De libertades y esclavitudes-
A menudo pronuncio estas palabras: - Entre menos pertenencias tienes, menos esclavo eres- No podría afirmar que soy un practicante estricto de este proverbio atribuido a Gandhi, aunque es un hecho que el poseer esclaviza. También las aficiones y los pasatiempos son cadenas crueles que se encargan de desangrar el tiempo, la energía y la cartera de un ser humano. Y en términos absolutamente prácticos, uno puede prescindir de ellas y no pasa nada. La tierra sigue girando y el Sol como quiera nos alumbra.
No puedo evitar sentir cierto placer al constatar que son demasiadas las cosas de las que no soy esclavo. Al ir a un centro comercial son muchísimos más los artículos que no me interesan en lo más mínimo que aquellos que llaman mi atención.
Aunque todos somos por designio divino esclavos del consumo, puedo afirmar con orgullo que soy parcialmente libre y con capacidad de escupir a la cara de ciertos entes capitalistas que tienen bien agarrados de los huevos a millones de seres. En cierta forma soy el peor negocio de muchos vendedores.
Pero claro, también existen ciertas adicciones que me tienen enganchado de las cuales podría ser libre, pero resulta que no puedo...ni quiero.
A continuación, algunas cosas de las que soy libre-
- El cine- Ya lo he dicho antes: El cine no me interesa en lo más mínimo; ni el culto ni el hollywoodense. Si me llevan y no hay otra cosa que hacer, vale, acepto y voy (confieso que muchas veces me duermo) Pero jamás he ido al cine por mi iniciativa. Si alguien me dijera que en todo el tiempo que me quede de vida, así sean 90 años, nunca voy a volver a ver una película, no me mortificaría en lo absoluto. No se nada de actores, directores, oscares o géneros ni me interesa saber un carajo-
La televisión- Repito esta frase una vez más: La única razón por la que una televisión merece ser prendida es para ver un partido de futbol. Si yo viviera solo y en la tele no pasaran futbol, yo simplemente no tendría televisor en mi casa. Toda la tele me aburre. Lo único que me entretiene aparte del futbol son los programas de Animal Planet. Nunca en mi vida he visto un reallity show ni me interesa, tampoco he seguido una serie o una telenovela y los noticieros los veo si acaso por obligación profesional y cada vez soy más desobligado.
La ropa: _La ropa siempre me ha valido madre. La compro por necesidad, pero las marcas me son absolutamente indiferentes. Nunca en mi vida he comprado una corbata (y como dijo Don Teofilito, ni compraré) No me interesa en lo más mínimo la elegancia. Alguna vez tuve el vicio de coleccionar camisas originales de futbol y gastaba dinerales en ellas. Ya me rehabilité y desde hace cuatro años y medio no he comprado una, aunque Carolina siempre me regala en fechas especiales. Eso sí, confieso cierta debilidad hacia las botas Doctor Martínez-
-El turismo comercial:- Nunca he ido a Las Vegas, nunca he ido a Disney, nunca he ido a los Estudios Universal, nunca he ido a Cancún y no me interesa ir en lo más mínimo (bueno, si me regalan el viaje a Cancún puede que lo considere, el de Las Vegas lo vendo). La cuestión es que si me muero sin ir a esos lugares me vale madre. Me interesa más ir a cualquier pueblito de Guatemala o Belice que a Las Vegas u Orlando. No necesito conocerlos para saber que me pondría la aburrida de mi vida-
- El juego- Nunca he ido a jugar a un casino, ni a Viejas ni a Caliente. Una vez un compañero de viaje se entercó en parar en un casino en Syracusse NY y me deprimí horriblemente de ver manadas de ancianos seniles y putas cincuentonas esclavizados en las máquinas. Por supuesto no jugué. Repito una vez más que nunca he ido a Las Vegas ni tengo la más mínima intención de pararme ahí algún día. Soy libre de esta dostoievskiana pasión llamada juego-
El deporte gringo_ La mayoría de los deportes gringos me resultan despreciables. Mi desprecio por el beisbol, ya lo he dicho, es infinito. De todos los juegos es el que más aborrezco y vomito. El box me caga y el golf es el segundo juego que más desprecio después del beisbol. El basquet me gusta mucho jugarlo, pero la cultura negra y rapera que lo rodea provoca que me mantenga alejado de la NBA para no contaminarme. - Una única excepción sería la NFL, pues aunque no soy seguidor, puedo entretenerme con un buen juego de futbol americano y apoyo a los Patriotas de Nueva Inglaterra-
