consuma un exilio total con su terruño. Los sinaloenses quieren saber de Sinaloa de la misma forma que en San Quintín circulan pequeños semanarios y gacetas que traen harta información de Oaxaca.
No he visto mucha gente interesada en el referéndum de Hugo Chávez en Venezuela y las noticias sobre rabietas y desplantes de Fidel Castro suelen seguirlas nuestros aguerridos socialistas que hacen su super en Wall Mart y pasan sus vacaciones viviendo como ricos en Varadero explotando esclavas sexuales cubanas.
Respecto al uso de la palabra proclamación, obedece al hecho de que nunca me había quedado claro si Julio es tijuanense o es chicano de California. Hecha la aclaración, despejada la duda.
Retomando el tema sobre le ser y quehacer del periodista, Julio Sueco 2 toca un punto clave sobre la cultura del freelance en México. Es un tema que me preocupa de sobremanera y sobre el que ya he escrito algo.
Hace unos años, trabajando con un periodista de Milán que vino a hacer un reportaje sobre Tijuana, me llamó mucho la atención ver lo sorprendido que estaba mi colega italiano por mi estilo de vida como empleado de una casa editorial. Me dijo que en Europa ya son muy contados los reporteros que trabajan en nómina y de tiempo completo para algún medio. La gran mayoría tienen un pequeño staff de redactores de casa, las más de las veces muy antiguo y consolidado y un enorme universo de freelancers que andan por el mundo vendiendo su trabajo al mejor postor. Algunos diarios muy tradicionales, como The Guardian de Manchester, trabajan con un equipo muy reducido, muy especializado y no le publican a cualquiera. Otros como El País tienen redacciones macrocefálicas al estilo Reforma. Sin embargo, hay una enorme cantidad de medios que basan más de la mitad de su publicación en el free lance. En Europa la cultura del freelanceo está más que institucionalizada. Lo mismo en Estados Unidos. En México por desgracia está en pañales.
Empieza a consolidarse un interesante movimiento de fotografía free lance que cada vez toma más fuerza. El asunto me parece lógico después de todo, pues el lenguaje de la fotografía es universal. La fotografía habla por si sola y no necesita currículum. Te gusta o no te gusta, la tomas o la dejas. El reportaje de texto en cambio requiere algo más que un título poderoso para ser comprado. El periódico debe conocer al reportero free lancer, confiar planamente en su profesionalismo e integridad, pues al publicar un reportaje se juega el prestigio. De ahí que a diferencia del fotógrafo, el reportero free lancer debe armarse de un sólido currículum para poder vender sus trabajos al mejor postor.
Un fotógrafo no necesita saber inglés para venderle su foto a la revista Time. Yo en cambio, aunque hablo buen inglés, me costaría muchos meses de práctica poder redactar correcta y rápidamente una nota al estilo del Time.
Yo no me puedo hacer free lancer de la noche a la mañana así nomás por que se me antoje o por amor al arte, pues estaría condenado a morir de hambre.
Trabajar de planta en la nómina de una redacción tiene sus ventajas. Tu sueldo es fijo, está asegurado y no debes preocuparte por andar sacando para el chivo por otras vías o subempleos. Tiene la desventaja de que perteneces a una empresa y por ende debes respetar al píe de la letra sus políticas.
Si yo fuera free lance, puedo jurarles que en este momento estaría en Irak o en Chechenia. Uno de mis sueños es poder cubrir una guerra. Pero no voy a lanzarme a lo quijotesco nomás por amor al arte. Es muy bonita la visión idílica del periodismo, pero en este mundo debes vivir de algo. Ya es bastante heroico dedicarme a esto y no a otra cosa. Tengo una cédula profesional de Licenciado en Derecho y no provengo de una familia precisamente pobre como para pensar que me vi obligado a trabajar en esto porque no tenía otra alternativa en el mundo. Si estoy en esto y si estoy aquí, es ante todo porque aunque usted no lo crea, me gusta, le tengo cariño a esta profesión y a este estilo de vida. Llevo once años en este negocio y algo le entiendo como para que alguien a miles de kilómetros de distancia desde las heladas tierras de Kurt Wallander, me venga decir como debe ser un periodista.
Los viejos periodistas
También me sorprende la idolatría de Julio hacia símbolos caducos del periodismo. En este negocio los viejos son los más viciados, los más chayoteros, los que son felices con la cultura de la sanguijuela. La libertad de expresión en México no es por cierto una conquista de los viejos periodistas. Los caracamanes de las viejas redacciones pasaron más de medio siglo redactando boletines de alabanzas al Presidente en turno, redactando adjetivales y soporíferos artículos colaboracionistas. ¿De qué carajos les servía a ellos la libertad de expresión? ¿Para qué luchar por ella? Por ejemplo: ¿Cree usted que un Vázquez Raña es feliz con la libertad de expresión? Yo creo que él con gusto cambiaría la libertad de expresión por unos cuantos chayotes jugosos al estilo de los gobiernos priistas y gordos contratos de publicidad oficial. Esa es la mentalidad de muchos de los viejos periodistas de Tijuana a los que Julio parece rendir pleitesía. Pasan más tiempo cobrando comisiones por publicidad y chayotenado a funcionarios corruptos que haciendo quijotescos reportajes.
PD- Los absolutos no existen en sociedad alguna, pero los promedios sí. Dentro de lo heterogénea que es Tijuana, sí se puede hablar de un ciudadano tijuanense promedio con ciertos usos, costumbres, valores y preferencias que lo identifican. Creo que a cualquier tijuanense le preocupa más cómo quedaron los Padres de San Diego que los Diablos Rojos de México y aquí si puedo generalizar, de la misma forma que he visto más mucha más atención del tijuanense promedio en torno al fenómeno del Governator en California, que del Peje en el DF.
Por cierto, tenemos muchísimo éxito publicando información de Culiacán, Badiraguato, Mazatlán y Los Mochis, toda vez que los cientos de miles de sinaloenses que viven en nuestra ciudad, lo que refuerza la teoría de que la gente nunca consuma un exilio total con su terruño. Los sinaloenses quieren saber de Sinaloa de la misma forma que en San Quintín circulan pequeños semanarios y gacetas que traen harta información de Oaxaca.
No he visto mucha gente interesada en el referéndum de Hugo Chávez en Venezuela y las noticias sobre rabietas y desplantes de Fidel Castro suelen seguirlas nuestros aguerridos socialistas que hacen su super en Wall Mart y pasan sus vacaciones viviendo como ricos en Varadero explotando esclavas sexuales cubanas.
Respecto al uso de la palabra proclamación, obedece al hecho de que nunca me había quedado claro si Julio es tijuanense o es chicano de California. Hecha la aclaración, despejada la duda.