Filomeno Sickness
To FIL or not to FIL… that is the cuestion. Del gran aquelarre libresco tapatío uno se trae pepena editorial, hartos
encuentros, animadas charlas y alta carga viral. La de Guadalajara es una feria
que te cobra derecho de piso en las vías respiratorias. Será el sereno, pero la
pinche Filomena te enferma. Yo no sé si a ustedes les ha pasado lo mismo
colegas, pero siempre que he ido a la FIL regreso con premio en los pulmones. Unas más, otras menos, pero casi siempre agarro
un chingado bicho tapatío que se va de polizonte con los libros. Tal vez es por
la época del año en que se celebra y por los descomunales tumultos que convoca,
pero el caso es que solo la feria de Guadalajara te cobra este impuesto a la
salud. No soy una persona enfermiza y con otras ferias y eventos masivos llevo
la fiesta en paz, pero Jalisco nomás no perdona. Creo que los médicos ya
deberían clasificarlo: traes el catarro FIL o la bronquitis FIL. En cualquier
caso, si no te contagias, retornas de Guadalajara con la sensación de que te
pasaron varios trenes por encima. En mi
caso fue una especie de tos Blitzkrieg de dos días, una suerte de ataque viral
con panzers y aviones que derivó en una fiebre algo canija. Ya se me pasó, pero
quedas con la sensación de ser un campo bombardeado. La Feria de Guadalajara es
el sueño húmedo de cualquier bibliófilo, pero la neta debe ser una condena
rayana en la tortura estar forzado a pasarte ahí los nueve días enteros
regenteando un stand o armando la logística de los eventos sin tener
oportunidad de salir a tomar aire. Cuando me preguntan por qué carajos me he
bajado del barco de la vagancia libresca, mi cuerpo bombardeado tiene la
respuesta. Para acabarla de chingar, Volaris, siendo Volaris, canceló mi vuelo
a Tijuana sin decir agua va y de ello me enteré solo al momento de llegar en la
mañana a sala de abordar. Para solucionar la pifia, tuvieron a bien mandarme
por la tarde a La Paz, que al cabo es la misma península y queda rete cerquita de
mi Tijuas