Y aquí le paramos, aunque en realidad son muchas más. Me reconforta saber que mientras millones de personas han invertido demasiados dólares en estos pasatiempos, yo he prescindido de ellos y soy muy feliz. Se puede vivir sin cine, sin tele, sin casinos, sin ropa de marca, sin deportes gringos y pasarla muy bien en este mundo. Pregúntame cómo-
Pero claro, soy un ser que está esclavizado a otras tantas pasiones en las que he gastado (que no in-vertido) miles y miles de pesos- A continuación, un listado de los dueños casi absolutos de mi atención y mi cartera-
Cosas de las que soy esclavo voluntariamente
El futbol- Como miles de millones de seres humanos en todo el planeta, soy un esclavo incurable del futbol. La indiferencia que me producen el resto de los deportes, se compensa con la adicción incurable que tengo por el de las patadas- Es mi única pasión 100% masiva y popular. He viajado cientos de kilómetros, gastado miles de pesos, abandonado labores e invertido tiempo valioso solo por acudir a un estadio. Sacrifiqué noches enteras de sueño para seguir en vivo el último mundial y sería capaz de joderme ahorrando tres años con tal de poder acudir a Alemania 2006. Casi cualquier partido de futbol atrae mi atención y es lo único que me puede mantener unido a una pantalla. Me han dicho que se puede vivir sin futbol, pero yo lo he intentado y no he podido.
Los libros- Todos los días leo, lo hago por compulsión; aunque esté hasta la madre de trabajo y cayéndome de sueño siento necesidad de leer. A donde quiera que voy llevo un libro conmigo. Es un objeto contrafóbico. Si no llevo un libro conmigo me siento como vaquero sin pistola. Tengo una debilidad enferma por visitar librerías, aunque no piense comprar nada. El problema es que casi siempre compro y la realidad es que tengo más libros que tiempo para leer. TusQuets y Anagrama deben nombrarme cliente distinguido. (Ojo; yo soy adicto a las librerías, las bibliotecas y a los libros, no al mundo de la literatura. Ya he dicho que las lecturas me aburren y las presentaciones de libros me resultan insufribles. No pasa una semana sin que ronde por lo menos tres veces por una librería, pero han pasado años sin que vaya a un evento cultural y puedo morirme sin volver a acudir a alguno).
Revistas y periódicos- Complementan el vicio de la lectura y de una u otra forma es algo que está muy relacionado con mi forma de vida. Soy un comprador compulsivo de revistas, diarios y semanarios. (Los locales no los compro, pues aquí en el trabajo los obtengo gratis) Pero casi todas las semanas compro mínimo una revista y a cualquier ciudad donde viajo me da por comprar sus periódicos. Dado que desde hace casi ocho años me dedico al periodismo escrito, mi ritual matutino de cada día de mi vida consiste en leer todos los periódicos, el nuestro y los de la incompetencia. Si estoy de viaje en otra ciudad, compro sus periódicos y los leo a profundidad. Si no lo hago siento que no inicio el día.
El metal- Mucha gente me ha dicho que es una baja pasión y que pongo en evidencia mi deteriorado oído y mi nula sensibilidad. Me vale madre. Desde mi temprana preadolescencia me aficioné a este género con Iron Maiden, Quiet Riot, Twisted Sister y Ángeles del Infierno. Hoy, cuando estoy llegando al final de mis veintes, soy tan aficionado al metal como lo era a mis 15 años y siento la misma emoción al acudir a un concierto o comprar un disco. Escucho metal en la casa, en el carro y en el trabajo, todos los días y si no lo hago me pongo nervioso. Puedo escuchar metal a cualquier hora y en cualquier circunstancia. Muchos de mis contemporáneos piensan que el metal es propio de adolescentes inmaduros y hoy en día están con sus aburridas caras escuchando cosas como Coldplay y Radiohead y me preguntan ¿No mames que sigues siendo heavy? Pues sí, ahí sí que no he madurado y nada indica que vaya a madurar. Géneros y modas van y vienen y yo sigo clavado en la tecla y aunque a veces me propongo comprar menos discos y acudir a menos conciertos no lo he logrado.
