Eterno Retorno

Saturday, January 15, 2022

Un volcán nunca sabe para quién trabaja.

 


Despertamos con alerta de tsunami en este sabadito ventoso. El Pacífico, que nada sabe de paz, es un vecino inspirador capaz de regalarte atardeceres de postal, pero algunas veces le da por llevarse pesado al muy canijo. La erupción submarina del volcán trabalenguas Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai, ha puesto en alerta a la costa bajacaliforniquiana. Salí temprano a pasear al Pappo. Soplaba un vientecito fresco con lluvia ligera y las Islas Coronado seguían estando en su sitio. Pappo tiene convicciones firmes, radicales e inmutables respecto su paseo matutino, que tiene carácter de ritual sagrado. Aún con infernales vientos de Santa Ana o tormentas invernales él exige ser sacado a pasear. En ese tema es inflexible. La erupción del Hunga-Tonga me recordó un libro bellísimo que en verdad disfruté: El año del verano que nunca llegó de William Ospina. El colombiano nos narra cómo la erupción del volcán Tambora en Indonesia se robó el verano de 1816 y de pasó transformó la historia de la literatura. La casi perpetua oscuridad de aquel año cobijó en Villa Diodati a Lord Byron, al infortunado John Polidori y al matrimonio de Mary y Percy Schelley. En aquel nublado 16, en los márgenes del lago de Ginebra, brotaron, producto de una apuesta, el embrión de Frankenstein y el primer vampiro romántico. Sin duda el mejor libro que he leído sobre el gran mito byroniano de Villa Diodati que ha arrojado novelas como Las piadosas de Andahazi o Bravura de Carreré. He leído críticas muy duras contra el libro de Ospina, pero yo lo nombré mi libro del año en 2015. Lo sublime y lo monstruoso amalgamados y la resurrección de ciertos mitos tercos con complejo de eternidad. Un volcán nunca sabe para quién trabaja.