Relectura kunderiana
Me gusta perderme un rato en la contemplación de mis tres libreros y elegir un libro al azar para relectura. Hace unos días estoy demasiado entretenido en releer desordenadamente Los testamentos traicionados de Milan Kundera. Este libro cayó en mis manos por vez primera en el otoño de 1994. Mi novia de aquel entonces lo sacó de la biblioteca del Tec y me lo prestó (en aquel entonces yo sobrevivía con puros libros prestados). Recuerdo demasiado la recurrente escena de ir a bordo de un camión San Nicolás- Tecnológico absorto en el libro de Kundera. En la Navidad de 1998 mis padres me lo regalaron e ingresó oficialmente a mi biblioteca.
Su relectura me ha emocionado, sobre todo lo referente a la herencia kafkiana. También los lectores conformamos un tribunal implacable. El proceso contra Joseph K. es eterno. Este pobre hombre ha oscilado entre la culpabilidad y la inocencia por casi 90 años de ininterrumpido juicio. Y es que según Milán, los primeros kafkólogos consideraron culpable a Joseph K. Cuando yo leí por vez primera El proceso, allá por 1991, Joseph K. me cayó mal. En el fondo deseaba su condena. Yo me sumé al tribunal que lo consideraba culpable.
Cito textualmente a Milan: Contrariamente a Orson Wells, los primeros interpretes de Kafka estaban lejos de considerar a K. como un inocente que se rebela contra lo arbitrario. Para Max Brod no cabe la menor duda, Joseph K. es culpable ¿Qué ha hecho? Según Brod, es culpable de su Lieblosigkeit, de su incapacidad de amar. Joseph K. liebt niemand, er liebelt nur, deshalb muss er sterben- Joseph K. no quiere a nadie, tan solo coquetea, por lo tanto debe morir.
Música en mis audífonos: Richard Wagner, Cabalgata de las walkirias. Todo un orgasmo marcial-
Excelente disco de la colección Planeta de Agostini que incluye Sigfrido: Los murmullos de la selva, El crepúsculo de los dioses, El holandés errante y los Maestros cantores de Nuremberg-
K y Mersault
En el mismo año que leí El proceso (de hecho algunos meses antes) cayó en mis manos, por recomendación del mismo maestro, El extranjero de Camus. Para algunos, existen innegables similitudes entre Joseph K. y Mersault. La gran diferencia de sus procesos, es que mientras Joseph K. nunca se entera de que se le acusa, Mersault es condenado por matar a un árabe sin otro motivo que no fuera erradicar el tedio de un medio día bochornoso.
En lo personal siempre me ha caído mejor Mersault. Me gusta su actitud frente al tribunal y sin saber explicar la razón, comprendo los motivos por los que le disparó al árabe en la playa. Cuando el sol pica en mi cara y el aburrimiento se infiltra en mis venas, me es imposible no sentir cierto antojo de disparar un plomazo- En cambio la cobardía y la sumisión de Joseph K. me resultan patéticas, aunque debo confesar que algunas veces (o acaso muchas veces) suelo sentirme culpable sin serlo. Sí, hay mañanas en que me siento culpable ¿Será de existir?
En torno a Salman Rushdie
El buen Milan ha tenido a bien ponerme a meditar sobre el destino de un autor al que hace tiempo no visito. Se trata de Salman Rushdie. Al igual que el mundo entero, supe de la existencia de Salman Rushdie en 1989 cuando el gobierno fundamentalista de Irán tuvo a bien dictarle la Fatwa (no voy a caer en la hipocresía de decir que antes de eso Rushdie estaba entre mis autores favoritos) Siempre he pensado que Rushdie debería darle un porcentaje de sus ventas al gobierno iraní. Mal que bien, les debe agradecer varios miles de dólares de libros que jamás se hubieran vendido de no haberse sucitado el escándalo (también pienso que por los mismos motivos Blancornelas debería pasarle una pensión a los sicarios del Logan que trataron de asesinarlo en 1997, pero esa es otra historia)
La cuestión es que poniéndome a analizar objetivamente la obra de Rushdie, creo que a la larga la condena a muerte acabó por hacerle daño y no hablo solo de la hueva de pasar la vida entera vigilado por Scotland Yard, sino de la valoración literaria de su obra.
