Cargadas de presagios llegan las ráfagas santaaneras en Martes de Carnaval. Esta atmósfera es esencia pura de Eterno Retorno, vaivén de los ciclos, muerte y resurrección. Solo en estos días a nuestras laderas les da por el verde y el horizonte espeta una claridad que hiere. Muy en serio se ha tomado febrero su papel de heraldo cuaresmal con estos ventarrones.
“Llegan en otoño, a veces en primavera y dejan la región sembrada de incendios y premoniciones. Los antiguos les llamaban vientos de brujas; en la región se les conoce como vientos de Santa Ana”, dice Amber Aravena en su diario. “Te revuelven el pelo, te ponen los nervios de punta y la carne, de gallina. En noches así las juergas colectivas acaban siempre en peleas. Y las esposas dóciles palpan el filo del cuchillo y observan detenidamente el cuello del marido”, escribe Raymond Chandler en Viento Rojo. Vientos canijos revolviendo mil y un cabezas, cada una inmersa en su propio ciclón interno.
Tuesday, February 09, 2016
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