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Soy un lector promiscuo y me es imposible serle fiel a un solo libro. Cuando de bibliofilia hablamos no creo en la monogamia. Para mantener el equilibrio dentro mi perpetua catástrofe requiero estar leyendo cuatro o cinco libros a la vez. Durante años mantuve una democrática dualidad entre el portátil libro de calle y el gordo ladrillo de buró, pero en los últimos años todo se ha vuelto un caos. Lo mismo me pasa a la hora de escribir. Requiero tener tres o cuatro archivos de Word abiertos y tres libretas en donde yacen amorfos embriones y primeros párrafos de textos sin fe que ignoran si bifurcarán en cuento, novela, ensayo o material de resumidero.Por cierto, hay una revolución en Rosarito. Sabbath Revolution Sabbath. Sábado de furia liberada, de rabia y hedor a gasolina.