Y es que Versos satánicos es en realidad una muy buena novela, pero está condenada a ser considerada a priori como una novela escándalo y a no ser valorada como una gran creación literaria.
La masa y los medios conocieron a Rushdie y se volcaron a comprar sus libros, pero los estudiosos de literatura jamás lo tomaron demasiado en serio. Hace poco, en la Biblioteca Benito Juárez encontré un librito de un autor mexicano experto en culturas islámicas (olvidé el nombre) que trataba de las razones de la condena a Rushdie. Fue un librito de oportunidad escrito unas semanas después de que se conociera la noticia de la fatwa. El autor en cuestión confesaba con docta pedantería desconocer a Rushdie y describía a Versos satánicos como una novela alucinada y a Salman como un escritorzuelo locochón. Su valoración es injusta. No podría decir que Rushdie es de mis autores de cabecera, pero sí lo considero un buen escritor. Luego de Versos satánicos leí Hijos de medianoche, los cuentos de Oriente y occidente, Vergüenza y en 1999 Suelo bajo sus píes. Ninguna de sus novelas me ha decepcionado, aunque desde hace cuatro años no se me antoja leerlo. He ojeado Furia, pero no me ha nacido comprarlo. En fin, la cuestión es que Milan ha logrado que me ponga a recordar, al menos por unas horas, a su amigo Salman
Desde los tiempos de James Joyce sabemos que la mayor aventura de nuestra vida es la falta de aventuras. La Odisea de Homero se trasladó al interior- Sofista Banaka
Dice Nietzsche: Un pensamiento viene cuando Él quiere, de modo que es un falseamiento de la realidad decir: el sujeto yo es la condición del predicado pienso. Un pensamiento llega al filósofo como desde fuera, como desde arriba y desde abajo, constituyendo su especie peculiar de acontecimientos y rayos.
Me gusta perderme un rato en la contemplación de mis tres libreros y elegir un libro al azar para relectura. Hace unos días estoy demasiado entretenido en releer desordenadamente Los testamentos traicionados de Milan Kundera. Este libro cayó en mis manos por vez primera en el otoño de 1994. Mi novia de aquel entonces lo sacó de la biblioteca del Tec y me lo prestó (en aquel entonces yo sobrevivía con puros libros prestados). Recuerdo demasiado la recurrente escena de ir a bordo de un camión San Nicolás- Tecnológico absorto en el libro de Kundera. En la Navidad de 1998 mis padres me lo regalaron e ingresó oficialmente a mi biblioteca.
Su relectura me ha emocionado, sobre todo lo referente a la herencia kafkiana. También los lectores conformamos un tribunal implacable. El proceso contra Joseph K. es eterno. Este pobre hombre ha oscilado entre la culpabilidad y la inocencia por casi 90 años de ininterrumpido juicio. Y es que según Milán, los primeros kafkólogos consideraron culpable a Joseph K. Cuando yo leí por vez primera El proceso, allá por 1991, Joseph K. me cayó mal. En el fondo deseaba su condena. Yo me sumé al tribunal que lo consideraba culpable.
Cito textualmente a Milan: Contrariamente a Orson Wells, los primeros interpretes de Kafka estaban lejos de considerar a K. como un inocente que se rebela contra lo arbitrario. Para Max Brod no cabe la menor duda, Joseph K. es culpable ¿Qué ha hecho? Según Brod, es culpable de su Lieblosigkeit, de su incapacidad de amar. Joseph K. liebt niemand, er liebelt nur, deshalb muss er sterben- Joseph K. no quiere a nadie, tan solo coquetea, por lo tanto debe morir.
