Eterno Retorno

Monday, December 26, 2022

Hay siempre una dosis de embrujo en el acto de dejar atrás una ciudad


 

Hay siempre una dosis de embrujo en el acto de dejar atrás una ciudad y comenzar a acelerar por la carretera, una pizca de emoción e incertidumbre por ese acto de desprendimiento. Pienso en las ciudades amuralladas de antaño, cuando salir implicaba cruzar un portón resguardado por guardias y entregarse al infinito caos del afuera donde uno es hoja al viento, vulnerable y a la deriva. Conozco estas carreteras de memoria. Me entretengo haciendo un inventario mental de las rutas  que más veces he recorrido en mi vida. Sin duda la campeona es Monclova-Monterrey. Durante los cuatro años que fui estudiante del Tecnológico iba y venía por lo menos tres veces al mes.

Son las 21:14 de la noche cuando enciendo la camioneta. Si no hay contratiempos deberemos estar llegando a Piedras Negras justo a la media noche. Serán 243 kilómetros a través de la carretera 57. Enciendo un cigarro y ofrezco uno a Alcira que acepta de buena gana. Con las ventanas abajo fumamos en silencio mientras enfilo hacia la salida. Sopla un ligero viento fresquecito y la noche es atípicamente clara.