No hizo justicia la Revolución- Hoy me tocó trabajar- Hacía un chingo de tiempo que no trabajaba en un día festivo- Entre descanso o más lana, siempre elegía descanso. Pero hoy en día no me cae nada mal una lanita extra que bien puede valer una camiseta del concierto de Slayer, unos cuantos discos y sendos vasos de Samuel Adams- Retorno en este momento de la UCSD. Me tocó cubrir una velada íntima con Sergio Sarmiento. Ohhh- Velada íntima. Vaya título. Los mal pensados dirían: ¿Habrá sido acaso una orgía en la que el filósofo de York fornicaría con las esculturales porristas de la UCSD? ¿O una cena romántica con velas? Ni madre. El señor Sarmiento sentado sobre una mesa se dedicó a charlar con un reducidísimo auditorio dentro de un salón de clases- Carajo, ni las lecturas de poesía convocan tan poquita gente y eso ya es mucho decir. Para ser honesto no me agrada Sergio Sarmiento. Lo considero un columnista parco y soso. Por si fuera poco, no coincido en lo absoluto con sus puntos de vista. El tipo es un ultraneoliberal globalifílico. No se si es por colaboracionista o por au-téntica vocación, pero el señor piensa que mientras no haya reforma laboral, energética y fiscal, México no superará el raquítico 1% de crecimiento anual. Si la hubiera, sostiene, andaríamos en más de 4% de crecimiento ¿A poco?
Yo la mera verdad desconfío de las reformas. Sobre todo de la fiscal y la laboral. También desconfío de tenerle fe ciega a las inversiones privadas. Si te vas de nalgas con la orgía privatizadora, te cogen parado como a la Argentina de Menem o al Perú de Fujimori. Sí, ya se que la economía de estado y los sistemas populistas han probado una y mil veces su fracaso, pero las orgías privatizadoras generan millones de pobres. Dales la mano a los empresarios y te agarraran el culo. Los empresarios son, han sido y serán unos hijos de su puta madre. Son seres esclavistas por vocación. Si los maquiladores pudieran no pagar salarios y mantener siervos como en el feudalismo o esclavos como en las colonias, sin duda lo harían. Pagan un miserable salario mínimo, porque la ley los obliga, pero si no los obligara, pues nomás no pagaban.
En fin, mañana el señor Sarmiento vendrá a desayunar y chatear con nosotros al periódico y ya tendré tiempo de confrontarlo con mis preguntas agresivas.
Hablando de preguntas agresivas, no se pierda usted mañana la entrevista que mi compañero Said Betanzos y yo le hicimos al señor alcalde de Tijuana Jesús González Reyes. Hay entrevistas de las que salgo muy insatisfecho. Como que se me duerme el instinto depredador y el entrevistado se me escapa como pez en mantequilla. Pero en esta ocasión traía más o menos destapada mi válvula asesina. No es que haya sido tampoco una super entrevista, pero logré mi cometido. Y es que cuando te agarro con preguntas matadoras, no te suelto hasta que te arrincono en una esquina. Cuando eso sucede, los funcionarios suelen perder la paciencia y empezar a decir cosas de las que después se arrepienten. Eso hizo exactamente nuestro señor Presidente Municipal, a quién dicho sea de paso respeto mucho en lo personal, pues lo considero uno de los poquísimos políticos inteligentes dentro de la mediocre polaca bajacaliforniana. Pero chamba, es chamba, entrevistas son entrevistas. Ahora sí que te ganamos en cancha reglamentaria y sin errores arbitrales. Yo nunca juego sucio. Lo que es entrevista es entrevista, el off the record, es off the record y se chingó. Lo respeto aunque me duela. Por supuesto, ellos te pedirán que por favor suprimas algunas cuantas palabrillas. Pero cualquier periodista que se de a respetar, cualquier periodista con un mínimo de dignidad (que por cierto hay muy pocos en este indigno universo de chayoteros que trabajan como lacayos de los funcionarios) sabe que la palabra de la que más se arrepiente el entrevistado, la palabra que más le duele haber pronunciado frente a la bocina de tu afilada grabadora, esa es la palabra clave, la palabra mágica que debes resaltar. Y eso es excatmente lo que hicimos. Usted disculpe.
Yo la mera verdad desconfío de las reformas. Sobre todo de la fiscal y la laboral. También desconfío de tenerle fe ciega a las inversiones privadas. Si te vas de nalgas con la orgía privatizadora, te cogen parado como a la Argentina de Menem o al Perú de Fujimori. Sí, ya se que la economía de estado y los sistemas populistas han probado una y mil veces su fracaso, pero las orgías privatizadoras generan millones de pobres. Dales la mano a los empresarios y te agarraran el culo. Los empresarios son, han sido y serán unos hijos de su puta madre. Son seres esclavistas por vocación. Si los maquiladores pudieran no pagar salarios y mantener siervos como en el feudalismo o esclavos como en las colonias, sin duda lo harían. Pagan un miserable salario mínimo, porque la ley los obliga, pero si no los obligara, pues nomás no pagaban.
En fin, mañana el señor Sarmiento vendrá a desayunar y chatear con nosotros al periódico y ya tendré tiempo de confrontarlo con mis preguntas agresivas.
Hablando de preguntas agresivas, no se pierda usted mañana la entrevista que mi compañero Said Betanzos y yo le hicimos al señor alcalde de Tijuana Jesús González Reyes. Hay entrevistas de las que salgo muy insatisfecho. Como que se me duerme el instinto depredador y el entrevistado se me escapa como pez en mantequilla. Pero en esta ocasión traía más o menos destapada mi válvula asesina. No es que haya sido tampoco una super entrevista, pero logré mi cometido. Y es que cuando te agarro con preguntas matadoras, no te suelto hasta que te arrincono en una esquina. Cuando eso sucede, los funcionarios suelen perder la paciencia y empezar a decir cosas de las que después se arrepienten. Eso hizo exactamente nuestro señor Presidente Municipal, a quién dicho sea de paso respeto mucho en lo personal, pues lo considero uno de los poquísimos políticos inteligentes dentro de la mediocre polaca bajacaliforniana. Pero chamba, es chamba, entrevistas son entrevistas. Ahora sí que te ganamos en cancha reglamentaria y sin errores arbitrales. Yo nunca juego sucio. Lo que es entrevista es entrevista, el off the record, es off the record y se chingó. Lo respeto aunque me duela. Por supuesto, ellos te pedirán que por favor suprimas algunas cuantas palabrillas. Pero cualquier periodista que se de a respetar, cualquier periodista con un mínimo de dignidad (que por cierto hay muy pocos en este indigno universo de chayoteros que trabajan como lacayos de los funcionarios) sabe que la palabra de la que más se arrepiente el entrevistado, la palabra que más le duele haber pronunciado frente a la bocina de tu afilada grabadora, esa es la palabra clave, la palabra mágica que debes resaltar. Y eso es excatmente lo que hicimos. Usted disculpe.