reimaginando el libro
A ver colegas: aquí tengo un ejemplar de Los Lusiadas de Luis de Camoes impreso en 1914, un poemario de Juan de Dios Peza editado en 1900 y una Breve historia de la literatura española escrita por mi bisabuelo en 1936. Los tres los puedo leer sin problemas este día ejecutando exactamente el mismo movimiento ejecutado hace cien años por un lector cualquiera o por el mismísimo Alonso Quijano hace cuatro siglos. En contraparte, aquí tengo un iPod del 2006 que está muerto y un iPhone 8 que languidece en calidad de obsoleto. Ni hablar de los Nextel de 2011 o los radio beeper o los Floppy
noventeros. El libro impreso ha acudido al funeral de cientos de juguetes electrónicos que no vivieron ni siquiera un lustro. Los años transcurrirán y los seguirá viendo morir tan quitando de la pena. Mi actual iPhone donde escribo estas palabras caducará y los libros seguirán ahí, tercos y aferrados. Sirva esto como introducción a la charla que sostendremos el próximo 21 de abril (día de mi cumpleaños) en donde nos echaremos a volar la la red neuronal reimaginando el libro. Cordialmente invitados.