Música en mis audífonos: Richard Wagner, Cabalgata de las walkirias. Todo un orgasmo marcial-
Excelente disco de la colección Planeta de Agostini que incluye Sigfrido: Los murmullos de la selva, El crepúsculo de los dioses, El holandés errante y los Maestros cantores de Nuremberg-
K y Mersault
En el mismo año que leí El proceso (de hecho algunos meses antes) cayó en mis manos, por recomendación del mismo maestro, El extranjero de Camus. Para algunos, existen innegables similitudes entre Joseph K. y Mersault. La gran diferencia de sus procesos, es que mientras Joseph K. nunca se entera de que se le acusa, Mersault es condenado por matar a un árabe sin otro motivo que no fuera erradicar el tedio de un medio día bochornoso.
En lo personal siempre me ha caído mejor Mersault. Me gusta su actitud frente al tribunal y sin saber explicar la razón, comprendo los motivos por los que le disparó al árabe en la playa. Cuando el sol pica en mi cara y el aburrimiento se infiltra en mis venas, me es imposible no sentir cierto antojo de disparar un plomazo- En cambio la cobardía y la sumisión de Joseph K. me resultan patéticas, aunque debo confesar que algunas veces (o acaso muchas veces) suelo sentirme culpable sin serlo. Sí, hay mañanas en que me siento culpable ¿Será de existir?
En torno a Salman Rushdie
El buen Milan ha tenido a bien ponerme a meditar sobre el destino de un autor al que hace tiempo no visito. Se trata de Salman Rushdie. Al igual que el mundo entero, supe de la existencia de Salman Rushdie en 1989 cuando el gobierno fundamentalista de Irán tuvo a bien dictarle la Fatwa (no voy a caer en la hipocresía de decir que antes de eso Rushdie estaba entre mis autores favoritos) Siempre he pensado que Rushdie debería darle un porcentaje de sus ventas al gobierno iraní. Mal que bien, les debe agradecer varios miles de dólares de libros que jamás se hubieran vendido de no haberse sucitado el escándalo (también pienso que por los mismos motivos Blancornelas debería pasarle una pensión a los sicarios del Logan que trataron de asesinarlo en 1997, pero esa es otra historia)
La cuestión es que poniéndome a analizar objetivamente la obra de Rushdie, creo que a la larga la condena a muerte acabó por hacerle daño y no hablo solo de la hueva de pasar la vida entera vigilado por Scotland Yard, sino de la valoración literaria de su obra.
Y es que Versos satánicos es en realidad una muy buena novela, pero está condenada a ser considerada a priori como una novela escándalo y a no ser valorada como una gran creación literaria.
La masa y los medios conocieron a Rushdie y se volcaron a comprar sus libros, pero los estudiosos de literatura jamás lo tomaron demasiado en serio. Hace poco, en la Biblioteca Benito Juárez encontré un librito de un autor mexicano experto en culturas islámicas (olvidé el nombre) que trataba de las razones de la condena a Rushdie. Fue un librito de oportunidad escrito unas semanas después de que se conociera la noticia de la fatwa. El autor en cuestión confesaba con docta pedantería desconocer a Rushdie y describía a Versos satánicos como una novela alucinada y a Salman como un escritorzuelo locochón. Su valoración es injusta. No podría decir que Rushdie es de mis autores de cabecera, pero sí lo considero un buen escritor. Luego de Versos satánicos leí Hijos de medianoche, los cuentos de Oriente y occidente, Vergüenza y en 1999 Suelo bajo sus píes. Ninguna de sus novelas me ha decepcionado, aunque desde hace cuatro años no se me antoja leerlo. He ojeado Furia, pero no me ha nacido comprarlo. En fin, la cuestión es que Milan ha logrado que me ponga a recordar, al menos por unas horas, a su amigo Salman
Desde los tiempos de James Joyce sabemos que la mayor aventura de nuestra vida es la falta de aventuras. La Odisea de Homero se trasladó al interior- Sofista Banaka
Dice Nietzsche: Un pensamiento viene cuando Él quiere, de modo que es un falseamiento de la realidad decir: el sujeto yo es la condición del predicado pienso. Un pensamiento llega al filósofo como desde fuera, como desde arriba y desde abajo, constituyendo su especie peculiar de acontecimientos y rayos.