En torno al Festival de Literatura del Noroeste
He leído sobre lo poco concurrido que estuvo el Festival de la Literatura del Noroeste y lo desangela-do de las conferencias. Algunas voces señalan que eso refleja el nulo interés y atención que se la da a la literatura en Tijuana. Falso. No puedes medir el interés en la literatura de una sociedad por el nú-mero de personas que acuden a un acto de esos. A mí, por ejemplo, me interesa mucho esa cosa que llaman literatura y sin embargo no tengo el más mínimo interés en acudir a esas mamadas. La lite-ratura, el acto literario, consiste en leer y escribir. Así de sencillo. Paren ustedes de contar. Todo lo demás son una sarta de pendejadas prescindibles que nada reflejan sobre el estado de la literatura de una región o un país.
Yo soy el mejor ejemplo. Un adicto a los libros cuyo bolsillo contribuye en gran medida a las finanzas de las librerías locales, al que nunca verás aplastando el culo y cayéndose de sueño en un pinche evento de esos. Compro un promedio de dos a tres libros semanales y no exagero si digo que invierto 300 pesos cada semana en adquirir lecturas nuevas. En ese sentido, soy el mejor negocio de la Librería El Día y de las editoriales TusQuets y Anagrama principalmente. De esa manera apoyo a la litera-tura, además de recomendar los libros que leo en una columna semanal. Por fortuna no aparezco en el censo de los eventos culturales. No asisto a lecturas, foros y encuentros, lo que bajo esos crite-rios me ubica dentro del alto porcentaje de desinteresados en temas literarios.
Leo en las notas de mi colega periodista Paty Blake en torno al tema y veo que los escritores partici-pantes discutieron tópicos diversos, expusieron puntos de vista y se permitieron llegar a conclusio-nes. Ohhh, que interesante-
A ver, ya en serio, seamos realistas ¿De que me sirve a mí, lector de libros, escuchar las conclusiones de los escritores de la frontera? ¿En qué va a cambiar mi vida? ¿Me motivarán a leer más acaso? ¿Me revelarán alguna verdad? ¿Me harán disfrutar de otra manera la literatura? ¿De qué sirve que los escritores se encuentren? ¿De que sirve que platiquen? ¿Se irán a coger entre ellos a un hotel de paso cuando acaben de leer? Díganme por favor: ¿De que chingados sirve un encuentro literario, una lectura, una tertulia? Yo es fecha que no sé, en serio, no tengo ni idea. Chingón por la raza que acude y le sirve de algo escuchar a estos tipos o mínimo se la pasa bien. Que bueno. A mí no me aporta un carajo y la neta me aburro horriblemente.
La verdad siempre veo a los mismos tipos en las fotos y tienen una cara de insufrible aburrimiento. Siempre veo a ese barbón de Mexicali que la neta jamás he leído y por lo que he oído de sus títulos ni me interesa leer. Bajo mi humilde opinión, un escritor que se de a respetar o una persona que en verdad ame a la literatura no tiene porque perder el tiempo en esas cosas. Me da lástima por la gente que le pone entusiasmo a estos eventos, que le invierte tiempo y ganas, que hace un viaje de largos kilómetros y se decepciona al ver una nula asistencia. Pero las salas vacías son algo lógico. ¿A quién chingados le interesa escuchar a un tipo aburrido leyendo con extrema monotonía? A mí no. Tengo mejores cosas que hacer, la neta, como ver los juegos de los Tigres o leer los nuevos libros que he comprado.
Sí, yo sé muy bien que si me relacionara con esa gente y dijera palabras elocuentes o elogios solem-nes en las presentaciones de libros, tal vez ya habría amachinado un premio o una editorial guber-namental que hiciera una antología de Pasos de Gutenberg o una mamada por el estilo. Pero la neta yo prefiero quedarme leyendo en la tranquilidad mi bella casa e invertir lo que me pagan por hacer reportajes en hacer crecer mi biblioteca. Que otros resuelvan el futuro de la literatura, mientras yo soy feliz leyendo.