¿Hay centro de rehabilitación para metaleros?
Los viajes- La vida vale la pena ser vivida porque siempre habrá una ciudad nueva por conocer. Un viaje justifica cualquier sacrificio. Cuando tengo un poco de tiempo y dinero en mis manos, no lo dudo un instante: El tiempo y el dinero se invierten en viajar. Si existe la posibilidad de hacer un viaje, no me importa sacrificar cualquier cosa. En mi adolescencia viajé mucho alrededor de México, siempre con pocos recursos. Hace siete años exactamente, un 21 de octubre, inicié mi primer mochilazo al Viejo Continente. Nada se compara al placer de empezar a caminar las calles de una ciudad nunca antes visitada, el escuchar un idioma incomprensible, el descifrar la expresión de un rostro extranjero. Con buenas y malas experiencias, nunca me he arrepentido de viajar. Tal vez si juntara todo lo que he gastado en viajes ya hubiera pagado nuestra casa, pero los viajes no los cambio por nada.
Entre más raro e impredecible sea el lugar mejor (Por eso detesto el turismo gringo, pues todo es predecible. Sin haber nunca ido Las Vegas y a Orlando, ya se lo que encontraré en esas mierdas de lugares)
Los vinos- Pues sí, soy alcohólico, un alcohólico funcional que no dice imprudencias, ni acude a antros ni falta al trabajo, ni bebe con compadres, pero alcohólico al fin. Vinos tintos y blancos se consumen cada semana con inmenso disfrute (chilenos y bajacalifornianos de preferencia) Mezcales, tequilas, Jack Daniels y Absolut complementan el paraíso dionisiaco. De las cervezas ya he hablado y aunque no bebo cualquier Tecate, no me resisto a una Guiness , Samuel Adams o Tijuana oscura. Eso sí, detesto los brandys y rones, pero mi cava jamás estará vacía. Una cava vacía es lo más parecido al Infierno que conozco en este humano mundo de pasiones.
A menudo pronuncio estas palabras: - Entre menos pertenencias tienes, menos esclavo eres- No podría afirmar que soy un practicante estricto de este proverbio atribuido a Gandhi, aunque es un hecho que el poseer esclaviza. También las aficiones y los pasatiempos son cadenas crueles que se encargan de desangrar el tiempo, la energía y la cartera de un ser humano. Y en términos absolutamente prácticos, uno puede prescindir de ellas y no pasa nada. La tierra sigue girando y el Sol como quiera nos alumbra.
No puedo evitar sentir cierto placer al constatar que son demasiadas las cosas de las que no soy esclavo. Al ir a un centro comercial son muchísimos más los artículos que no me interesan en lo más mínimo que aquellos que llaman mi atención.
Aunque todos somos por designio divino esclavos del consumo, puedo afirmar con orgullo que soy parcialmente libre y con capacidad de escupir a la cara de ciertos entes capitalistas que tienen bien agarrados de los huevos a millones de seres. En cierta forma soy el peor negocio de muchos vendedores.
Pero claro, también existen ciertas adicciones que me tienen enganchado de las cuales podría ser libre, pero resulta que no puedo...ni quiero.
A continuación, algunas cosas de las que soy libre-
- El cine- Ya lo he dicho antes: El cine no me interesa en lo más mínimo; ni el culto ni el hollywoodense. Si me llevan y no hay otra cosa que hacer, vale, acepto y voy (confieso que muchas veces me duermo) Pero jamás he ido al cine por mi iniciativa. Si alguien me dijera que en todo el tiempo que me quede de vida, así sean 90 años, nunca voy a volver a ver una película, no me mortificaría en lo absoluto. No se nada de actores, directores, oscares o géneros ni me interesa saber un carajo-
La televisión- Repito esta frase una vez más: La única razón por la que una televisión merece ser prendida es para ver un partido de futbol. Si yo viviera solo y en la tele no pasaran futbol, yo simplemente no tendría televisor en mi casa. Toda la tele me aburre. Lo único que me entretiene aparte del futbol son los programas de Animal Planet. Nunca en mi vida he visto un reallity show ni me interesa, tampoco he seguido una serie o una telenovela y los noticieros los veo si acaso por obligación profesional y cada vez soy más desobligado.
