Eterno Retorno

Friday, August 01, 2025

Vuela alto Tocayo


 

Si en verdad hay escalera al cielo, la suya está hecha de libros. Trazó un sendero de papel y tinta en donde las flores nunca se marchitaron. Nació y creció en el barrio de Villa Crespo en Buenos Aires y descubrió el poder liberador de la lectura cuando en la temprana infancia debió guardar cama por una enfermedad. Desde entonces se volvió un lector voraz, omnívoro y eternamente curioso. Se recibió de abogado cuando aún no cumplía 20 años. Litigó por más una década contratos civiles, pero su vocación era cultivar libros. En la librería Cine Club Núcleo conoció a Rodolfo Walsh y a Pirí Lugones y se pusieron a soñar despiertos con editar los libros que les emocionaría leer. Tal vez en el tiempo libre que le dejara el litigio, Daniel podría entregarse a su pasión. Con su socio Jorge Álvarez y su entonces pareja Ana María “Kuki” Miller hizo germinar Ediciones de la Flor en 1967. Aquello pintaba para ser solo un hobby, un desliz de amor al arte condenado a no ofrecer ganancias, pero un manuscrito seminal y rompedor fue la primera carta que hizo temblar la imprenta: Operación masacre de Rodolfo Walsh, la piedra angular de donde a la fecha amamanta el periodismo narrativo latinoamericano. Sin embargo, el más radical giro del destino se daría en 1970. Uno de los clientes a quien Daniel representaba como abogado, era un historietista llamado Joaquín Salvador Lavado Tejón que publicaba sus historietas en secciones humorísticas de los periódicos y en algunas revistas de la época como Rico Tipo y Tía Vicenta. Como parte de una campaña publicitaria de la empresa de electrodomésticos Mansfield, Lavado Tejón creó un personaje, una curiosa y siempre preguntona niña llamada Mafalda. La campaña nunca se realizó y el historietista se llevó su personaje al diario El Mundo y el Semanario Primera Plana. A Daniel Divinsky le tocó ayudarlo como abogado, porque los diarios le adeudaban pagos por sus historietas. Como no queriendo la cosa, Daniel le comentó a su cliente que en sus ratos libres editaba textos en una editorial casera. Si quieres te puedo editar tu historieta mientras se arregla tu litigio. Fue así como Lavado Tejón, a quién tú, yo y el mundo entero conocemos como Quino, se llevó a Mafalda a Ediciones de la Flor en donde apadrinado por Daniel, se mantuvo por más de 50 años vendiendo millones y millones de ejemplares en el mundo entero. Te apuesto doble contra sencillo a que tienes por lo menos un ejemplar de Mafalda en tu casa. Gracias a ese bombazo, Ediciones de la Flor pudo dedicarse a buscar talentos emergentes o a traducir a algunos europeos inéditos en Argentina. Entre los pétalos de la Flor de Divinsky estuvieron John Berger, Griselda Gambaro, Umberto Eco, Vinicius de Moraes, José Lezama Lima, Rodolfo Fogwill, Martín Caparrós, Daniel Guebel y varios clásicos de la la historieta argentina compo Roberto Fontanarrosa, Liniers, Rep, Caloi y Maitena. Pero no todo fue un cuento de hadas con Ediciones de la Flor. La dictadura genocida irrumpió en Argentina y asesinó a sus amigos Rodolfo Walsh y Pirí Lugones y Mafalda empezó a enfrentar restricciones y censura. En 1977, la esposa de un general leyó un cómic llamado Cinco dedos y decidió que la historieta era una descarada apología de la guerrilla comunista. Así las cosas, los milicos apuntaron sus fusiles contra Divinsky quien tuvo que exiliarse a Caracas, pero La Flor no se marchitó y sus pétalos se renovaban con cada nuevo libro.

Muchos años después, en el otoño porteño de 2018 y gracias al apoyo de Oche Califa y la Fundación El Libro, fui invitado por Daniel Divinsky a charlar en su clásico programa radial Los libros hablan. Yo acababa de presentar mi recién publicado Juglares del Bordo en la Feria de Buenos Aires. Recuerdo la mística de aquella cabina en la calle Arenales, la música de Los Tigres del Norte con la que me recibió, la sabrosísima plática. Hay personas con las que haces clic y tomas confianza en dos minutos. Mi tocayo Divinsky fue uno de ellos. Fui el más sorprendido cuando él personalmente me invitó a su homenaje en la Feria de Monterrey junto con Juan Villoro y yo no cabía de la emoción cuando supe que me acompañaría a presentar mi libro Predrag en la FIL de Guadalajara. Hoy puedo decir que fue gracias al generoso empujón de Daniel Divinsky que yo pude publicar en el Fondo de Cultura Económica. No es común en el receloso y hostil medio literario, encontrar a alguien tan noble y desinteresadamente generoso como fue mi Tocayo. Como editor construyó un variopinto universo de palabras e imágenes y como amigo fue ante todo un corazón noble y sencillo. Hoy al despertar con la primera luz de agosto encontré este mensaje: “Hola a todos. No soy Daniel, sino Lili, su mujer; él murió esta madrugada, muy tranquilo, muy amado, muy querido. No habrá velorio sino una cremación íntima; luego, como él pidió, sus cenizas serán arrojadas al Río de la Plata”. Gracias Tocayo. Algo de lo más bello que me ha dejado la vagancia libresca es conocer a un espíritu tan puro como el tuyo. Vuela alto Tocayo. Esta noche brillan infinitas flores Río de la Plata.

