Llueve en Tijuana. Me asomo a la ventana y el caos ha llegado puntualito a la Vía Rápida. Una lluvia muy rara esta. Mi gotera particular no tarda en surgir. Anticipo un largo y sinuoso regreso a casa. Solo espero que Carol no la pase tan mal.
De paseo por el Sanborns veo que Jorge Volpi y Mario Vargas Llosa presumen novela nueva. La de Volpi trata sonre la muerte de la utopía izquierdista. La del peruano es sobre Flora Tristán y Paul Gaugain. Ninguna se me antoja demasiado. Volpi me parece un autor sobrevalorado, si bien el tema en esta ocasión me atrae. Vargas Llosa se devalúa ante mi con sus artículos globalifílicos. El narrador del mercado libre. Por ahora hay cosas más importantes que leer. En el futuro, pues ya veremos.
A los “intelectuales” les gusta el cine. A mi no me gusta el cine. O más bien dicho el cine me da igual. Es un pretexto para compartir con otro. Hasta ahí. Me valen los actores, los directores, los géneros. Generalmente las películas se dividen en abu-rridísimas y no tan aburridas. También las hay chistosas e ingeniosas. Buenas para pasar el rato. Nunca una capaz de cambiarme la vida o dejarme una huella memorable. Paren de contar. Jamás he ido al cine por mi iniciativa. Tampoco he prendido nunca la tele por aburrimiento. Puedo leer, escribir y escuchar música por horas, por días, por meses. La televisión solo merece la pena ser prendida para ver un partido de futbol o si acaso un video de rock (como ya no existe headbangers ball, la opción se descarta hoy en día)
Una vez en mi vida he ido solo al cine. Fue al inicio del 2001 cuando por encargo del trabajo fui a ver Traffic a Chula Vista. Una película pésima por cierto.
En cambio he ido muchas, muchísimas veces solo a ver conciertos y partidos de futbol. Me abstraigo de tal forma, que me olvido totalmente del entorno. En el cine, en cambio, casi siempre me duermo.
Disfruto en demasía el desprecio que los “intelectuales” sienten por mi persona cuando asumo mi personalidad de fanático futbolero. Me gusta que me adjetiven como banal y corriente y me consideren irracional molécula de una masa no pensante. Por ello me agrada repetir hasta el cansancio que el futbol es una de las cosas por las que vale la pena haber nacido.
Tal vez sea una epidemia, tal vez es inevitable, pero lo cierto es que muchos blogs que anteriormente leía, han entrado en un periodo de receso. Hay una suerte de anemia en el ambiente, un síndrome ágrafo contagiando la creatividad de los blogue-ros. Pero el blog es como la vida misma. Imposible exigirle la anulación de una pasión tan humana como el desgano.