La ropa: _La ropa siempre me ha valido madre. La compro por necesidad, pero las marcas me son absolutamente indiferentes. Nunca en mi vida he comprado una corbata (y como dijo Don Teofilito, ni compraré) No me interesa en lo más mínimo la elegancia. Alguna vez tuve el vicio de coleccionar camisas originales de futbol y gastaba dinerales en ellas. Ya me rehabilité y desde hace cuatro años y medio no he comprado una, aunque Carolina siempre me regala en fechas especiales. Eso sí, confieso cierta debilidad hacia las botas Doctor Martínez-
-El turismo comercial:- Nunca he ido a Las Vegas, nunca he ido a Disney, nunca he ido a los Estudios Universal, nunca he ido a Cancún y no me interesa ir en lo más mínimo (bueno, si me regalan el viaje a Cancún puede que lo considere, el de Las Vegas lo vendo). La cuestión es que si me muero sin ir a esos lugares me vale madre. Me interesa más ir a cualquier pueblito de Guatemala o Belice que a Las Vegas u Orlando. No necesito conocerlos para saber que me pondría la aburrida de mi vida-
- El juego- Nunca he ido a jugar a un casino, ni a Viejas ni a Caliente. Una vez un compañero de viaje se entercó en parar en un casino en Syracusse NY y me deprimí horriblemente de ver manadas de ancianos seniles y putas cincuentonas esclavizados en las máquinas. Por supuesto no jugué. Repito una vez más que nunca he ido a Las Vegas ni tengo la más mínima intención de pararme ahí algún día. Soy libre de esta dostoievskiana pasión llamada juego-
El deporte gringo_ La mayoría de los deportes gringos me resultan despreciables. Mi desprecio por el beisbol, ya lo he dicho, es infinito. De todos los juegos es el que más aborrezco y vomito. El box me caga y el golf es el segundo juego que más desprecio después del beisbol. El basquet me gusta mucho jugarlo, pero la cultura negra y rapera que lo rodea provoca que me mantenga alejado de la NBA para no contaminarme. - Una única excepción sería la NFL, pues aunque no soy seguidor, puedo entretenerme con un buen juego de futbol americano y apoyo a los Patriotas de Nueva Inglaterra-
Y aquí le paramos, aunque en realidad son muchas más. Me reconforta saber que mientras millones de personas han invertido demasiados dólares en estos pasatiempos, yo he prescindido de ellos y soy muy feliz. Se puede vivir sin cine, sin tele, sin casinos, sin ropa de marca, sin deportes gringos y pasarla muy bien en este mundo. Pregúntame cómo-
Pero claro, soy un ser que está esclavizado a otras tantas pasiones en las que he gastado (que no in-vertido) miles y miles de pesos- A continuación, un listado de los dueños casi absolutos de mi atención y mi cartera-
Cosas de las que soy esclavo voluntariamente
El futbol- Como miles de millones de seres humanos en todo el planeta, soy un esclavo incurable del futbol. La indiferencia que me producen el resto de los deportes, se compensa con la adicción incurable que tengo por el de las patadas- Es mi única pasión 100% masiva y popular. He viajado cientos de kilómetros, gastado miles de pesos, abandonado labores e invertido tiempo valioso solo por acudir a un estadio. Sacrifiqué noches enteras de sueño para seguir en vivo el último mundial y sería capaz de joderme ahorrando tres años con tal de poder acudir a Alemania 2006. Casi cualquier partido de futbol atrae mi atención y es lo único que me puede mantener unido a una pantalla. Me han dicho que se puede vivir sin futbol, pero yo lo he intentado y no he podido.
Los libros- Todos los días leo, lo hago por compulsión; aunque esté hasta la madre de trabajo y cayéndome de sueño siento necesidad de leer. A donde quiera que voy llevo un libro conmigo. Es un objeto contrafóbico. Si no llevo un libro conmigo me siento como vaquero sin pistola. Tengo una debilidad enferma por visitar librerías, aunque no piense comprar nada. El problema es que casi siempre compro y la realidad es que tengo más libros que tiempo para leer. TusQuets y Anagrama deben nombrarme cliente distinguido. (Ojo; yo soy adicto a las librerías, las bibliotecas y a los libros, no al mundo de la literatura. Ya he dicho que las lecturas me aburren y las presentaciones de libros me resultan insufribles. No pasa una semana sin que ronde por lo menos tres veces por una librería, pero han pasado años sin que vaya a un evento cultural y puedo morirme sin volver a acudir a alguno).