En defensa del Chango 100-
Quieran o no, pésele a quién le pese, el blog del Chango 100 tiene cada vez más lectores. Y lo mejor de todo es que sus más devotos visitantes, por lo que veo, son los más culturosos de los culturosos.
Lo se porque he leído una buena cantidad de críticas en diversos espacios y veo que hay gente que en verdad está enojada con sus comentarios. Eso sí que es de risa.
Ja, ja,ja. A mí para ser honesto el blog de mi colega me arranca las más honestas y espontáneas car-cajadas. La verdad es que me doblo de la risa con su sentido del humor. Ningún blog me pone de tan de buenas. No conozco a casi ni un culturoso de su Pitty list, pero aún así me río, pues me los imagino y me regocijo pensando en la cara de furia que ponen al leerlo.
Seamos realistas: Los culurosos necesitan al Chango 100 para mantener en equilibrio su mente. Todos en el mundo, (pero los culturosos más que nadie) necesitamos alguien que nos recuerde que to-das nuestras ínfulas y nuestras poses son ridículas, absurdas, insoportablemente pendejas.
De la misma forma que la literatura necesita de un Fernando Vallejo y el metal de un Cannibal Corpse.
Díganme ¿Qué culturoso resistiría la tentación de leer al Chango si él se toma la molestia de hacer una reseña destructiva de su blog o el de un amigo cultural? Ninguno. Su ego los acabaría por derrotar. Son tan densos los jugos narcicísticos de su estupidez, que no pueden aguantar las ganas de leer a quién se toma la molestia de romperles el culo. Antes existía el blog del Ángel Exterminador que se dedicaba a despotricar contra todos los blogs del mundo, aunque jamás dio la cara. Chango 100 en cambio tiene rostro y nombre: Se llama Manuel Lomelí, no se esconde de nadie y lo conocí cuando trabajó aquí en esta Redacción por ahí de noviembre de 2001. No tengo casi nada en común con su estilo de vida ni coincido con muchos de sus puntos de vista, pero me hace reír en exceso la forma que tiene de expresarlos y tiene innegable malicia y habilidad para escribirlos. Y lo que más me hace carcajear, en verdad al borde del llanto, es la seriedad y el dramatismo con que se lo toman algunas personas. Pocos tienen la sencillez y el buen sentido del humor de un Rafa Saavedra, que se permitió señalarlo entre sus blogs más leídos. Eso demuestra que el buen Rafa sabe reírse de esto y tomarlo como lo que es: Un pinche juego.
Pero por desgracia son muy pocas personas las que pueden presumir la sencillez de Saavedra. La ma-yoría de los culturosos se sienten paridos por un Dios del Olimpo que los dotó de sensibilidades artís-ticas inalcanzables para el común de los mortales. Y sucede que si en este mundo te das mucha im-portancia a ti mismo, acabas perdiendo el partido por goleada. Ahí está el Chango para hacerlo re-cordar a quién se le olvide.
PD- ¿Quieren definir la cultura? Por favor enmarquen en sus recámaras la caricatura de Calderón que aparece en FRONTERA y Reforma del domingo pasado. Eso, señores y no otra cosa, es lo que us-tedes llaman cultura.
- ¿Quieren leer un libro netamente anti culturoso? Lean Diario de un pendejo del jalapeño Fernando Nachón. Una obra que suelo releer varias veces al año y siempre me hace mear de risa. Nachón, por cierto, tiene un blog, pero para ser honesto es un espacio soso que no tiene ni el 10% de la chispa del Diario. Su último libro, Los niños bien, me pareció un soberbio fracaso para ser brutalmente honesto, pero con el Diario de un pendejo fue suficiente para que considerea Nachón como un autor de culto y uno de los ejemplares más apreciados de mi biblioteca.
Hace tiempo, un culturoso me recomendó ampliamente leer El miedo a los animales de Enrique Serna. Lo leí, me gustó y se lo recomendé a un culturoso policial, que a su vez se permitió escribir una reseña del mismo en Bitácora. ¿Porque será que a los culturosos les fascina tanto este libro que les rompe el culo tan bien y bonito?
