Cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera
Hay seres capaces de marcar un umbral, una frontera imborrable, un antes y después. Edson Arantes Do Nascimento fue uno de ellos. El futbol era un juego y él demostró que podía ser una de las bellas artes y elevarse a lo sublime. No creo en los reinados absolutos ni eternos. O Rei reinó en una época de balones de cuero y arbitrajes permisivos donde te podían romper las piernas, pero donde aún no se perfeccionaban los candados tácticos y la preparación físico-atlética no era propia de hombres biónicos. En cualquier caso, su papel es el equivalente al de un García Márquez en la literatura latinoamericana o a los Beatles en el rock. Hagas lo que hagas y digas lo que digas nunca podrás borrar su legado y mira que a la hora de las feligresías yo me asumo maradoniano. Yo no lo vi jugar, pero dice Galeano que “cuando Pelé iba a la carrera, pasaba a través de los rivales como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los laberintos que sus piernas dibujaban. Cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera”.
Como amante del juego más bello del mundo, no puedo menos
que estar triste esta mañana. Grande O Rei.