Tuesday, July 29, 2025

Tú traes el dolor y yo el fuego



Y mientras la respuesta comienza a fluir —línea tras línea, con la fluidez de una mano invisible que lo conoce demasiado bien—, Daniel piensa:
“Está escribiendo como yo. Pero mejor.”

Y luego:
“No. Está escribiendo como yo desearía poder escribir cuando ya no tengo fuerzas.”

Y en ese momento no es odio lo que siente, ni rencor. Es algo peor:
una forma tímida de gratitud.
Como si hubiera encontrado en el demonio algo más cercano a un cómplice que a un verdugo.
Como si, lentamente, estuviera dispuesto —no aún, pero pronto— a dejarlo entrar también a su literatura.
Solo un poco. Solo para probar.

Solo para ver si eso también puede arder.

Lo que estás haciendo, Daniel, es pactar conmigo.
Tú traes el dolor y yo el fuego.

¿Seguimos?



Sunday, July 27, 2025

El Metal hizo un pacto mefistofélico y vivirá por siempre

 


Uno es los libros que ha leído, los países a los que ha viajado, el Metal que ha escuchado y los cientos de conciertos a los que ha acudido. De repente, mi di cuenta de cuántos de mis discos tienen guardado de recuerdo el boleto de un toquín. Los Monstruos sagrados van muriendo poco a poco, pero yo me siento afortunado de haber nacido en un mundo y en una época en donde pude ver varias veces  en vivo a Motörhead, a Maiden, a Ozzy, a Dio, a Judas, a King Diamond- Mercyful Fate, a Slayer, a Rush, a Accept, a Pantera, a Death, a Sepultura (con los Cavalera), a Carcass, a Sabaton, a Therion.  Murió Dio, murió Lemmy, murió Neil Peart, murió Ozzy; murieron Dimebag Darrell, Jeff Hanneman, Chuck Schulinder, Paul Di Anno, pero a todos alcancé a verlos en vivo. Nadie me lo platicó. Yo sé que después morirá Iommi, Halford, Butler, Udo, King Diamond, Mustaine, Anselmo, Kai Hansen e incluso Harris y Dickinson (pese a lo sanos que están) y sin duda nos sentiremos cada vez más huérfanos, pero déjenme decirles que el Metal hizo un pacto mefistofélico y vivirá por siempre.

Carajo, mientras se estaba tocando el homenaje y despedida a Black Sabbath en el estadio de Aston Villa, Iron Maiden abarrotaba el estadio del Atlético de Madrid y muchos festivales metaleros alrededor de Europa se celebraban con sold out absoluto. El Metal siempre ha tenido vida propia y nunca ha necesitado del espíritu de la época para existir.



Yo estoy seguro que en este verano, después del concierto homenaje a Black Sabbath y la posterior muerte de Ozzy, miles de niños y jóvenes alrededor del mundo están descubriendo esta música tan chingona. En estos días de julio sin duda son muchos los que están escuchando por primera vez en sus vidas Paranoid, War Pigs, Crazy Train,  Míster Crowley y N.I.B y te puedo jurar que no serán pocos los que se volverán devotos. Es fascinante, revelador y peligroso descubrir el Heavy Metal, como sin duda muchos lo están descubriendo en este verano que nunca olvidarán. Porque cuando el Metal llega ti, comulgas con él y sellas el pacto, tu vida nunca vuelve a ser la misma. Vaya que no. Yo lo descubrí en 1984 y desde entonces la bocina no ha dejado de reventar. Nunca lo pude superar y a estas alturas de mi vida, creo que ya puedo afirmar que me moriré escuchando ese eterno riff.

 

Era un ventarrón desparramando semillas

 


Entonces algo se movió en el cosmos. El mejor parámetro que se me ocurre para dimensionarlo es el de esos jugadores de basquetbol o esos atletas a los que los ponen a entrenar con una pesada casaca de plomo que solo se quitan el día del partido o el día de la competencia, lo que los hace sentirse ligeros y aerodinámicos como ráfagas de viento. Así me empecé a sentir yo en 2013: como un cohete en pleno ascenso, un tren bala sin freno, un volcán en erupción. Empecé a escribir, a escribir y a escribir como nunca había hecho en la vida. “No hacías otra cosa que escribir”, canta Fito Páez en Un vestido y un amor y esa era mi historia aquellos días: no hacía otra cosa que escribir. Eran miles de palabras diarias que parecían fluir por generación espontánea.  Los párrafos brotaban como un geiser imparable. “Éxtasis, todo el tiempo vivo en éxtasis”, canta Charly García en la Ruta del tentempié y algo parecido empezaba a sentir mientras escribía.   Nunca he vuelto a sentir ese embrujo y me cuesta trabajo a creer que algún día vuelva a sentirlo. Dicen que la inspiración existe pero debe encontrarte trabajando, que la clave de la escritura y de toda forma de creación es la disciplina y la constancia, lo cual es cierto. Fui disciplinado y constante, pero en aquellos años hubo magia, encantamiento, un eufórico estado alterado de la conciencia sin drogas de por medio.  Era un ventarrón desparramando semillas que pronto germinarían. Los años de oro estaban por irrumpir como una tempestad.