He leído sobre lo poco concurrido que estuvo el Festival de la Literatura del Noroeste y lo desangela-do de las conferencias. Algunas voces señalan que eso refleja el nulo interés y atención que se la da a la literatura en Tijuana. Falso. No puedes medir el interés en la literatura de una sociedad por el nú-mero de personas que acuden a un acto de esos. A mí, por ejemplo, me interesa mucho esa cosa que llaman literatura y sin embargo no tengo el más mínimo interés en acudir a esas mamadas. La lite-ratura, el acto literario, consiste en leer y escribir. Así de sencillo. Paren ustedes de contar. Todo lo demás son una sarta de pendejadas prescindibles que nada reflejan sobre el estado de la literatura de una región o un país.
Yo soy el mejor ejemplo. Un adicto a los libros cuyo bolsillo contribuye en gran medida a las finanzas de las librerías locales, al que nunca verás aplastando el culo y cayéndose de sueño en un pinche evento de esos. Compro un promedio de dos a tres libros semanales y no exagero si digo que invierto 300 pesos cada semana en adquirir lecturas nuevas. En ese sentido, soy el mejor negocio de la Librería El Día y de las editoriales TusQuets y Anagrama principalmente. De esa manera apoyo a la litera-tura, además de recomendar los libros que leo en una columna semanal. Por fortuna no aparezco en el censo de los eventos culturales. No asisto a lecturas, foros y encuentros, lo que bajo esos crite-rios me ubica dentro del alto porcentaje de desinteresados en temas literarios.
Leo en las notas de mi colega periodista Paty Blake en torno al tema y veo que los escritores partici-pantes discutieron tópicos diversos, expusieron puntos de vista y se permitieron llegar a conclusio-nes. Ohhh, que interesante-
A ver, ya en serio, seamos realistas ¿De que me sirve a mí, lector de libros, escuchar las conclusiones de los escritores de la frontera? ¿En qué va a cambiar mi vida? ¿Me motivarán a leer más acaso? ¿Me revelarán alguna verdad? ¿Me harán disfrutar de otra manera la literatura? ¿De qué sirve que los escritores se encuentren? ¿De que sirve que platiquen? ¿Se irán a coger entre ellos a un hotel de paso cuando acaben de leer? Díganme por favor: ¿De que chingados sirve un encuentro literario, una lectura, una tertulia? Yo es fecha que no sé, en serio, no tengo ni idea. Chingón por la raza que acude y le sirve de algo escuchar a estos tipos o mínimo se la pasa bien. Que bueno. A mí no me aporta un carajo y la neta me aburro horriblemente.
La verdad siempre veo a los mismos tipos en las fotos y tienen una cara de insufrible aburrimiento. Siempre veo a ese barbón de Mexicali que la neta jamás he leído y por lo que he oído de sus títulos ni me interesa leer. Bajo mi humilde opinión, un escritor que se de a respetar o una persona que en verdad ame a la literatura no tiene porque perder el tiempo en esas cosas. Me da lástima por la gente que le pone entusiasmo a estos eventos, que le invierte tiempo y ganas, que hace un viaje de largos kilómetros y se decepciona al ver una nula asistencia. Pero las salas vacías son algo lógico. ¿A quién chingados le interesa escuchar a un tipo aburrido leyendo con extrema monotonía? A mí no. Tengo mejores cosas que hacer, la neta, como ver los juegos de los Tigres o leer los nuevos libros que he comprado.
Sí, yo sé muy bien que si me relacionara con esa gente y dijera palabras elocuentes o elogios solem-nes en las presentaciones de libros, tal vez ya habría amachinado un premio o una editorial guber-namental que hiciera una antología de Pasos de Gutenberg o una mamada por el estilo. Pero la neta yo prefiero quedarme leyendo en la tranquilidad mi bella casa e invertir lo que me pagan por hacer reportajes en hacer crecer mi biblioteca. Que otros resuelvan el futuro de la literatura, mientras yo soy feliz leyendo.