Revistas y periódicos- Complementan el vicio de la lectura y de una u otra forma es algo que está muy relacionado con mi forma de vida. Soy un comprador compulsivo de revistas, diarios y semanarios. (Los locales no los compro, pues aquí en el trabajo los obtengo gratis) Pero casi todas las semanas compro mínimo una revista y a cualquier ciudad donde viajo me da por comprar sus periódicos. Dado que desde hace casi ocho años me dedico al periodismo escrito, mi ritual matutino de cada día de mi vida consiste en leer todos los periódicos, el nuestro y los de la incompetencia. Si estoy de viaje en otra ciudad, compro sus periódicos y los leo a profundidad. Si no lo hago siento que no inicio el día.
El metal- Mucha gente me ha dicho que es una baja pasión y que pongo en evidencia mi deteriorado oído y mi nula sensibilidad. Me vale madre. Desde mi temprana preadolescencia me aficioné a este género con Iron Maiden, Quiet Riot, Twisted Sister y Ángeles del Infierno. Hoy, cuando estoy llegando al final de mis veintes, soy tan aficionado al metal como lo era a mis 15 años y siento la misma emoción al acudir a un concierto o comprar un disco. Escucho metal en la casa, en el carro y en el trabajo, todos los días y si no lo hago me pongo nervioso. Puedo escuchar metal a cualquier hora y en cualquier circunstancia. Muchos de mis contemporáneos piensan que el metal es propio de adolescentes inmaduros y hoy en día están con sus aburridas caras escuchando cosas como Coldplay y Radiohead y me preguntan ¿No mames que sigues siendo heavy? Pues sí, ahí sí que no he madurado y nada indica que vaya a madurar. Géneros y modas van y vienen y yo sigo clavado en la tecla y aunque a veces me propongo comprar menos discos y acudir a menos conciertos no lo he logrado.
¿Hay centro de rehabilitación para metaleros?
Los viajes- La vida vale la pena ser vivida porque siempre habrá una ciudad nueva por conocer. Un viaje justifica cualquier sacrificio. Cuando tengo un poco de tiempo y dinero en mis manos, no lo dudo un instante: El tiempo y el dinero se invierten en viajar. Si existe la posibilidad de hacer un viaje, no me importa sacrificar cualquier cosa. En mi adolescencia viajé mucho alrededor de México, siempre con pocos recursos. Hace siete años exactamente, un 21 de octubre, inicié mi primer mochilazo al Viejo Continente. Nada se compara al placer de empezar a caminar las calles de una ciudad nunca antes visitada, el escuchar un idioma incomprensible, el descifrar la expresión de un rostro extranjero. Con buenas y malas experiencias, nunca me he arrepentido de viajar. Tal vez si juntara todo lo que he gastado en viajes ya hubiera pagado nuestra casa, pero los viajes no los cambio por nada.
Entre más raro e impredecible sea el lugar mejor (Por eso detesto el turismo gringo, pues todo es predecible. Sin haber nunca ido Las Vegas y a Orlando, ya se lo que encontraré en esas mierdas de lugares)
Los vinos- Pues sí, soy alcohólico, un alcohólico funcional que no dice imprudencias, ni acude a antros ni falta al trabajo, ni bebe con compadres, pero alcohólico al fin. Vinos tintos y blancos se consumen cada semana con inmenso disfrute (chilenos y bajacalifornianos de preferencia) Mezcales, tequilas, Jack Daniels y Absolut complementan el paraíso dionisiaco. De las cervezas ya he hablado y aunque no bebo cualquier Tecate, no me resisto a una Guiness , Samuel Adams o Tijuana oscura. Eso sí, detesto los brandys y rones, pero mi cava jamás estará vacía. Una cava vacía es lo más parecido al Infierno que conozco en este humano mundo de pasiones.