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Digamos que hasta ahora lo único claro es la negra gabardina de cuero. La prenda forma parte de una santísima trinidad del closet. La chamarra larga, un rectángulo indefinible y alguna cosa que has olvidado sin remedio. Era uno de esos relatos sincronía en donde cada parte a su manera embonaba y tenía sentido. Aún subido en la barca de la duermevela ya imaginabas el orden de esas palabras, el párrafo casi tan perfecto y coherente como esa triple corona de la chamarra agujerada, el posible rectángulo y lo demás. Todo aquello que irremediablemente se derrite con el primer lengüetazo de luz sobre la cocina y el primer presagio de un domingo náufrago.