En defensa del Chango 100-
Quieran o no, pésele a quién le pese, el blog del Chango 100 tiene cada vez más lectores. Y lo mejor de todo es que sus más devotos visitantes, por lo que veo, son los más culturosos de los culturosos.
Lo se porque he leído una buena cantidad de críticas en diversos espacios y veo que hay gente que en verdad está enojada con sus comentarios. Eso sí que es de risa.
Ja, ja,ja. A mí para ser honesto el blog de mi colega me arranca las más honestas y espontáneas car-cajadas. La verdad es que me doblo de la risa con su sentido del humor. Ningún blog me pone de tan de buenas. No conozco a casi ni un culturoso de su Pitty list, pero aún así me río, pues me los imagino y me regocijo pensando en la cara de furia que ponen al leerlo.
Seamos realistas: Los culurosos necesitan al Chango 100 para mantener en equilibrio su mente. Todos en el mundo, (pero los culturosos más que nadie) necesitamos alguien que nos recuerde que to-das nuestras ínfulas y nuestras poses son ridículas, absurdas, insoportablemente pendejas.
De la misma forma que la literatura necesita de un Fernando Vallejo y el metal de un Cannibal Corpse.
Díganme ¿Qué culturoso resistiría la tentación de leer al Chango si él se toma la molestia de hacer una reseña destructiva de su blog o el de un amigo cultural? Ninguno. Su ego los acabaría por derrotar. Son tan densos los jugos narcicísticos de su estupidez, que no pueden aguantar las ganas de leer a quién se toma la molestia de romperles el culo. Antes existía el blog del Ángel Exterminador que se dedicaba a despotricar contra todos los blogs del mundo, aunque jamás dio la cara. Chango 100 en cambio tiene rostro y nombre: Se llama Manuel Lomelí, no se esconde de nadie y lo conocí cuando trabajó aquí en esta Redacción por ahí de noviembre de 2001. No tengo casi nada en común con su estilo de vida ni coincido con muchos de sus puntos de vista, pero me hace reír en exceso la forma que tiene de expresarlos y tiene innegable malicia y habilidad para escribirlos. Y lo que más me hace carcajear, en verdad al borde del llanto, es la seriedad y el dramatismo con que se lo toman algunas personas. Pocos tienen la sencillez y el buen sentido del humor de un Rafa Saavedra, que se permitió señalarlo entre sus blogs más leídos. Eso demuestra que el buen Rafa sabe reírse de esto y tomarlo como lo que es: Un pinche juego.
Pero por desgracia son muy pocas personas las que pueden presumir la sencillez de Saavedra. La ma-yoría de los culturosos se sienten paridos por un Dios del Olimpo que los dotó de sensibilidades artís-ticas inalcanzables para el común de los mortales. Y sucede que si en este mundo te das mucha im-portancia a ti mismo, acabas perdiendo el partido por goleada. Ahí está el Chango para hacerlo re-cordar a quién se le olvide.
PD- ¿Quieren definir la cultura? Por favor enmarquen en sus recámaras la caricatura de Calderón que aparece en FRONTERA y Reforma del domingo pasado. Eso, señores y no otra cosa, es lo que us-tedes llaman cultura.
- ¿Quieren leer un libro netamente anti culturoso? Lean Diario de un pendejo del jalapeño Fernando Nachón. Una obra que suelo releer varias veces al año y siempre me hace mear de risa. Nachón, por cierto, tiene un blog, pero para ser honesto es un espacio soso que no tiene ni el 10% de la chispa del Diario. Su último libro, Los niños bien, me pareció un soberbio fracaso para ser brutalmente honesto, pero con el Diario de un pendejo fue suficiente para que considerea Nachón como un autor de culto y uno de los ejemplares más apreciados de mi biblioteca.
Hace tiempo, un culturoso me recomendó ampliamente leer El miedo a los animales de Enrique Serna. Lo leí, me gustó y se lo recomendé a un culturoso policial, que a su vez se permitió escribir una reseña del mismo en Bitácora. ¿Porque será que a los culturosos les fascina tanto este libro que les rompe el culo tan bien y bonito?